Epílogo

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Ao'nung

El sabor agridulce crece en mi boca a medida que avanzamos. Intento controlar, sin éxito alguno, el acelerado ritmo al que mi corazón late, podía escuchar cada uno de mis latidos con absoluta claridad.

Una mano se cierne sobre mi brazo, presionándolo suavemente. Mi respiración se detiene durante unos segundos, y sin darme cuanta mi mano ya se había posado amenazante sobre el cuchillo que colgaba de mi cintura.

Unos estúpidos ojos ambarinos me miran burlonamente.

- ¿Nos harías el favor de calmarte? - yo ruedo los ojos al apreciar ese tono burlón en el Omaticaya. - Algunos intentamos explicarles un par de cosas sobre las profundidades de los bosques a los más pequeños. - yo ruedo los ojos, sabía de sobra a lo que se refería.

Escucho una pequeña carcajada, es entonces cuando poso mis ojos sobre la pequeña na'vi que mi amigo cargaba a sus hombros. Sonrío en su dirección, ella me devuelve una amplia sonrisa, sus pequeños colmillos captando mi atención. El destello de un antiguo recuerdo se apodera de mí; si no fuera por el hecho de que Täla se encuentra ahora saltando de árbol en árbol como si todo el bosque le perteneciera, incluso llegaría a confundirla con mi pequeña sobrina de ojos ambarinos.

Soy consciente de que han pasado ocho años desde que mi hermanita tuvo esa edad, pero volver a pisar tierra firme, este bosque, otra vez, hace que todo mi cuerpo entre en un estado de confusión exasperante. Como si el tiempo no hubiera transcurrido, haciéndome revivir en bucle aquel día...

- ¡Discúlpenos profesor Sully! - bromea mi hermana entre carcajadas a la vez que le da un leve golpe en la cabeza a quien además de ser su pareja, es el padre de su hija.

- ¡Auchhh! - Lo'ak se dramatiza entre carcajadas. - Vamos pequeña, dejemos a estos dos aburridos atrás.

La pequeña na'vi, de apenas dos años de edad, ríe ante la actitud de su padre y extiende sus brazos simulando volar a la vez que su padre corre por el sendero con ella acuestas.

Por el rabillo del ojo puedo ver como mamá le grita algo al Omaticaya sobre tener cuidado de no caerla. Tsireya, por su parte, solo observa la escena riendo a carcajadas.

- Mamá tiene razón, algún día ocurrirá. - comento yo sin detener el paso.

- Mamá tiene razón en muchas cosas, - una pausa. - no en todas.

Suspiro una vez, miro a mamá, vuelvo a suspirar.

- ¡Hey! - llama mi atención, tratando de llevar mi vista hacia ella. - Recuerda para que hemos venido aquí, ¿si? - dice sosteniendo mi mano, que ahora quedaba demasiado grande entre las suyas.

Abro la boca para contestar pero la voz de Kiri me interrumpe.

- ¡Chicos! Es por aquí. - dice señalando una pequeña cascada a la que se le unía un pequeño arroyo.

- Estamos cerca. - susurra Tsireya.

- Si, de eso no hay duda. - contesto reviviendo una vez más aquel día, aquella muerte.... junto a ella el nuevo cargo que se me otorgó, uno del que dudo estar a la altura, de alguna vez ser digno.

Olo'eyktan. Olo'eyktan. Olo'eyktan.

Neytiri

- ¿Estas segura de que esto a sido buena idea? - habla Jake susurrando en mi oído.

Ruedo los ojos para después mirar hacia mi derecha, a unos cuantos pasos de nosotros se encontraba Kiri, que parecía costarle seguirnos el ritmo por mucho que ella insistiera en que no. Miro al Metkayina que anda junto a ella, uno de sus brazos entrelazado con el de Kiri en un intento por ayudarla a avanzar más cómodamente, por mucho que su muy abultado vientre se lo impidiera.

Tanhì Taw ( Neteyam Sully )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora