60

720 80 25
                                    

Kiri

- ¡Tuk! - gritamos todos al unísono, a excepción de Neteyam, que aún sigue clavado en su lugar.

Todos desenfundamos nuestras armas para encontrarnos con que una de las hembras del clan sostenía a Tuk entre sus manos, una de ellas en su boca.

- ¡Ne'im! - grita la mujer. Nosotros, consumidos por el pánico, hacemos caso y retrocedemos.

Entonces siento unas manos sobre mis hombros que me agarran y apresan. Pataleo ante el agarre, pero es inútil, sus uñas se hunden en mi piel hasta doler. Yo reprimo un grito. Me lo trago, puedo sentirlo deslizarse a lo largo de mi garganta...

Estábamos rodeados.

Miro a mi alrededor, mi pánico se multiplica al ver que todos y cada uno de nosotros somos retenidos por estas "guerreras".

Neteyam seguía como... vacío, como si estuviera muerto pero no, solo por dentro...

Estas empiezan a hablar entre si para después empujarnos dirigiéndonos así hacia la hondonada, directos al interior del clan. Entonces hago un intento desesperado por comunicarme con ellas.

- ¡Ayoeng za'u... - (Nosotros venimos...) Titubeo, pero me interrumpen.

- ¡Fnu! - nos ordenan callar. Eso lo entendemos todos a la perfección.

Nos arrastraban con impaciencia, forcejeábamos y luchábamos por soltarnos de sus agarres, pero era realmente imposible.

- ¡Fpom! - (¡Paz!) Grito esperando que me entiendan; y o bien no lo hacen, o no quieren hacerlo, ya que me ignoran por completo, como si ninguna palabra hubiera salido de mi boca.

En un abrir y cerrar de ojos ya nos encontrábamos en las entrañas de aldea.

Decenas de na'vi nos rodeaban, todas hembras... Me pude fijar en que todas ellas compartían algún rasgo que otro en común con mi mejor amiga; Rihia.

¿Dónde demonios estas?

Algunas tenían los ojos más azulados, otras incluso rosados, el pelo variaba entre distintos tonos y gamas de blanco y grises, las manos... algunas tenían las uñas blancas, otras sin embargo algo grisáceas...

Se acercaron muchas más integrantes, algunas guerreras como nuestras captoras, que seguían discutiendo cosas entre si, yo apenas pude identificar algo. La que sostenía ahora a Tsireya empieza a hablar en alto.

- Pxey tutte, tsíng tutean. - (Tres hembras y cuatro machos) Yo no entendía todo, pero si la mayoría, Neteyam tenía razón, las variaciones en sus palabras eran insignificantes.

- ¿Si set? - (¿Hacer... ahora?) Esto me costó un poco más que lo anterior, pero suponía que se preguntaban que hacer con nosotros.

Yo abro la boca para hablar pero alguien me obliga a cerrarla poniendo su mano sobre esta.

- ¡Tsapang! - grita una de ellas poniendo su cuchillo cerca del cuello de Rotxo. (Matémoslos)

No, eso no lo permitiría.

- ¡No! - grito y muerdo, consiguiendo finalmente liberar mi boca.

- ¡Skxáwng! - me grita furiosa, su cuchillo acercándose peligrosamente a mi cara.

Entonces en esa situación de estrés y pánico absoluto digo lo primero que viene a mi mente.

- ¡Rihia! - una pausa. - ¡Rihia! - repito, la na'vi aleja el cuchillo de mi cara, durante un instante puedo sentir la confusión atravesar su rostro. Entonces me percato que Neteyam, que hasta ahora parecía absorto en algo que no lograba entender... reacciona, ahora mira hacia mi dirección. - ¡Rihia! - grito una última vez esperando que mi mejor amiga saliera de la muchedumbre y pusiera fin a esta pesadilla.

Pero eso nunca se dio.

Algunas otras na'vi del clan, empezaron a discutir entre ellas, ahora agitadamente; yo, que había intentado seguir la conversación, ya estaba completamente perdida. Todo iba demasiado rápido, apenas conseguía palabras sueltas...

De pronto parecen ponerse todas de acuerdo y vuelven a forzar el agarre que hacían sobre nuestras muñecas. Ahora con fuerza y rapidez nos arrastraban por el suelo hasta llegar, al fin, a un conjunto de arboles de raíces entretejidas. Bajo esas raíces se podía ver un gran pozo en el suelo al que se podía acceder mediante una escalera de madera. Pronto me di cuenta de que no se trataba de un pozo cualquiera.

Una celda, eso es lo que era.

Una celda para gente como nosotros, invasores, huéspedes no deseados...

Una na'vi, que también parecía guerrera se acerca a las raíces y las levanta dejando a la vista el oscuro agujero bajo estas. Una puerta, eso es lo que eran, las raíces funcionaban como si fueran... rejas.

Con brusquedad nos empujan a su interior. Caigo de rodillas, mis manos y piernas tiemblan ante el impacto pero me levanto rápidamente para correr hacia el exterior. Me doy la vuelta y cuando consigo que la cabeza dejara de darme vueltas... las raíces habían vuelto a su lugar.

Ahora estábamos encerrados, en un clan desconocido, y nadie, nadie, absolutamente nadie, sabía donde nos encontrábamos.

Fruto de una rabia incontenible, empujo y araño con mis manos desnudas las gruesas raíces que nos retenían. Nada. Era simplemente inútil. Yo sigo arañando hasta que mis uñas se parten y de mis manos la sangre comienza a brotar.

Giro mi cabeza a mi derecha, y veo como tanto Ao'nung como Rotxo imitan mi acción sin conseguir nada su cometido.

A nuestras espaldas la voz de Net' se escucha por fin. Todos nos detenemos para giramos en su dirección.

- Lo que estábamos presenciando, hace unos instantes... se trataba de un funeral. - una pausa. - El funeral que hemos interrumpido... era nada más ni nada menos que el funeral de la sucesora a Tsahik, la segunda al mando. - su tono voz era terroríficamente calmado, sus ojos, en cambio, eran similares a la celda en la que nos encontrábamos; lo que trataban de retener: sus lagrimas.

- ¿La conocías? - la suave voz de Tuk no es capaz si quiera de hacerme desviar la vista de mi hermano.

- Sí.

Tanhì Taw ( Neteyam Sully )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora