17

1.3K 129 2
                                    

Neteyam

A partir de aquella noche todo cambió, no puedo decir si para bien o para mal, pero ya nada era igual.

Las lecciones se centraban única y exclusivamente en tratar de ampliar el mapa; ya no había más lecciones sobre pelea, tampoco sobre caza, y era raro el día en el que alguna anécdota salía de su boca.

Una parte de mi lo entendía, tras la muerte de Metya, sus responsabilidades frente al clan habían aumentado, y el tiempo que disponía para darme sus lecciones disminuía con el paso de los días.

Aun así, su comportamiento hacia mi no había cambiado prácticamente en nada, alguna vez hacia eso de acechar entre la vegetación, seguía llamándome skxáwng... pero ya no era lo mismo.

Me encontraba camino a nuestro lugar de encuentro, pero al llegar ella no se encontraba allí. Tras mirar al cielo me di cuenta de que había llegado un poco antes de lo habitual, así que decidí inspeccionar el mapa en el que tanto tiempo llevábamos trabajando.

Era fascinante, en estos últimos días habíamos avanzado de manera impresionante; todo el bosque estaba ahí, con sus cuevas, ríos y montañas... si no llegase a ser por la gran ayuda de los Ikran posiblemente no habríamos conseguido tanto en tan pocas semanas. Además habíamos extendido el mapa mucho más allá, en él se veía el infinito mar, también islas y tierras que o habíamos visto con nuestros propios ojos o suponíamos que se encontraban ahí.

Pasa el tiempo, casi una hora y de pronto mis orejas se giran en dirección a un conjunto de arbustos al escuchar un ligero chasquido. Me preparo para el ataque que Rihia había planeado, esperando que de algún momento a otro saltase sobre mi.

Pero eso no ocurre. De pronto mis ojos detectan un rápido movimiento, tan veloz que por poco consigo ver. Una flecha. Una flecha impacta a unos pocos centímetros de mi, en el árbol que se encontraba a mi lado; mis pupilas se dilatan y todo mi cuerpo se prepara para contraatacar. Durante solo unos instantes, me fijo en la flecha, algo que me paraliza durante unas milésimas de segundo. Yo conocía esa flecha, yo mismo la había tallado, para ella. Ahora se encontraba clavada en el tronco de un árbol recubierta por un liquido pegajoso, a juzgar por su olor alguna neurotoxina.

Entonces descarto la idea del contraataque, y con el mapa en mano corro. Corro, salto y esquivo a la máxima velocidad que mi cuerpo me permite, y no me doy el lujo de mirar hacia atrás. No podía, si ella era lo que me perseguía, ni siquiera correr iba a salvarme.

Aun puedo escuchar pasos a mis espaldas, son rápidos y seguros, como si se conociese el bosque de memoria, al igual que ella. En un intento desesperado silbo, pero no me detengo en ningún momento.

Corro hasta que mi cuerpo, de golpe, se detiene. A mis pies un barranco del que no veía fondo se presentaba, por otro lado escuchaba las pisadas aproximándose a mi. Cierro los ojos y pienso en como he llegado hasta aquí.

De pronto la llamada que hice fue respondida, un gruñido feroz fue lo que recibí como respuesta. Entonces sin pensarlo dos veces, doy unos pasos hacia atrás para correr rápidamente y lanzarme al vacío.

Caigo metros y más metros, hasta que choco contra algo, no era el suelo. Me agarro como puedo para finalmente incorporarme sobre la espalda del Ikran que acababa de salvarme la vida.

- ¡Buen chico! - conseguí decir dándole unas pequeñas palmadas, para después crear el vinculo.

Miro hacia atrás, pero debido a la altura en la que nos encontrábamos no podía distinguir si mi atacante, es decir ella, seguía ahí o no.

Ahora mismo mis sentimientos eran una mezcla abstracta, sentía miedo y adrenalina provocada por este, además de cansancio debido a la persecución. Mis piernas que ahora reposaban a ambos lados del Ikran estaban agotadas.

Pero, había un sentimiento que destacaba por encima de todo los demás, confusión. ¿Por qué? ¿Por qué ella? ¿Por qué ahora que todo iba bien? Lejos de sentirme traicionado, sentía confusión. Mi cerebro trataba de convencerme de que no era ella, de que volviese ahí abajo, la buscara y me dejase de tontearías, pero cada una de las teorías concluían en lo mismo; esa flecha era suya.

Entonces, al igual que aquella noche con Rihia, sentí como la brisa me susurraba, me impulsaba a cambiar de dirección, a volver a casa. A si que con el mapa que ahora tantos recuerdos me traía en mano, decido emprender el viaje de vuelta a mi hogar.

Eywa me había dado una segunda oportunidad, no pensaba desaprovecharla. Pero no viajaba solo, ya que una pregunta me acompañaría día y noche. ¿Qué será de ella?

Tanhì Taw ( Neteyam Sully )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora