25

1.1K 104 12
                                    

Neteyam

Desgraciadamente nuestra preocupación no hizo más que crecer al ver que el cuarto participante que se acercaba a la playa no se trataba de mi hermano. No pudimos distinguir del todo quien era el recién llegado ya que un muro de adultos preocupados se alzo frente a nosotros.

Unos Metcayina se encargaron de sacarlo del agua para llevarlo al marui de la Tsahik. Tras Ronal, entraron Tsireya y otras cuantas Metcayina. Según habíamos escuchado, el joven no había tenido tanta suerte como Ao'nung, Rotxo y yo, y sus heridas tenían que ser tratadas con urgencia.

Entonces fue cuando mi miedo se multiplicó, ahora no podía pensar en otra cosa que no fuera en Lo'ak; y mientras abrazaba a una asustada Tuk, le pedí a la diosa infinitas veces que cuidara de mi hermano.

Tiempo después Tsireya salió de aquel marui, sus ojos parcialmente aguados y el miedo eran lo único que dejaba entrever. Ao'nung no lo dudo ni un segundo y la abrazo como muestra de consuelo, ahora incluso él parecía asustado.

Tsireya nos contó que el joven no había muerto, pero que había perdido mucha sangre en su hazaña y que mientras cosían y curaban sus heridas se desmayó, a causa del gran dolor. Parece estar estable, pero es un gran susto del que seguro que nunca se olvidará.

El sol se estaba ocultando tras el inmenso océano dándole la bienvenida a la belleza de la noche. Bella y letal. Apenas faltaban un par de horas para que el eclipse se diera, si no llegaban pronto un grupo de Metcayinas tendría que ir en su busca.

Nadie se atrevía a decir nada, el grupo se sumía en un eterno silencio. Por el rabillo del ojo pude ver como papá trataba de convencer a mamá de que todo estaría bien, yo sentí el impulso de unirme a él y tratar de hablar con ella pero no iba a moverme. No ahora que Tuk había conseguido conciliar el sueño entre mis brazos.

Entonces algo se vio al horizonte.

Esta vez si, no había dudas, era Lo'ak.

Todos nos levantamos, yo con cuidado ya que no pretendía asustar a Tuk. Corrimos hacia él sin importar el que el agua ya nos cubriese por la cintura. Una gran sonrisa adornaba su rostro; era feliz, estaba orgulloso de si mismo... aunque no más de lo que yo estaba por él. Todos lo rodeamos en un gran abrazo del que Tsireya no se soltó. Pronto pudimos notar como esta lloraba en su pecho.

- No vuelvas a asustarme así ¿me escuchas? - dijo, ahora mirándolo a la cara. Sus lagrimas eran una bonita mezcla entre felicidad y miedo, expresaban exactamente como se sentía en ese momento.

Lo'ak la volvió a abrazar esta vez dejando un cálido beso sobre su cabeza.

- Lo prometo. - dijo en algo que no llegaba a ser un susurro.

Entonces llegó mamá; papá iba detrás, ambos abrazaron a su hijo cuando Tsireya, al fin, se dignó a soltarlo.

Todos nos sentamos en la arena, y mientras esperábamos a que los dos últimos participantes llegaran compartimos anécdotas y experiencias vividas durante la prueba.

El tiempo fue pasando y afortunadamente el resto de participantes llegaron sanos y salvos. Puede que alguna herida tuviera que ser curada pero nada muy preocupante.

La llegada de todos los participantes daba fin a la prueba y, a su vez, comienzo a la gran hoguera, una que se celebraba una vez al año, el mismo día que la prueba de iniciación, en la que había bailes, cuentos, fiesta, música... y como no, regalos para los participantes.

Todos los participantes nos encontrábamos en primera fila frente a la hoguera, a mi derecha se encontraba Lo'ak mientras que Rotxo me acompañaba a mi izquierda, al lado de este, Ao'nung y así con el resto de jóvenes hasta formar una línea recta. Era el momento de los obsequios, familiares, amigos y conocidos pasaban de participante en participante entregando sus regalos, solían ser desde amuletos y collares hasta armas como pequeños cuchillos o lanzas.

Kiri, Spider y Tuk nos dieron regalos como colgantes y adornos para el cabello, Tsireya, como futura Tsahik que era estaba junto a su madre trazando runas en las manos que aun no habían sido pintadas de los participantes; estas simbolizaban el final de la prueba, el éxito.

Mamá y papá se encontraban juntos, sentados en la arena cuidando de Täla, la pequeña de los lideres Metcayina; ellos estaban un poco ocupados y supongo que papá se ofreció para ayudar.

Se los veía realmente felices, como si recordasen viejos tiempos... yo solo esperaba que no decidiesen revivirlos; porque por mucho que quisiese a mis hermanos, ya éramos cuatro, cinco junto a Spider, ¿otro más no sería un poco excesivo?

Salí de mi trance cuando una Metcayina se acercó a mi, era Aleya, traía una especie de pulsera entre sus manos y una tímida sonrisa en su cara.

- Hola Net' - saludo ignorando accidentalmente a Lo'ak. - Solo quería decirte que has estado increíble hoy - dijo rápidamente, como si fuera un discurso que tenía practicado y temiese que se le olvidara. Yo sonreí ante ello. - Se que mucha gente te lo habrá dicho ya, pero bueno - una pausa, yo iba a hablar cuando empezó. - ¿Qué tal tu brazo?

- Ammm bien, no es nada, Ronal a dicho que en unos días, pude que un par de semanas ya estará como nuevo. - reí un poco para aliviar la tensión del momento.

- Me alegro, en serio. - desvió la mirada de mi brazo para esta vez posarla en el regalo que llevaba en las manos. - Emmm esto es para ti, es una tobillera, esta hecha de conchas que encontré en uno de mis muchos paseos por la playa. - explicó mientras yo observaba el bonito regalo.

Estaba compuesto de pequeñas conchas de todos los colores y de distintas texturas, algunas blancas, otras rosáceas e incluso turquesas. Volví a sonreír, un deja'vu me invadió, durante apenas unas milésimas de segundo; en él podía ver a una feliz Rihia, buscando piedritas para hacer mi colgante como si fuera lo más emocionante que le hubiera pasado en días.

- ¿Quieres que te lo ponga? - dijo la Metcayina, yo asentí con la cabeza ya que con el brazo como lo tenía sería complicado ponérmelo.

Entonces ella se agachó frente a mi, era lógico que para ponerme la tobillera se fuera a agachar pero no pude evitar sonrojarme ante su acto. Observé como Lo'ak trataba de mantener la compostura y evitaba morir de un ataque de risa.

Sentí el suave tacto de sus manos en mi tobillo, que me provocaron cosquillas a las que tuve que contenerme.

- Ya esta. - dijo orgullosa de su nudo.

Su madre que se encontraba cerca la llamó por lo que tras despedirse tuvo que ir tras ella.

Entonces Lo'ak estalló a risas, yo traté de darle un codazo, pero inconscientemente lo hice con mi brazo herido soltando un gemido debido al dolor.

Cenamos, bailamos y cantamos a la luz de la luna, todos eran felices, algunos por su victoria en a prueba, otros por la victoria de algún conocido, otros simplemente eran felices, ni había una razón concreta, eran felices y ya.

Ahora nos encontrábamos cerca de la zona más frondosa del bosque, Lo'ak y yo, solos, como en los viejos tiempos.

- Me parece que hoy duermes en la arena. - me burlé de él. - No creo que Tsireya este por la labor de dormir contigo hoy. Puede que yo duerma en esa hamaca que compartís, parece cómoda.

- Que gracioso hermanito. - dijo con una sonrisa claramente forzada. - De todas formas no creo que sea un gran problema, ¡ya somos verdaderos Metcayina! Podremos elegir un marui, también una compañera de vida. - dijo emocionado.

- ¿Pensando en Tsireya? -pregunto lo obvio.

- ¡Como no! Ella es tan amable, soñadora, solo busca el bien para su gente... yo busco el bien para ella.

- Vaya, alguien se nos a puesto romántico. - canturreo.

- Skxáwng - ríe. - ¿Y que hay de ti? ¿Ya tienes a tu Tsireya?

Me quedo pensativo durante unos instantes, pienso en Rihia, si creo que tengo a mi Tsireya, bueno al menos tenía. Claramente lo malinterpreta.

- ¿Pensando en cierta Metcayina? - canturrea ahora él mirando mi tobillera.

- Skxáwng

Tanhì Taw ( Neteyam Sully )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora