Capítulo 5

53 4 1
                                    

Me despierto queriéndome morir. Me duele la ingle.

Abro los ojos y no sé dónde estoy. Entra un poco de luz por la ventana, lo que me permite ver que efectivamente no estoy en mi casa. Sino en la de un extraño.

Mierda.

Jodida mierda.

La misma peluca que llevaba puesta Max está ahí tirada.

Joder.

Me he acostado con un amigo de mi hermano.

¿Quizás son conocidos?

Puede que sea un jugador del equipo de mi hermano.

Sí, tiene que ser así.

Pero no sé si eso lo mejoraría.

Joder.

Me levanto para buscar la ropa que está desperdigada por el suelo. Le quito un poco de la sábana porque, aunque ambos estamos desnudos me da vergüenza. Y entonces le veo la cicatriz que tiene en la espalda.

De cuando se cayó jugando con mi hermano con la bicicleta.

— ¡Joder! —Suelto.

En ese momento Roderick se gira y abre los ojos.

— ¿Qué...?

No le da tiempo a terminar de hablar porque llaman al timbre.

—Mierda, mierda, mierda. Escóndete.

— ¿Qué?

—Es tu hermano, quedé con él para correr.

— ¿En serio?

—Sí, escóndete en lo que me deshago de él.

Cojo la ropa corriendo en lo que me meto en el armario.

Estoy demasiado nerviosa, me tiemblan las manos así que no me muevo ni trato de vestirme.

Pasan los minutos más largos de mi vida.

¿Tan difícil es deshacerse de Max?

Es mi hermano. Claro que es difícil deshacerse de él. Siempre está molestando. Si no tuvimos nuestra propia habitación hasta que yo tuve quince y mis hermanos diecisiete porque él se negaba a dejarnos solas, aunque Elle y yo deseábamos tener nuestro propio espacio. Menos mal que solo teníamos que dormir en la misma habitación y que podíamos estudiar cada uno en la suya.

Al cabo de cien años, Roderick abre la puerta.

—Se fue. —Dice serio.

Sus ojos vuelven a ser hielos. Una pena, ayer parecían mucho más cálidos.

— ¿Te importa? Me quiero vestir. —Digo mientras salgo.

—Ya vi todo lo que tenía que ver. —Responde encogiéndose de hombros.

Maldigo por lo bajo, y sin pensar me vuelvo al armario de donde acabo de salir.

Me visto ahí. Dando gracias a que al menos es lo suficientemente alto como para poder estar de pie ahí dentro.

Cuando estoy vestida, salgo y Roderick se ha colocado una sudadera. Antes solo le dio tiempo a ponerse unos pantalones de deporte. Está terminando de hacer la cama.

—Podías haber ido al baño. —Lo señala con la cabeza sin ni siquiera mirarme.

Sin decirle nada entro para mear y enjuagarme la cara.

Dios, me he acostado con el mejor amigo de mi hermano. Dios mío. ¿Dónde me he metido? Y encima es el hermano de mi mejor amigo. Y nuestros padres son muy amigos. Joder, si hasta son los padrinos de mis hermanos. Hay demasiada gente involucrada en todo esto.

Me enjuago la cara. Con suerte apenas llevé maquillaje ayer. Los labios y poco más.

Tengo un enorme chupetón en el cuello gracias al señor que está fuera.

Me subo el vestido y tengo cardenales en las nalgas. Menos mal que no tengo ninguna sesión fotográfica en dos semanas. Espero que sea tiempo suficiente para que sane.

Salgo enfadada mientras Roderick está tumbado mirando el móvil.

—Podías haber tenido más cuidado. —Le recrimino señalándome el cuello.

—Ayer no te quejaste. —Se encoge de hombros.

— ¿Dónde están mis botas?

—Ahí. Las dejaste en el salón. —Me reclama.

—Diría que lo siento, pero no lo hago.

—Deberías, tu hermano me ha empezado a hacer preguntas.

— ¿Qué le has dicho?

— ¿Qué le iba a decir?

—No le habrás dicho que he sido yo, ¿no? —No creo, pero no me fío de él.

Pone los ojos en blanco.

—Obviamente, no quiero morir. He dicho que no te conocía. Pero antes de fijarse en las botas, se fijó en esto. —Se señala la boca.

Tiene el labio de abajo hinchado gracias al mordisco que le di.

Sonrío contenta con el resultado.

— ¿Quieres que te pida perdón? Porque no pienso hacerlo. Te lo mereces después de marcarme como a un animal.

Suelta una risa amarga.

Termino de colocarme las botas.

—Esto no volverá a pasar. —Me dice—. Estaba borracho, con ese antifaz no te reconocí y fin de la historia.

—Parece que por fin estamos de acuerdo en algo. Si no hubieras ido con la cara pintada, hubiera sabido quien eras y te hubiese apartado. —Digo con asco.

—Una pena.

Me muevo a la salida y él me abre la puerta.

—Nos vemos en un rato. —Se despide.

— ¿Qué?

—Las calabazas.

Joder, se me había olvidado. ¿Cómo voy a enfrentarme ahora a todo el mundo? Tengo un par de horas para procesar toda esta mierda.

—Sí, eso.

Espero al ascensor. Justo cuando voy a entrar, Roderick me llama.

—Eve.

— ¿Qué?

—Lo que ha pasado queda entre los dos, ¿de acuerdo? Nadie puede enterarse.

Asiento.

¿Qué he hecho?


Nos vemos en unos días, Lucía xoxo

Nos vemos en unos días, Lucía xoxo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora