50

891 91 4
                                    

Rihia

Corro, no paro, no puedo, no me lo permito. Avanzo por el bosque tan rápido como mis piernas me lo permiten, siguiendo el ruido de los helicópteros y los gritos que se escuchan a varios metros de mí.

Llevo un cuchillo atado a mi cadera; su peso es algo que me estabiliza y aporta una tranquilidad inmensa. También estaba afilado, listo para lo que se venía a continuación.

Ahora me encuentro en la zona más frondosa de la isla, en el interior del bosque. Escalo un grueso árbol con la esperanza de poder divisar mejor lo que ocurría tanto en el suelo firme como en el interior de aquellos helicópteros. Ni siquiera me había planteado acercarme por cielo, ya que dar con mi Ikran ahora mismo me llevaría más tiempo de lo necesario, y si Zaera peleaba encabezando al ejercito, tiempo era lo único de lo que no disponía. Yo tampoco perdería el mío.

Alcanzo una de las ramas más elevadas, y desde ahí soy capaz de divisarlo todo. A mis pies un gran grupo de avatares peleaban contra unas tres decenas de guerreros Metkayina; a su vez, parte de los avatares parecían ser redirigidos a una zona distinta al campo de batalla. ¿Por que? ¿A donde iban?

Un ruido extraño me desconcentró, y entonces fue cuando vi como del segundo helicóptero enormes "personas" de metal salían, uniéndose también a la batalla.

Cojo mi arco en mano; una flecha, la cargo. Que empiece la matanza.

El primer "hombre de hierro" cae cuando mi flecha atraviesa un cristal incrustándose en el cuello de su "conductor". Dos avatares, vestidos de camuflaje se giran hacia mi dirección, me ven; corren hacia mi.

Uno de ellos hace un pobre intento por escalar el árbol en el que yo me encontraba, una sola flecha en su espalda es suficiente para su caída. Su compañero comete el error de desviar su mirada al muerto; ya que él cae de espaldas sobre este. Otra flecha incrustada en su corazón.

Bajo y recojo las sangrientas fechas para volver a armarlas en mi arco, un ruido a mi derecha; un disparo. Unos reflejos, que empezaban a parecerme milagrosos, consiguen esquivar la bala a tiempo, por desgracia para otro de los avatares que se encontraba detrás... esta va directa a su cabeza. No le permito reaccionar (al avatar que acababa de dispararme), ya que arremeto contra el cortando su cuello en el acto.

Limpio el sangriento cuchillo con sus prendas, después lo vuelvo a atar a mi cintura.

Corro al campo de batalla, en él decenas de guerreros peleaban por su clan; yo no pretendía menos.

Con mi cuchillo en mano, de nuevo, salto sobre un avatar armado, y pese a sus intentos por liberarse de mi, consigo hacerlo caer al suelo y sin necesidad de usar mi cuchillo consigo girar su cabeza hasta escuchar ese sonoro chasquido indicándome que su cuello se encontraba partido en dos.

Veo al gran Jake Sully rodeado de tres avatares; sin pensarlo dos veces corro en su dirección saltando sobre la espalda de uno ellos, sorprendiéndolo. Ni siquiera llega a caer al suelo cuando mi cuchillo se clava en el espacio entre sus pulmones.

Jake por su parte había conseguido terminar con otro de ellos, y nada más girarme en busca del tercero me encuentro con la mirada de Zaera. Ella ya lo había derrotado. Se acerca a nosotros rápidamente.

- ¡Son demasiados! - grita intentando hacerse escuchar entre los gritos y explosiones.

- ¡Quaritch! ¡Él los comanda! - interviene Jake. - ¡Esta dentro! - señala uno de los helicópteros.

- ¡Vamos! - dice Zaera dirigiéndose al helicóptero.

Corro hacia él, un par de "hombres de hierro" se interponen en nuestro camino pero pronto caen, cunado desde el aire, Neytiri a lomos de su Ikran consigue derribarlos a ambos.

Seguimos avanzando, cuando nos quedan apenas unos pocos metros para alcanzarlo un nuevo pelotón de avatares sale del helicóptero arremetiendo contra nosotros. Demonio.

Jake parece quedarse atrás peleando contra dos de ellos, Zaera y yo continuamos con nuestro intento por alcanzar la nave.

Apunto con mi arco a uno de los avatares que se acerca peligrosamente a nosotras derribándolo, otros varios avatares apuntan en nuestra dirección.

Yo me detengo esperando que algunos de ellos pararan para enfocarse en mi. Bingo. Cuatro de ellos también lo hacen. Rezo a Eywa porque esto le brinde tiempo suficiente a Zaera como para conseguir entrar en ese condenado helicóptero.

Uno se acerca peligrosamente, yo pateo su entrepierna y aprovecho el que haya caído al suelo para arrebatarle el arma de entre las manos. No lo pienso dos veces y disparo repetidamente, dejando fuera de combate a otros dos.

El tercero se dispone a disparar pero extiendo mi arco abofeteando al avatar con él y provocando que el arma cayera de sus manos. La especie de "pistola" cae junto aquel avatar que se retorcía de dolor en el suelo, yo al ver que hace un amago por hacerse con el arma piso su cabeza, dejando caer todo mi peso sobre esta para después golpearla fuertemente con el arma que le había robado previamente, este cae inconsciente.

Entonces otro avatar embiste contra mi haciéndome caer a unos cuantos metros, mi cuerpo duele pero me levanto lo más rápido que mis pies me lo permiten. Este avatar, que era especialmente musculoso, vuelve a embestir haciéndome caer otra vez. Mi espalda choca contra una roca sintiendo como se hacia añicos. Intento levantarme pero un grito especialmente conocido me hace girar la cabeza.

Entonces todo se detiene; uno, dos, tres, cuatro, cinco... no se durante cuantos segundos. Mis ojos se abren mucho, mi respiración se detiene, y mi cuerpo olvida todo el dolor cuando veo con mis propios ojos como uno de esos "hombres de hierro" atraviesa el cuerpo de Zaera por la mitad.

Tanhì Taw ( Neteyam Sully )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora