Capítulo 61

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La vuelta a casa fue tranquila hasta que aterrizamos. A pesar de coger un vuelo privado, eso no impidió que miles de fotógrafos nos esperaran a las afueras del aeropuerto. Estábamos en el coche y por lo cual no pudieron sacarnos, pero eso no impidió ver la magnitud de todo esto.

Es cierto que cuando marché a ver a mi hermana se habían calmado algo las cosas, pero se ve que al vernos a todos allí ha vuelto a reavivarlas. Y más después de vernos a los dos juntos acaramelados en el pub.

Porque sí, efectivamente terminaron por publicarse fotos de nosotros.

El conductor me deja en casa mientras que Roderick marcha a la suya ya que tiene que hacer el entrenamiento que ya han terminado. Me despido de él y marcho a casa.

Cuando entro no me da tiempo a decir nada porque las risas de mi padre me distraen.

— ¡Jake! ¡Deja de reírte de mí!

Voy directa hacia el ruido dejando la maleta por ahí en el pasillo. Sí, debería subirla, pero me puede el cotilleo. Necesito saber qué es lo que está pasando.

— ¡Jake!

— ¿Hola? —Me atrevo a preguntar entrando en la cocina.

Mis padres se giran y mi madre ¿lleva las gafas de sol puestas?

—Hola, ¿qué tal el viaje? —Pregunta mi madre como si hace dos segundos no hubiera pedido a mi padre que dejara de reírse de ella.

—Bien, pero ¿qué ha pasado?

Mi padre se acerca a darme un beso en la frente y un breve abrazo.

—Amber, enséñale a tu hija qué es lo que has hecho.

— ¿Hecho?

—No ha pasado nada.

—Entonces, ¿por qué llevas las gafas de sol puestas? —Pincha mi padre.

—Eso. —Pincho yo sonriente.

No logro verle los ojos a mi madre, pero sé que los está cerrando en nuestra dirección.

—Bueno, te lo cuento yo —anuncia mi padre—. Sabrina le pidió a tu madre que la acompañara para pincharse no sé qué en la frente porque dice "que ya se le han empezado a notar las arrugas" a lo que debo decir que yo nunca le he visto nada.

— ¿Y eso qué tiene que ver con mamá?

Pero conforme lo digo en voz alta, me doy cuenta. Mis ojos se abren más y la sonrisa de mi padre se ensancha.

— ¡Yo solo iba a acompañarla! ¡Pero me dijo que por qué no lo hacía yo también para prevenir! ¡Y yo que sé!

—Tu madre terminó haciéndolo, pero no salió bien.

— ¡Mamá!

—Todo tiene efectos secundarios y... bueno mejor te lo enseño.

Mamá se quitó las gafas y veo como uno de los párpados está más cerrado que el otro. Bastante más cerrado que el otro.

Intento aguantarme la risa, pero es casi imposible.

— ¿Contento? —Le pregunta a mi padre molesta.

— ¡Ay, mamá! ¿Y cuánto tiempo vas a estar así? —Pregunto.

—No se sabe —me responde en lo que vuelve a colocarse las gafas—, pueden ser días, meses... No sé por qué dejé que me convencieran si yo no veo necesidad de hacer estas cosas.

— ¿Vas a ir al médico a ver qué pueden hacer?

—Sí, voy a llamar ahora después de que me cuentes qué tal te lo has pasado y cómo has visto a tus hermanos.

Me siento en uno de los taburetes y comienzo a jugar con una de las servilletas de papel que hay en la encimera.

—Bien, me colé en uno de los ensayos de mi hermana y el director parecía que iba a matarme en cualquier momento porque se me olvidó ponerlo en silencio y mamá justo me llamó, e interrumpí lo que estaban haciendo. La verdad que vi a Elle bastante bien, tiene un horario horrible porque se levanta muy temprano y después vuelve tarde, pero al menos en los días que estuvimos juntas pudo escaparse un poco antes.

— ¿La viste estable? —Pregunta mamá.

—Sí, comió todo, apenas bebió y la vi bien. Puedes estar tranquila.

Mi madre asiente y puedo ver cómo sus hombros se relajan.

— ¿Y tú hermano?

—Bien, ya sabes cómo es —me encojo de hombros—. No hizo falta demasiado para que hiciéramos las paces.

—Eso está bien. —Comenta papá.

— ¿Y Roderick? —Pregunta mamá con interés.

—Bien.

— ¿No vas a dar más detalles?

Arqueo la ceja.

—Eres un poquito cotilla, ¿no, papá?

Mi padre se ríe.

—Quiero saber qué te traes entre manos con uno de mis mejores jugadores.

—Bueno, somos pareja. En plan formal.

Mis padres se miran sonrientes.

—Bueno, ya podemos decir que al menos uno de nuestros hijos nos dará nietos. —Dice mamá.

Papá se pone serio.

—Amber, son muy jóvenes y nosotros también. ¡Por Dios, no tenemos ni cincuenta años!

Mi madre y yo nos reímos.

—A veces se me olvida lo dramático que eres, Jake. Era broma, ahora si me disculpáis voy a llamar a un médico y después a Sabrina para contarle las noticias.

— ¿Crees realmente que no lo sabe ya? —Pregunta papá en lo que le sigue.

—Oh, claro que lo sé, pero no me ha llamado porque seguro que se siente culpable por lo que ha pasado.

—Es culpable.

Los escucho hablar sobre quién es o no culpable y pongo los ojos en blanco.

Miro mi móvil y me doy cuenta de que Charlotte me ha escrito para contarme que está en la ciudad con algunas de las chicas y van a salir a tomar algo. Confirmo la salida y le pregunto a Roderick si le apetece venir también, acepta y me dice que van a venir algunos de los chicos.

Tiene pinta de que será una noche interesante.

Tiene pinta de que será una noche interesante

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