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Rihia

Mis ojos se abren con los primeros rayos de luz que se filtran a través de la puerta cerrada del lugar en el que me retienen. Sí, eso es, un lugar en el que me retenían. Ao'nung lo había llamado marui, que según parecía era donde las familias en este clan vivían, dijo que para mi sería igual, aunque no le creí en absoluto, ya que tras echar una mirada rápida hacia la puerta pude observar dos sombras grandes haciendo guardia desde fuera. No se habían movido en toda la noche.

Bajé mi mirada hacia el suelo, que estaba hecho de una especie de red, una muy gruesa y entretejida a base de una técnica que la mantenía firme y resistente, una técnica que nunca antes había visto. A través de los pequeños agujeros se podía observar el mar, agua cristalina de no mucha profundidad pendía bajo mis pies; por las noches podía sentirse el vaivén de las olas acompañado de una tranquilizante canción.

El agua no me apasionaba en absoluto, y como imaginé, dormir sobre ella mucho menos. Seguramente esa, además de tener en cuenta el hecho de estar en un clan completamente desconocido para mí, había sido la razón por la que no pegué ojo anoche.

No pretendía quedarme, era algo que ni siquiera me planteaba; y aunque en un principio me pareció amable la invitación del que suponía que era el líder del clan, esperaba con ansias el momento para escapar, de este marui, de este clan, de este arrecife...

De pronto mis pensamientos se ven interrumpidos por una voz que me hace ponerme alerta.

- ¡Buenos días! - dice Ao'nung entrando al marui.

Aproveché la ocasión para observar un poco el exterior, y efectivamente, como yo había intuido, dos grandes guerreros que posiblemente me doblaban tanto el tamaño como la edad vigilaban la puerta de mi "prisión".

Estuve tan distraída tratando de analizar todo de ellos; sus armas, sus posiciones, sus posibles puntos débiles que ni siquiera me percaté de que el joven hijo de los lideres se encontraba frente a mi. Me asusté un poco debido a su cercanía a si que retrocedí sobre mis rodillas unos cuantos pasos.

- ¡Oye! Tampoco soy tan feo. - dice este riendo.

Yo no respondo, ya que mi vista se centra en sus manos, más bien en lo que este tiene entre ellas. Ao'nung se sienta frente a mí sin eliminar el espacio que yo había interpuesto entre ambos, cosa que agradezco, y se fija en que miro atentamente el cesto que él había traído, también hecho a base de redes, que contenía frutas que nunca antes había probado. No podía ponerles nombre a ninguna de ellas, aunque el hambre que tenía me hacia desearlas de sobremanera.

- ¡Ah! Sí, te he traído esto. No se si tienes hambre, aunque teniendo en cuanta que no cenaste ayer... - se quedo callado, parecía no saber que decir. - Bueno, da igual, toma. - agarró una y me la dio. Se quedó esperando a que yo cogiera esa fruta redonda y amarillenta pero eso nunca ocurrió. - Vamos, tienes que comer algo. -insistió.

Yo no es que no tuviera hambre, de hecho sentía como mi estomago empezaba a doler cada vez más, pero no pensaba comer nada, no viniendo de un clan en el que me tenían como prisionera. Miro hacia la entrada y hablo.

- En mi clan no tratamos a los invitados así. - digo sin mirarlo.

Él parece entender a lo que me refiero ya que me mira y rebusca entre el cesto de frutas.

- Sí, lo sé... pero mira, ten. - dice dándome la mitad de un fruto que acababa de partir.

Yo lo cogí con desconfianza, él al ver mi gesto se lleva la otra mitad a la boca mordiendo con ganas. El ruido de la mordida, el ver como masticaba y parecía disfrutar de su desayuno me hizo replantearme un par de cosas, a lo mejor no me pasaría nada si yo también...

- Ves - dice una vez ya había masticado y tragado lo que se había llevado a la boca. - No esta envenenada ni nada de eso. Puedes comer tranquila.

Entonces lo miro una ultima vez para después desplazar la mirada al trozo de fruta jugosa entre mis manos. Finalmente el hambre me puede, a si que me la llevo a la boca bajo su atenta mirada. La muerdo al igual que él había hecho y tuve que reprimir un gemido cuando sentí todo aquel zumo dulce en mi boca. Ao'nung sonrió orgulloso, para volver a darle otro mordisco a su mitad.

- Sabía que te gustaría. - dijo sonriente.

Yo no contesté ya que estaba demasiado ocupada devorando ese fruto tan delicioso, ese regalo de Eywa.

Yo comía y comía mientras él me observaba, reía y hablaba de cosas a las no prestaba gran atención, mi objetivo ahora mismo no era otro más que conseguir salir de aquí.

- Papá ha dicho que debería enseñarte el clan. Ya sabes, si es que ahora vas a vivir entre nosotr

- No me voy a quedar aquí. - le corto. - No mucho tiempo al menos. - recalco.

Estaba segura de que él me había escuchado ya que había dejado de hablar pero no parecía creerse lo que yo decía.

- Enserio. - digo ahora mirándolo, dejando mi delicioso desayuno a un lado. - Antes o después conseguiré escapar, huir de aquí. - el rio ante mi comentario.

- Si, claro que si. - dice pero no dejaba de reírse; yo lo miro seria ya que estaba claro que no me tomaba en serio.

- Lo digo enserio. - él deja de reír, pero la sonrisa no se borra de su cara. - Dentro de poco... - añado.

- Si tu lo dices... - y ruedo los ojos porque sé que no me estaba tomando enserio. - Bueno ¿vamos? - dice poniéndose en pie y ofreciéndome su mano para levantarme.

Yo hablaba muy enserio; en cuanto tuviera la oportunidad me iría; sí, eso es, me iría y volvería a casa... pero no sin antes hablar con Neteyam.

Miro su mano y la ignoro para levantarme yo misma, él ríe ante mi acción y comienza a andar. Se para frente a la entrada y la abre teatralmente.

- Bienvenida Rihia al clan Metkayina. - dice sosteniendo la gruesa tela que hacia de puerta para darme paso al exterior del marui, para darme paso al interior del clan.

Tanhì Taw ( Neteyam Sully )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora