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Neteyam

Abro mis ojos despacio para encontrarme cara a cara con la inmensa oscuridad. Ya era de noche, y un tenue rayo de luz anaranjado era lo único que se filtraba (de las pocas hogueras que habría encendidas en el clan) por alguno de los agujeros del marui; tenue pero suficiente como para poder saber donde me encontraba. ¿En que momento me había dormido?

Recostada y abrazada a mi pecho Rihia dormía plácidamente. Yo sonrío al verla, es tan hermosa... Acaricio su espalda suavemente, de arriba a abajo, en un ritmo constante; podía sentir su respiración, tranquila y acompasada, que era un claro indicador de lo cansada que se encontraba. Vuelvo a sonreír al recordar lo ocurrido horas atrás.

Entonces, cuando aparto la mirada de ella saliendo del trance hipnótico en el que había entrado, me doy cuenta de lo tarde que es. Estaba seguro de que hacia bastante tiempo que había pasado la media noche.

Agarro con sumo cuidado la mano que me rodeaba, acunándola entre las mías, hasta moverla y colocarla a su lado, liberándome de su agarre. La vuelvo a mirar otra vez, asegurándome de que había sido lo suficientemente cuidadoso y no la había despertado accidentalmente; me tranquilozo al ver que sigue dormida.

La observo durante unos instantes más, su pelo revuelto caía desordenado sobre sus hombros, estos se movían muy ligeramente debido a su calmada respiración. Miro atentamente su rostro, tan perfecto...

La quiero tanto.

Finalmente me decido a irme, ya que suponía que si no llegaba para el desayuno mamá y papá se preocuparían mucho, y seria un completo desastre.

Me voy, no sin antes besar cálidamente su frente, no sin antes agradecerle a la gran madre por tenerla un día más a mi lado, por haberla puesto en mi camino aquel día.

Consigo llegar al marui en unos pocos minutos, todas las luces en su interior estaban apagadas, eso indicaba que todos estaban dormidos, por lo que no tendría gran problema para pasar desapercibido al entrar. Abro ligeramente la puerta, pero mi alma casi abandona mi cuerpo cuando una mano tira de mi brazo hacia atrás.

- Neteyam te Suli Tsyeyk'tan - dice mamá furiosa. - ¿Dónde te habías metido? - ahora mismo parecía estar rezándole a la gran madre por paciencia.

- Lo siento, yo...

- ¿Estas bien? - dice, la preocupación en sus ojos parecía genuina.

- Sí, solo hab...

Empieza a buscar alguna herida que le demostrase que mentía, y aunque no la encontró, porque no había ninguna, su mirada pareció pasar de preocupación a un estado de enfado máximo en menos de lo que un Ilu tarda en comer.

- Como se te ocurre... - dice llevándose una mano a la boca, parecía ¿decepcionada? Yo no entendía nada de lo que estaba ocurriendo ahora mismo. Aun así, hablo.

- Lo siento madre, prometo que no volveré tan tarde sin avis... - pero ahora, otra vez furiosa me grita.

- ¡Te has apareado con Rihia! - dice mirando las marcas amoratadas en mi cuello y clavícula; también los arañazos que se repartían por mis brazos y espalda.

- Yo... puedo explicarlo... - digo un poco avergonzado, ya que no pensaba que una conversación de este estilo llegaría algún día.

- ¿¡El que!? - dice, para después darse cuenta de que si seguía gritando así despertaría a todo el mundo. - ¿Como piensas explicar una traición así? Esto es un insulto a nuestros ancestros... - yo seguía sin entender cual era el verdadero problema, pero no dejaría que hablase así de Rihia.

- Yo la amo madre; la quiero más de lo que he querido a nada o nadie nunca, ella... ella me salvó, de todas y cada una de las maneras en las que alguien puede ser salvado, y si tu no puedes aceptar eso... me dolerá, sí, pero no pienso dejar de quererla. Nunca.

Ella pareció quedarse muda durante un instante pero finalmente habló.

- Se que la amas hijo... y quiero que sepas que nunca te lo prohibiría; pero aparearse sin haber finalizado antes la unión...

- Mamá. - corté su discurso. - Ella y yo ya nos unimos, completamos el tsaheylu frente a la gran madre.

Su expresión cambió a una repleta de confusión.

- Hace tiempo, antes de haber vuelto al arrecife... - aclaro. Ella parece necesitar tiempo para procesar lo que yo estaba diciendo.

- Lo siento. - se disculpa finalmente. - No tenía ni idea... yo... - ahora ella parecía avergonzada. - Perdóname hijo.

Yo no lo pienso dos veces y la abrazo fuertemente.

- Vamos, es tarde, aquí fuera empieza a hacer frio. - comento convenciéndola a entrar al interior del marui.

Rihia

El sonido de las olas al romper consigue despertarme. Abro los ojos despacio, haciendo un gran esfuerzo por adaptarme a la luz del día. ¿Qué hora se suponía que era?

A juzgar por las sobras que se proyectaban en el interior del marui, no parecía faltar mucho para que el mediodía llegase.

Se me hace realmente extraño el hecho de que Ao'nung no hubiera aparecido aún, ya que aunque normalmente yo era la que me despertaba antes, él nunca faltaba a alguna de nuestras comidas...

De pronto, como si de un chaparrón de recuerdos se tratase, viene a mi todo lo ocurrido ayer. Sonrío atontada.

Supongo también, y digo supongo porque realmente no me acuerdo, que no cené junto a él, me encontraba tan cansada que... dormí durante horas. Bueno, sin duda sería algo que tendría que arreglar después.

Mi estomago ruge, así que me dispongo a buscar algo que desayunar. Me incorporo y tras dar un par de pasos maldigo en mi mente. ¡Nunca antes había sentido tanto dolor en mis caderas! Maldito skxáwng... me las pagaría.

Tras comprobar que toda mi ropa estuviera en su sitio, y con eso me refería a que la llevara puesta sobre mi, salgo del marui encontrándome frente a frente con un ajetreado arrecife, sí; estaba claro, el día ya había comenzado para muchos de ellos hace horas.

Mi vista cae inevitablemente en una cesta, repleta de frutos frescos, que se encontraba en la entrada de mi marui. Me agacho para cogerla entre mis manos y meterla dentro del marui para darme un festín con ella. No tenia pruebas, pero tampoco dudas, de que el "pescadito" tenia algo que ver con esto.

Me siento en el suelo y mi boca se hace agua al olisquear los tremendos manjares que se encontraban ante mi; en el momento exacto en el que iba a llevarme una gran esfera verde a la boca escucho a alguien llamar desde fuera.

Ruedo los ojos, ya que ahora mismo comer era mi única prioridad, pero al recordar que puede que Ao'nung fuera el que llamaba decidí salir a ver que era lo que ocurría.

Para mi sorpresa un joven guerrero Metkayina me da los buenos días para después informarme de lo siguiente.

- La Tsahik y el Olo'eyktan solicitan vuestra presencia en su marui. - una pausa. - Cuanto antes. - añade.

- ¿La mía? - digo tragando el mordisco que le había dado al la dulce fruta.

- Sí, la suya, Rihia. - pronuncia mi nombre, algo que me cuesta procesar viniendo de un habitante de este clan.

- Esta bien, llévame ante ellos entonces. - digo, con un deje de autoridad.

- Sígame, por favor.

Yo sigo los pasos del gran na'vi; si había algo que me llamaba la atención de los habitantes aquí era, que a diferencia de los Sully y otros clanes arborícolas que yo había conocido, su tamaño era realmente grande e imponente.

Pronto llegamos a la puerta del marui de los lideres, antes de abrirla, doy un último bocado a la fruta verdosa. Entonces el joven guerrero se posiciona delante de mi abriendo la puerta y dándome paso al interior.

Tanhì Taw ( Neteyam Sully )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora