Capítulo 50

58 6 0
                                    

¿Dónde lo habíamos dejado? Roderick me besa.

Pues eso, ahí lo habíamos dejado.

Como lo interrumpí, no llegó a quitarse la camiseta, ni parece que vaya a hacerlo en ningún momento cercano realmente. Porque se inclina sobre mí, con una mano aparta el pelo de mi cara, que no me había ni dado cuenta que había caído sobre mi frente. Con la otra mano, presiona lentamente mi cintura, descendiendo hasta mi culo, levantándome la pierna y notando aún más su erección a pesar de llevar los dos la ropa puesta.

Noto como mojo mi ropa interior.

Madre mía, sí que se ha notado la sequía de estos días.

La ropa ya sí que comienza a sobrar porque tiro de su camiseta en medio del beso. Y termina por dejar que se la quite, me incorpora para quitarme la mía, y noto una ligera sorpresa cuando ve que no llevo sujetador. En parte me hace gracia que se siga sorprendiendo cuando no suelo llevarlo, mayormente solo cuando tengo que hacerlo por trabajo, por lo demás, si puedo, lo evito. Tampoco es que tenga tanto pecho como para tener que llevar sujetador, aunque si lo tuviera... tampoco creo que lo llevara, suele incomodarme. Pero en realidad estoy pensando sin más, porque no tengo ese pecho como para saber qué haría.

Roderick no hace a mis tetas esperar ya que comienza a succionar uno de mis pezones erectos. Una de mis manos se desliza por mi cara, como si fuera capaz de controlar lo que siento. Pero a los pocos minutos él me quita la mano.

—No te tapes, me gusta verte así.

Pongo los ojos en blanco como si no me importara, pero creo que mi sonrojo me delata porque él sonríe divertido antes de volver a su trabajo.

Mi ropa interior me molesta, así que muevo mi pelvis sobre su entrepierna para ver si así se deja de preliminares.

Lo aprieto más contra mis pechos, esperando que sus manos me quiten la ropa que aún llevo puesta. Pero no parece tener intención de hacer otra cosa, o al menos no por ahora. Acaricia mi muslo, en lo que sigue mordisqueando mis pechos. Madre de Dios.

Una de mis manos está libre en lo que la otra está aprisionada con Roderick. Aprovecho la mano que puedo mover para intentar bajar sus pantalones porque mi indirecta no parece haber hecho mucho efecto.

Noto su risa en lo que yo torpemente con una mano sigo tratando de bajarle el pantalón. Él no hace nada, sigue a lo suyo, disfrutando de mi sufrimiento, de cómo le bajo un lado del pantalón, pero no del otro.

—Esto no está funcionando. —Digo con la voz más alta de lo que pensaba.

Roderick levanta la cabeza.

—Yo creo que sí. —Responde divertido.

—Roderick...

—Evie...

—Déjate ya de preliminares, ha pasado mucho tiempo y la quiero dentro ya.

—Puedes llegar a ser muy mandona.

—No has visto nada aún.

Sonríe divertido y yo intento aguantar mi sonrisa, pero no aguanto demasiado la verdad. Es inevitable no hacerlo cuando tiene las mejillas sonrosadas, a pesar de estar cubiertas por la barba, las pupilas dilatas, el pelo despeinado (por culpa mía) y los labios hinchados.

No sé las pintas que tendré yo... Decido desechar el pensamiento y dejarlo a un lado antes de que empiecen las inseguridades.

Finalmente decide hacerme caso, bajándose tanto el pantalón como los calzoncillos. Lentamente, con calma comienza a bajarme la ropa. Tomándose su tiempo, sabiendo que estoy cansada de esperar.

Tira la ropa al suelo y me abre las piernas para lentamente colocarse entre ellas. Noto su erección, me restriego contra ella, pero Roderick parece no querer hacer nada, al menos no todavía. Apoya las manos en mi cara, forzándome a mirarlo directamente.

Me gusta demasiado. O más que gustar... otras palabras vienen a mi cabeza, pero no es el momento.

Me gusta cómo me mira, como si fuera única, cómo si no hubiera nadie más. Aunque en verdad... no hay nadie más en la habitación. Solo estamos los dos.

— ¿Contenta?

Niego con la cabeza. Apenas puedo moverla, pero más o menos se entiende que es una negativa.

—Roderick...

—Ya voy, ya voy. No puedo ya ni bromear.

—Con esto no. —Respondo en lo que me penetra sin avisar provocando un jadeo por mi parte—. No después de todo el tiempo que ha pasado.

Se mueve deliciosamente lento dentro de mí.

—Tampoco ha pasado tanto tiempo. —Dice con voz ronca.

—Roderick, has sido tú el que me ha preguntado si podíamos follar ya. —Replico con un hilo de voz.

—Tecnicismos.

Termino por poner su cara entre sus manos para acercarlo a mí y besarlo en lo que me penetra una y otra vez.

En el tiempo que llevamos juntos, si puede llamarse así, no hemos discutido y nos hemos llevado bien. Pero a veces, como ahora, prefiero que deje de decir tonterías y siga embistiéndome como hasta ahora.

Nuestras bocas se juntan como imanes, nuestras se entrelazan y dejo que él sea quien marque el ritmo en lo que sus embestidas son cada vez más rápidas. Lo aprieto más contra mí.

Lo eché de menos.

Esto lo eché de menos.

A él lo eché de menos.

Llego al orgasmo cuando sus dedos se deslizan por mi clítoris. Cierro los ojos brevemente dejándome llevar mientras él sigue dentro de mí hasta que llega por fin a su orgasmo.

Se queda un rato así, dentro de mí aún, apoyado sobre mí.

Mi móvil comienza a sonar, pero estoy demasiado cansada para responder. Ya avisé a mis padres de que llegaría mañana a casa, no debe ser nada importante. O al menos ahora no me lo parece.

Al rato el móvil de Roderick suena, pero él tampoco le hace caso. Colocándose a mi lado y apoyándome contra su pecho.

No decimos nada estando demasiado exhaustos, y dejando que los móviles suenen terminamos por dormir.

Al rato, después de lo que supongo que han sido un par de horas. Decidimos incorporarnos para ver las llamadas.

Y madre mía.

Roderick y yo nos miramos blancos.

Se han publicado fotos nuestras de nuestros encuentros: yo entrando en su apartamento, con diferentes vestimentas demostrando que son días diferentes, la visita de Roderick en París y yo con la peluca, hace nada que salieron las fotos de la sesión y me habrán reconocido, yo encima de él cuando lo dejé en el aeropuerto, la fiesta cuando viajé a verlo junto con el equipo, incluso cuando me acompañó a aquella gala y entre los dos aún no había pasado nada.

Bueno, nos habíamos acostado, pero no había pasado nada más entre los dos.

Mi móvil comienza a vibrar nuevamente.

Mis padres.


¿Puede que el próximo capítulo sea de mis favoritos? Puede ser.

Nos vemos pronto, 

Lucía

Lucía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora