36

1K 116 8
                                    

Rihia

Doy un paso al exterior que va seguido de otro más, después otro y me paro en seco. Esta claro que el día ya había comenzado en el arrecife, ya que na'vis de todas las edades andaban de aquí allá, llevando utensilios o trampas de caza, tejiendo redes, recolectando frutos... algunos otros simplemente existían y ya, hacían sus vidas sin preocupaciones ni temores, tampoco muchas obligaciones; de todas formas, todos parecían tener su sitio aquí. Yo sentí un pequeño escalofrío al pensar en mi hogar.

- ¡Vamos! - me sobresaltó Ao'nung tocando mi hombro. - Hay mucho que ver. - y sin añadir nada más empezó a andar hacia delante dejando los entretejidos puentes que conectaban los marui atrás.

Me permití un instante más para observar a mi alrededor y acostumbrarme a los colores, el calor del sol sobre mi piel, el ruido del mar y sus habitantes... ya que tanto na'vis como criaturas convivían también en este clan.

Para cuando me di cuenta Ao'nung ya me sacaba unos cuantos metros, a si que tuve que correr un poco para llegar a su par. Este rió ante mi acción a lo que yo rodé los ojos.

Llegamos a una zona llamada playa, el suelo aquí era distinto, estaba compuesto de diminutas motitas que si no recuerdo mal, Ao'nung me dijo que se hacían llamar arena. La sensación de la arena escurrirse entre los dedos de mis pies era verdaderamente placentera y me entretuve un buen rato inspeccionando todo lo que podía hacer con ella. Tanto que me dio por probarla, ya que algo así tenía pinta de ser verdaderamente sabroso; Ao'nung intento detenerme pero ya era muy tarde, y tras coger un poco de ese polvo entre mis manos me lo llevé a la lengua. Pronto empecé a toser.

- ¿¡Pero como se te ocurre!? ¿Acaso te has quedado con hambre tras el desayuno? - decía mientras se reía muy descaradamente de mi.

- ¿¡Podrías haber avisado antes no crees!? - dije una vez pude eliminar esa horrible sensación de mi boca.

- Llámame loco, pero ¿Cómo esperabas que se me ocurriera? - dice mirándome burlón. - En mis diecinueve años, nunca nadie había intentado comer arena. - y ahí volvieron las risas otra vez.

Yo le pegué en el brazo y él siguió andando hacia adelante, ahora que yo estaba detrás de él pude fijarme en el tatuaje que recorría uno de sus musculosos brazos; pude ver uno parecido en el brazo de Neteyam; luego investigaría sobre ellos.

Continuamos andando, el primogénito de los lideres me explicó sobre los distintos roles en el clan y de vez en cuando nos acercábamos un poco más a los Metkayina para inspeccionar y explicar las dudas o curiosidades que me surgían.

Traté de no tomarle importancia, pero no pude pasar por alto el hecho de que cada uno de los integrantes del clan me observaba más de lo debido. Parecían analizar mi comportamiento, mis movimientos... supongo que trataban de detectar si yo era de fiar, o si por el contrario era una posible amenaza. Y no los culpaba por ello, yo misma hacia eso constantemente.

Tras una buena caminata y haber visto en vivo y en directo como tejían las prendas, los parches para sus marui y como creaban trampas para criaturas marinas, nos sentamos a la sombra de una gran palmera y nos dispusimos a comer algo de pescado, uno que habíamos visto incluso como cazaban.

- Bueno, iba a preguntarte si te gustaba pero ya veo que si. - dijo viéndome devorar una brocheta de pescado. - ¿Qué te parece el clan? - preguntó curioso.

Yo dejé de comer y traté de encontrar palabras para describir lo que realmente sentía; finalmente dije...

- Diferente. - para continuar con mi festín de este más que sabroso pescadito.

- ¿Diferente?

- Mhmm - asentí con la cabeza.

- ¿En que sentido? - era una pregunta que iba a ignorar si no hubiera continuado. - Es decir, ¿en que es distinto? - una pausa. - Yo, al igual que la mayoría en este clan, no he salido nunca, yo no conozco más que esto.

- Distinto. - repetí. - El bosque... - no sabia por donde empezar. - no tiene nada que ver con lo que hay por aquí. - giré mi cabeza mirando hacia los lados. - Los arboles son mucho más altos y gruesos, en ellos puedes escalar con facilidad, te permiten vivir en ellos incluso. Son seres muy generosos.

Yo había parado pero él me miró y entendí que no quería que me detuviese. Entonces empecé a explicarle todo lo que venía a mi mente, la sensación de la yerba en comparación a la arena, las piedras y rocas y sus distintos colores, también le hablé sobre ríos, que al parecer por aquí, aunque si que hay lagos y pequeños estanques, no tienen nada parecido a un río como tal.

- Parece genial... - dice mirando hacia la nada, parecía inmerso en su imagen mental del bosque.

- Sí, si que lo es. - digo, pero la conversación cesa cuando siento una mirada sobre mí.

Me giro y miro en varias direcciones para finalmente descubrir de donde venía esa mirada. En el interior de un marui no muy lejano a donde nos encontrábamos, a unos cuantos metros, pude vislumbrar unos ojos ámbar que nos observaban intensamente. Skxáwng.

La entrada del marui esta completamente abierta y deja a la vista quien se encuentra en su interior. Neteyam esta sentado cerca de la entrada y otras dos na'vi lo acompañan. Solo fui capaz de identificar a una de ellas, Neytiri, su madre, que se encontraba de pie hablando con él y con la otra na'vi, desconocida para mí, claro.

Esta parecía rondar nuestra edad y tenía que ser una Metkayina, ya que físicamente era idéntica a cualquier otro na'vi del arrecife. Ella masajeaba y curaba las heridas de Neteyam; y por alguna razón que no comprendía del todo, algo en mi se encendió mientras veía como ponía sus manos sobre él, sí, lo estaba curando pero...

- Hemos terminado por hoy. - Ao'nung me sacó de mis pensamientos. - Puedes retirarte si es lo que quieres. - dijo algo cortante.

- Gracias. - dije y tras una última mirada puse rumbo hacia aquel marui.

Tanhì Taw ( Neteyam Sully )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora