Capítulo 13

54 3 0
                                    

Y llegó el cumpleaños de mi mejor amigo. Y... no me apetecía en absoluto. A pesar de que hacía un mes que había dejado de tener tantos trabajos, pronto los profesores volvieron a la carga y estaba hasta arriba, sin ninguna gana de estudiar ni de salir. Solo quería dormir.

Aunque bueno, por lo general siempre prefiero dormir a cualquier plan.

Y lo mejor de todo esto era que después de la fiesta, al día siguiente, en la noche, me esperaba un vuelo ya que en unos días tenía un desfile. Y aunque no me desagradaba desfilar, los días previos eran horribles.

Por lo general, muchas de las marcas te "sugerían" que no comieras durante dos días y que te "alimentaras" a base de líquido. No te lo pueden exigir, pero te dan a entender que así no te verías hinchada. Lo que ocasiona que muchas de mis compañeras hagan eso o incluso cosas como vomitar, comer algodones y demás.

Por contrato a mí no me pueden ni siquiera sugerir que no coma, cómo tampoco pueden exigirme tener un peso en específico, ya que desde que dejé a Sanders, Kevin decidió poner esa cláusula, que es inamovible. Y lo agradezco porque no es que coma mal ni mucho menos, o que no haga deporte... hago todo eso, aunque me dé pereza lo último, pero no está bien que me exijan cosas que no son ni sanas ni realistas. Así que, aunque ha habido marcas que no han querido volver a trabajar conmigo, otras decidieron hacer el cambio ya que para bien o para mal, vendo. Y sinceramente, debo aprovecharme de ese privilegio.

No es que esta cláusula, no lo sepa nadie, la hice pública (para poder ayudar a los demás modelos para que pudieran seguir mi ejemplo) aunque no conté cómo es que di el paso. Sí, dije que había sufrido por las expectativas que se me exigían, pero no el motivo real. Que era que mi propio agente era el principal motivo por el que me había salido tal inseguridad. Porque se supone que los agentes deben cuidarte, velar por ti, y estar en contra de esa clase de abuso. Pero Sanders no pensaba así, y me hacía sentir peor. Si la empresa me lo sugería y yo no hacía caso, me hacía sentir como si pesara el triple de lo que era, y así con todo. Hasta que un día me desmayé y mis padres, que ya habían estado sospechando de mis cambios alimenticios, decidieron hacerme una intervención.

Y me salvaron de lo que podía haber sido un final terrorífico.

Pero bueno, ya estoy bien.

Aunque eso no quiere decir que cuando me reúno en un espacio así, esas inseguridades no aparezcan de nuevo, que la vocecilla no vuelva a mi cabeza ni que me compare con las demás, que tienen más curvas y están más delgadas. Es inevitable, pero al menos puedo elegir cómo reacciono ante ello. Así que intento no hacer caso de mis impulsos.

Me pasa mucho que me voy por las ramas en mis propios pensamientos.

Hoy era la fiesta de cumpleaños de Gabe y como mi amigo era una especie de relaciones públicas, todo el mundo estaba invitado. Sí, incluso nuestros padres, sus tíos, abuelos... Todo el mundo de todas las edades.

Y no, no era como que iba a ser un plan relajado. Para nada. Había reservado una discoteca entera, súper exclusiva, de dos plantas. Con no sé cuánto alcohol y barra libre. Pero no era como en la fiesta de Halloween, no, era más bien como una especie de fiesta a lo pijo. Aunque con música y pista de baile, pero más relajado. O eso hasta que los mayores se fueran. Que no durarían mucho. Al menos nuestras familias no solían durar demasiado en esos espacios porque preferían que disfrutaran más los jóvenes. O eso decían, aunque en verdad yo tengo la sospecha de que se van antes para disfrutar de la casa a solas y hacer cosas... que no quiero pensar.

Termino de envolver el regalo. La verdad es que envuelvo muy mal por más esfuerzo que ponga, al contrario de Elle que parece que nació para ello. Y lo digo porque he puesto mi regalo al lado del suyo y por muchos lazos que he colocado... no hay manera de arreglar esto. Tiene picos por todos lados y muchísimo celo. ¿Pero qué puedo hacer para envolver un bolso con la forma más extraña que he visto en mi vida? Pues eso, no se me puede pedir mucho cuando ya de por sí no sé envolver.

—Podías haberlo dejado en su caja, o haber cogido una por ahí. —Dice la traidora de mi hermana cuando se coloca a mi lado después de haber ido al baño.

La miro mal y la empujo.

—Me lo podías haber dicho antes, no ahora.

Comienza a reírse.

—Es que quería ver cómo te salía.

—Traidora.

— ¿Estás lista para irnos?

Me miro en el espejo, recorriéndome con la mirada. El vestido corto negro está bien colocado, los tacones dorados también y mi pelo recogido en una coleta alta también.

Mi hermana va con un mono de color mostaza que le quedaba como un guante. La verdad es que tiene un cuerpo de escándalo.

—Lista.

—Vamos.

—Espera, ¿podemos hacernos una foto, por fa?

Elle me mira mal, pero asiente. Apenas usa las redes sociales, solo para subir cosas que hace de ballet nada más. Entiendo que no quiera compartir mucho, pero a la vez me gustaría que más gente la conociera. Ni siquiera usa el Kilian de forma profesional, prefiere el James ya que de esa forma se asegura de que la quieran por su trabajo y no por papá. Aunque yo tengo bastante claro que, aunque utilizara nuestro apellido seguirían llamándola como hasta ahora. Además de que todo el mundo sabe de quién es hija... Supongo que cuando empezó no quería que le dieran las oportunidades si no se las merecía. Y ya cuando fuimos todos juntos a ver su primera actuación se supo quién era. Sobre todo, cuando papá, con uno de los perfiles en redes sociales con más seguidores, subió una foto de mi hermana donde nos etiquetaba a todos para demostrar lo orgulloso que se sentía.

Y lo mejor de todo es que no lo hizo solo con ella. Cuando Max salió al campo por primera vez, también, y cuando protagonicé mi primera portada también.

Además de que etiquetó a mamá para que ella pudiera compartir en su perfil también lo que él subía. Y menos mal que de eso se encarga él, porque si mi hermana es mala para subir cosas... no hablemos de mi madre que se pasa por ahí cada tantos meses porque se le olvida. Más de una vez Kevin padre tuvo que decirle que tenía que interactuar más. Y ella empezaba, pero después se le volvía a olvidar.

Elle y yo nos sacamos la foto.

— ¿Podemos irnos ya?

—Sí. Mira te suben los seguidores, deberías ser más activa, Elle.

Mi hermana pone los ojos en blanco.

—Kevin me lo ha dicho, pero ahora mismo me da igual.

Cojo los regalos y le doy el suyo.

—Lo respeto, pero me encantaría que más gente conociera tu talento.

—La gente de mi mundo ya lo reconoce, Los premios lo demuestran.

Me río.

—Qué ego, te pareces a papá.

Ella se ríe también.

—Es la verdad, Eve. Puedo dedicarme a lo que me gusta y vivo de ello. No quiero nada más.

Le doy un beso en la mejilla.

— ¡Vamos a emborracharnos!


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora