Capítulo 67

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Después de recoger la comida, subí las escaleras lo más deprisa que podía. Había sido tan inteligente que con las prisas se me había olvidado que el piso tenía un ascensor. Sí, así era yo bajo presión. Una ameba incapaz de pensar. Porque no vivía en un primero sino en un tercero.

Menos mal que el edificio era de pocas plantas y que a este señor lo de las alturas no le gusta demasiado y no ha querido mudarse al último piso.

Madre mía. Aun siendo un tercero siento que mis piernas se van a romper en cualquier momento. ¿Por qué no he salido deportista como mis hermanos?

Definitivamente tengo que hacer más deporte porque esto no es normal.

Llego y dejo las bolsas con cuidado en el suelo, aunque como era de esperar, uno de los recipientes no estaba bien cerrado y se derramó un poco de la sopa, por lo que el suelo se manchó, dejando un rastro.

Genial.

— ¡Joder! Ni una cosa bien. —Maldije.

Abro la puerta y como era de esperar, todo está a oscuras. Le doy al interruptor, pero no funciona, supongo que habrán cortado la luz. Al final, fue bueno que cogiera las escaleras, mira tú por dónde. Como para que me hubiera quedado encerrada en él.

Recojo las bolsas nuevamente y voy hacia la cocina que está al lado de la entrada. Empiezo a sacar los recipientes para guardarlos en la nevera cuando escucho un ruido.

Me muero.

Niego con la cabeza y sigo con lo mío.

La nevera tampoco tiene luz, supongo que al cortar la luz también la energía de ella ha cedido. Miro el móvil y compruebo que como mucho, en dos horas viene Roderick. Así que la comida no es como si fuera a ponerse mala ni nada de eso.

Busco si hay velas porque bueno, no he caído en comprarlas para la cena. Sí, podía haberlas comprado, pero se me ha olvidado. Lo de "cena romántica" me la he pasado un poco por ahí porque las velas son de las cosas más importantes y básicas para una cena romántica.

Cuando voy a guardar lo último en la nevera, vuelvo a escuchar un ruido. Y con el corazón a mil porque esto no me da buenas sensaciones decido dejarlo en la encimera.

No sé si apagar o no la linterna del móvil. Si hay alguien, que espero que no, y no debería porque bueno... Roderick paga la comunidad para tener un portero y no debería haber problema... Eso es lo que digo en lo que voy a acercarme a ver qué es lo que se habrá caído.

Además de que cuando me ha visto el portero no me ha dicho nada de que alguien hubiese venido ver a mi novio. Y sabe que yo iba a su piso. No hay nadie más que conozca que viva aquí así que me lo diría.

Finalmente decido dejar todo a oscuras, apagando la linterna que ya había encendido cuando había estado guardando las cosas en la cocina. Pero vamos, que es para que si realmente hay alguien que no sepa que estoy aquí, aunque... si hubiese alguien ya me habría oído. Porque entre que he abierto las puertas y todo... vamos, estaría sordo. Además de que yo lo que se dice silenciosa... silenciosa no lo soy

En ningún aspecto de mi vida.

Sí, puede que haya tenido alguna imagen un tanto sucia en lo que decía todo esto.

En serio, no me puedo creer que esté diciendo estas cosas cuando se supone que estoy asustada. Porque estoy asustada. Al menos un poco porque mi parte racional me dice que estoy haciendo el gilipollas. Que no el tonto porque eso es demasiado poco para todo lo que estoy pensando. Es que en serio, se supone que estoy mínimamente asustada y estoy pensando en sexo con Roderick.

Para zarandearme.

Voy hacia el cuarto de Roderick que es por donde creo que venía el ruido. Y en mi acto de despiste enciendo la linterna. Porque no veo una mierda la verdad y me pone más nerviosa no ver si hay algo.

La habitación está intacta. La cama está hecha sin arrugas, no como la mía que siempre que la hago tiene arrugas por todos lados porque nunca tengo ni la paciencia ni las ganas de ponerme a estirar las cosas. Sí, lo sé son unos segundos de más. Pero... ¿y la de cosas que se pueden hacer en esos segundos? Pocas, pero se hacen cosas. Si no que se lo digan a Roderick cuando...

De repente escucho un golpe y pego un bote del susto.

Parece que viene del ¿armario?

Lo abro escuchando mis palpitaciones, que van bastante rápido.

Y veo una caja de cartón que no para de moverse.

Por favor que no sea una cucaracha.

Por favor que no sea una cucaracha.

Me asomo y un adorable gatito blanco está jugando con una pelota azul pequeña.

¿Desde cuándo tiene Roderick un gatito?

Lo acaricio un momento y me da unos pequeños lametones. Tiene la lengua áspera, cosa que me sorprende porque la verdad es que en casa solo hemos tenido a Finn y los demás perros con los que he tenido contacto no la tenían así. Supongo que es porque son de diferente especie.

—Hola, cosita. Hay que ver que te han encerrado aquí.

Miro hacia la habitación de nuevo iluminada con la linterna y ve que, en el fondo, pegado a la pared hay un cuenco con dos compartimentos con agua y comida.

No entiendo, para qué Roderick lo ha encerrado si después le deja las cosas fuera.

Decido dejarlo en caja, pero le traigo las cosas ya que como está a oscuras puede perderse por la casa si no la conoce. Aun así, le dejo la puerta del armario abierta porque no quiero que se asfixie.

Estoy mucho más tranquila ahora que sé que era solo un gato. Voy a abrir la puerta para salir y preguntarle al portero si sabe por qué han cortado la luz.

No puedo dejar al gatito así.

Aunque parece bastante entretenido y creo que ha pasado gran parte de la tarde dormido, el pobre se ha quedado mucho tiempo solo y a oscuras.

Intento abrir la puerta, pero está cerrada. Juraría que yo no he cerrado con llave, aunque lo mismo lo he hecho para que Roderick no se dé cuenta de que alguien estaba aquí.

Meto la mano en el bolsillo para sacar las llaves, pero no me da tiempo a hacer nada porque de un momento a otro me dan un golpe en la cabeza y caigo al suelo.

Todo lo demás se vuelve negro.


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