Capítulo 20

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Después de una conversación algo incómoda, en la que ha habido más silencios que otra cosa, Roderick se levanta para irse. Decido acompañarlo, aunque me noto todavía cómo el corazón me va a mil por hora por la proposición.

—Bueno...—Dice en lo que va abriendo la puerta.

—Bueno...

No se da la vuelta, sino que está de cara a mí. Le miro la boca y él hace automáticamente lo mismo conmigo.

—Adiós. —Intento decir en un susurro que apenas llega a salir de mi boca porque de repente Roderick me besa.

Me sale un jadeo de forma automática, me es inevitable no corresponderle. La puerta se cierra de un portazo en lo que él se inclina sobre mí con las manos en mi cintura y las mías en su cuello. Me coge y me lleva en volandas, subiendo las escaleras, hasta mi habitación. No tengo que indicarle dónde está, él ya lo sabe de todas las veces que ha estado en mi casa.

Cierro la puerta, porque, aunque no esté nadie en casa, tengo esa costumbre. Roderick me coloca sobre la cama en lo que ambos comenzamos a desnudar al otro. Vamos algo desincronizados, porque más de una vez uno de los dos debe esperar a que uno acabe para desnudar al otro.

No hablamos ya que tenemos las bocas demasiado ocupadas, aunque tampoco es algo que nos haga falta teniendo en cuenta que no parece que sea el propósito de lo que va a ser nuestra relación. O al menos eso he entendido, yo qué sé.

No sé en qué momento nos hemos desnudado completamente, pero no puedo evitar recorrerle con la mirada. No cuando antes no hemos estado así. Solo la primera vez y ninguno de los dos era consciente de lo que estábamos haciendo.

Él hace lo mismo y trago saliva algo nerviosa, aunque puedo ver cómo sus ojos se dilatan y entiendo que le gusta lo que está viendo. Así que algo me tranquiliza.

Cuando ya no aguanto más esa mirada tan intensa, decido ser yo la que lo besa a él. Sus manos se deslizan esta vez por mi trasero, apretándome contra él, provocando que pueda notar su erección. Suelto un jadeo y noto como sonríe mientras nos seguimos besando.

Me pone con la espalda sobre la cama, en lo que él se va colocando encima de mí. Abandona mi boca para descender sobre mi cuerpo mientras reparte besos, mordidas y lametones, se detiene unos segundos sobre ese tatuaje que tanto mis padres como hermanos y yo tenemos en la cadera para después seguir hasta más abajo. Me salen sonidos indescriptibles que no hago por controlar ya que no hay nadie en casa.

Tengo el pelo desperdigado por la cama, y es que antes de que Roderick intentara irse, me deshice del moño e intenté peinarme con los dedos para estar algo más decente. Aunque tampoco es que haya servido para mucho, porque aquí estoy, sudando por las altas temperaturas.

Noto la lengua de Roderick en mi interior y automáticamente, mis manos pasan a su pelo para que siga haciendo su trabajo. Se siente demasiado bien, ¿por qué no ha hecho antes esto conmigo? Dos dedos entran en mi interior e inevitablemente arqueo la espalda, su lengua hace presión sobre mi clítoris. Hace círculos, incluso algún que otro bocado mientras que sus dedos entran y salen.

Dios mío.

No sé en qué momento llego al orgasmo, pero Roderick parece que no se cansa y sigue un poco más, hasta que saca la cabeza de mi interior y me mira directamente sonriente. Su boca tiene un brillo a causa de mis fluidos. Se incorpora y me besa.

Sabe a mí pero no me molesta.

Mi mano se desliza sobre su miembro, al que aprieto y muevo de arriba abajo.

Roderick gruñe en consecuencia.

—Por mucho que me gusta, prefiero estar dentro de ti.

Asiento porque no voy a contradecirle. Roderick busca en sus pantalones un condón que se coloca.

Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora