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Kiri

La ceremonia estaba por empezar, una en la que le diríamos adiós definitivamente a Zaera.

He de admitir que por muy mal que me cayese su hija... Zaera era una increíble na'vi; valiente, responsable y leal a los suyos.

Estaba claro que Aleya eso no lo había heredado en absoluto, supongo que los genes parentales eran realmente fuertes en su caso. Aunque eso es algo que puede que nunca sabremos, ya que su padre fue expulsado del clan cuando ella tendría alrededor de unos once años de edad. Nunca había mencionado mucho el tema.

La noche estaba por caer, y todo el clan se arremolinaba a la orilla del arrecife, todos con sus mejores galas...

En el centro se encontraban los lideres junto a una inconsolable Aleya; supongo que todos los presentes habríamos empatizado un poco más con ella, de no ser por el anuncio que Tonowari acababa de comunicar, minutos atrás, confirmando que la misma Aleya sería la sucesora al cargo de su madre.

Algo que había empezado a alarmar a varias familias ya. Los Sully no éramos las excepción.

Además, si a esta nueva noticia le sumábamos el hecho de que hace dos días que nadie tenía idea de donde se podrían haber metido tanto Rihia como Neteyam...

El sonido de los tambores, acompañados por los melodiosos cuernos, eran clara señal del comienzo de la ceremonia. Varios guerreros, los que más cercanos eran a la Metcayina, junto con Aleya, transportaban su cuerpo envuelto en telas sobre la superficie del mar; las lagrimas se hacían presentes en los rostros de algunos de ellos.

Yo dejo caer mi vista a mis pies, a la arena que los envolvía y mantenía cálidos; solo trataba de no parecer egoísta, de que no pareciera que por mucho que la celebración estuviera frente a mi... mi mente estuviera en otro lado.

¿Donde se habían metido esos dos? Solo esperaba que nada malo les hubies...

Y entonces, cuando una brisa que pareció ser solo perceptible para mi me azotó, levanté la mirada para, a lo lejos, junto a una gran palmera rodeada de vegetación, poder encontrarme con una hipnótica mirada, una violácea.

Parpadeo un par de veces, asegurándome de que no se trataba de algún tipo de alucinación.

Y no, no alucinaba. Era ella; sí, ¡Era ella!

La miro de arriba abajo, asegurándome de que su estado de salud fuera óptimo; me encontraba tan enfrascada por encontrar algún signo que me demostrara lo contrario, que por poco paso por alto la presencia de mi hermano, Neteyam, que posaba una de sus manos en la espalda baja de mi amiga.

Su blanca melena se encontraba suelta, a excepción de un par de mechones que salían de la parte delantera para juntarse detrás creando una especie de corona adornada con pequeñas florecitas.

Su piel la surcaban líneas grisáceas, que aunque no tuviera pruebas... tampoco tenía dudas de que 'teyam era el que se había tomado el trabajo de deslizar la pintura sobre su cuerpo.

Estaba preciosa...

Entonces muevo una de mis manos para alertar a Lo'ak, que se encontraba a mi izquierda, de que ambos na'vis por los que tanto nos habíamos preocupado se encontraban a unos cuantos metros; pero parecía que ya se había dado cuenta él mismo porque su mirada también estaba posada en ellos.

Y pronto descubrí que nosotros no habíamos sido los únicos en notar su presencia, todo lo contrario, ya que ahora todo el clan se había girado en su dirección, observando a la pareja sin decir una sola palabra.

Entonces siento como algo similar al poder muerde mi piel levemente, para entonces yo ya no sabía de donde provenía esa fuerza, ese poder sobrenatural, si de la gran madre o de aquellos dos na'vis, que transmitían de una manera u otra una gran corriente de poder.

El silencio se me antojaba ensordecedor, ya que nadie hacía nada al respecto, pero a su vez todo el mundo parecía girar en torno a ellos.

- Lleváosla. - se escucha una voz femenina. - Ella no es más que una traid

- ¡Silencio! - la Tsahik interrumpe a Aleya.

Entonces Ronal extiende un brazo en su dirección haciendo ademán de que se acercara. Veo como mi amiga empieza a abrirse paso entre los presentes llegando al límite en el que el mar y la arena se encontraban.

- He dicho que... - pero Tonowari interrumpe a Aleya antes si quiera de que fuera capaz de posar su mano sobre el mango de su cuchillo. La agarra del brazo sin importarle en absoluto las quejas de la na'vi.

Entonces Rihia da un paso al frente, entrando al agua. Ese paso va seguido por otro y otro más, hasta llegar a la altura en el que se encontraba semi-hundido el cuerpo de Zaera.

Pececillos y criaturas un poco más grandes, así como Ilus y Tsuraks, se acercan a ella rodeándola, como si ellos también presenciaran el funeral y sintieran el mismo dolor que mi amiga sentía.

Lo que hace saltar las alarmas de un momento a otro en el clan es la llegada de unos nuevos invitados, y es que una pareja de Nalutsa también se une a la ceremonia, seguidos por un gigantesco Akula. Ambas especies peligrosas e imponentes, unas con las que la interacción se convierte en una hazaña casi imposible; pero el Akula, que es mucho más agresivo que sus "primos" los Nalutsa, es el que se lleva toda la atención.

La expresión de Ronal, aunque también estuviera tintada de cierto asombro, parecía en parte, que de alguna manera llegaba a esperarse todo lo que estaba ocurriendo frente a sus ojos.

En ese mismo instante me pregunté cuantas cosas se supone que la Tsahik sabía que nadie más conocía o conocerá.

Entonces Rihia deja caer una hermosa flor que llevaba entre sus manos; antes de que esta tocara el agua, una brisa cargada con pétalos bioluminiscentes azota la orilla del arrecife.

Tanhì Taw ( Neteyam Sully )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora