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Neteyam

- Sí.

Sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí...

Sí, la conocía.

Y ella me conocía a mí.

De hecho, si me lo hubieran dicho antes, nunca me habría creído el como, en solo un par de años, alguien había conseguido llegar a conocerme tan bien, a entenderme tan bien, hacerme sentir tan bien, tan vivo...

Vivo.

Pero ella ya no lo estaba...

Ya no, ya no, ya no...

- Lo siento. - dice Tsireya tocando mi espalda, un gesto genuino, como si tratará de disipar mi dolor.

- Lo siento, bro. -comenta Lo'ak.

- Sí, lo siento. - añade Ao'nung.

- Lo siento. - los sigue Rotxo.

Tuk se abalanza sobre mí y me abraza con fuerza, entonces escucho como un débil "lo siento" sale de ella.

Es en ese instante en el que siento como una lagrima corre por mi mejilla, hasta que, finalmente, termina cayendo, fundiéndose con el barro bajo nuestros pies.

No, no entendían nada; ninguno de ellos lo hacía.

Porque ninguno de ellos sabía que esa na'vi, que en tan solo unos pocos meses se había convertido en su amiga, compañera de tareas, pareja de baile en las noches de hogueras, compañera de caza, de entrenamientos, de bromas... alguien que ahora formaba parte en sus vidas, y por la que, de hecho, ellos estaban arriesgando la suya por encontrarla, ya no estaba, había muerto...

... y habían presenciado su funeral sin tener un ápice de idea.

- ¿Cuál era su nombre? - una voz vacía, la de Kiri, me saca de mis pensamientos.

Vaya... parece que si que había alguien que entendía lo que estaba ocurriendo.

Yo me quedo mudo, y juro por la gran madre que lo intentaba, intentaba gritar su nombre pero cada una de las veces que lo intentaba... este moría en mi interior.

- ¿Cuál es su nombre? - repite ahora demandante; sus ojos, un mar de lagrimas.

- Rihia. - consigo susurrar el nombre de uno de los seres más importantes de mi vida, de esa na'vi que da igual como, viva, muerta... siempre formaría parte de mí.

- Rihia. - repite Kiri, su voz completamente rota. - Rihia. - dice ahora en un susurro.

Yo me muevo despacio en el barro húmedo, que nos cubre los pies casi al completo, en un intento por alcanzarla y abrazarla. Sabía que ella y Rihia... Rihia había sido la primera, y única persona sobre la faz de Pandora, que había conseguido que Kiri se sintiera bien consigo misma; no como un bicho raro, no como un experimento de la naturaleza, no como un fallo de laboratorio... simplemente viva.

Cuando estiro uno de mis brazos para abrazarla esta se aleja mirándome con asco, rabia, y... decepción.

Juraría que mi alma se rompía en pedazos, pero sabía que eso ya no era posible, ya estaba completamente destrozado, la muerte de Rihia se había encargado de ello.

- ¡No me toques! - grita entre sollozos. - ¡Ni se te ocurra!

- Kiri yo...

- ¡No! - grita. - ¡Sabias... tú sabias que ella estaba muerta! ¡Lo sabias! - una pausa. - ¡Y aun así me dejaste gritar su nombre! ¡Grité su maldito nombre en busca de ayuda! - gritaba, sollozaba, parecía incluso hiperventilar. - ¡Grité su nombre en su busca!

Volví a dar un paso al frente pero ella seguía retrocediendo, entonces Rotxo se acercó a ella, abrazándola; en cuanto sus brazos rodearon su cuerpo sus piernas fallaron amenazando con caer al suelo de no ser por el agarre de Rotxo.

- ¿Es eso cierto? - me giro para encontrarme con que Ao'nung estaba muy cerca de mi. - ¿Ella ha...

Mis ojos volvieron a llenarse de lagrimas.

- ¡Serás cabrón! - grita empujándome. Yo me tambaleo pero consigo recobrar el equilibrio antes de caer al barro.

Entonces veo como el puño de Ao'nung se estrella contra mi mejilla, ahora sí, consiguiendo hacerme caer. El Metkayina aprovecha la ocasión y se cierne sobre mi.

- ¡Has! - un puñetazo en mi cara. - ¡Dejado! - otro más. - ¡Que! - y otro. - ¡Te! - uno más. - ¡Diéramos! - otro. - ¡El! - consigo esquivar el golpe. - ¡Puñetero! - con él próximo no corro la misma suerte. - ¡Pésame!

Las manos de Lo'ak aparecen sobre los hombros de Ao'nung empujándolo y consiguiendo quitármelo de encima.

Me toco la cara.

Sangre.

La cara me duele, la cabeza me da vueltas, y ha juzgar por la manera en la que Tsireya le tapa los ojos a Tuk... Sí, definitivamente mucha sangre tenía que brotar de mi cara.

Lo ultimo que recuerdo es la imagen de Kiri corriendo hacia mi, antes de que mi visión se volviera borrosa y el pitido que se escuchaba en mis oídos se hiciera insoportable.

Segundos después, una oscuridad infinita me atrapó. En otras circunstancias, con Rihia a mi lado, habría luchado cada segundo por mantener los ojos abiertos; esta vez... me sumí en la oscuridad.

Tanhì Taw ( Neteyam Sully )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora