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Neteyam

Primero a la izquierda, después a la derecha, a la izquierda otra vez... y así, poco a poco, nos deslizábamos entre los estrechos y oscuros pasadizos tratando de llegar a lo que era la superficie.

Mis pupilas ya comenzaban a doler, mis ojos no estaban diseñados para permanecer durante tanto tiempo en una oscuridad tan densa como la que nos rodeaba; pero no podía parar, no podía detener mi paso, mis ojos no se despegaban de la espalda iluminada gracias a los pequeños puntitos bioluminiscentes de la hembra frente a mí. Su mano guiando la mía.

Madre de mis hijos. Mi pareja. Mi Tsahik...

...y la de muchas na'vis más, me obligué a recordar; su pueblo, ese que protegería con uñas y dientes, por el que no tenía duda alguna que arriesgaría su vida sin pensarlo dos veces si eso significaba asegurar su protección y bienestar.

Madre de mis hijos. Mi pareja. Mi Tsahik...

Mis pensamientos se ven interrumpidos por un cegador estallido de luz frente a nosotros. Luz. Ya habíamos llegado.

Me cuesta varios segundos dejar de ver manchas negras provocadas por el gran contraste al salir de los pasadizos; me preguntaba si ella también sentiría lo mismo, esa pequeña dificultad para adaptarse a la nueva iluminación, por muy pequeña que fuera... o si por el contrario todas ellas nacían con el don de poder adaptar su visión sin impedimento alguno a cualquier variación lumínica.

Donde nos encontrábamos, pude darme cuenta, de que no se trataba del mismo lugar por el que aquellas guerreras nos habían conducido cuando aun nos encontrábamos atados por aquellas cuerdas. No. Los túneles y galerías debían de tener múltiples salidas a distintas zonas del clan, que les permitían desplazarse de un lado a otro sin ser vistas en caso de una invasión directa. Yo solo esperaba que no tuviéramos que llegar a usarlas.

Cientos de na'vis, puede que incluso miles, se encontraban frente a nosotros, todas y cada una de ellas ataviadas en atuendos guerreros y armas en estos. Na'vis de todas las edades tenían su mirada fija ahora en nosotros.

A escasos metros, sobre una especie de altar que no parecía tallado o creado, sino que era una gran roca de cima plana que se elevaba apenas unos cinco metros del suelo, se encontraban Kui'la junto a la que suponía que era la segunda al mando.

Entonces me permití mirar a nuestro alrededor una vez más, y aunque no tuviera ni idea de como era posible, al margen del gran grupo de Huyuticayas podía vislumbrar varios na'vi, tanto hembras como machos, Metcayina.

Rihia retomó su paso, dirigiéndose hacia aquel altar, pero yo no la seguí, no esta vez. Esto era algo que ella debía hacer, a lo que ella debía enfrentarse, y yo lo sabia. Siempre estaría ahí, a su lado, a unos cuantos pasos tras ella, siempre, por si me necesitaba, por si se tambaleaba... nunca dejaría de protegerla, quererla y aconsejarla... Siempre estaría ahí para ella, pasara lo que pasase; siempre.

Un fuerte apretón de manos pareció ser suficiente, ya que pude ver con claridad como sus ojos me hablaban, me aseguraban que había entendido todo lo que mis palabras no habían pronunciado, como si nuestros pensamientos fueran uno, esa compenetración que tanto había admirado de pequeño en papá y mamá.

La imagen de Rihia haciéndose paso entre su gente para llegar a aquella roca, la forma en la que estas agachaban su cabeza en una reverencia a su paso... incluso parecía que el mismo bosque hacia lo mismo que las guerreras, también las criaturas y bestias presentes, todas parecían ofrecerle su respeto y lealtad a aquella hembra. Mi corazón se encogió, dudaba haber sentido tanto orgullo alguna vez en mi vida.

Rihia terminó su ascenso quedando así en la cima de aquel altar, con aquellos atuendos... si ella era una verdadera líder, una muy hábil y letal; me obligué a mi mismo a refugiarme en eso ya que el simple hecho de pensar en el bebé que crecía en su interior... Nada malo les pasaría, de eso me encargaría yo.

Tanhì Taw ( Neteyam Sully )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora