Capítulo 38

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La vuelta a casa ha sido un poco agobiante. No sé cuántos reportajes en dos días, reuniones entre estudios y el intentar quitarme todos los trabajos cuanto antes porque quiero estar lo más libre posible para cuando Roderick vuelva.

Hoy tengo la última sesión fotográfica y Lorena no vendrá porque tiene una reunión con Kevin. No es la primera vez que no puede acompañarme, pero el fotógrafo de esta revista me hace sentir muy insegura con respecto a mi cuerpo. Y lo peor es que no lo dice de forma directa, sino que se lo comenta a sus compañeros cerca de mí, sin decírmelo a la cara porque por contrato no puede hacerlo.

Preparo mi bolso con todo lo necesario y me llevan al local donde tiene lugar la sesión.

El fotógrafo frunce el ceño nada más verme, pero no le hago caso porque si no le gusta cómo voy vestida, poco importa porque no es el vestuario asignado. Tampoco sé qué se esperaba, ¿un vestido de gala que voy a quitarme a los minutos de llegar? Pues eso.

Me recogen el pelo en un recogido extraño como si fueran pétalos de flores o una corona de flores. No sé ni cómo describir esto, el maquillaje es una cosa horrible y el vestido... el vestido es lo único medio normal, y aun así es raro. Negro, con un lateral de lentejuelas plateado, el corte es desigual... y me hace replantearme cómo pude aceptar este trabajo... Fue por la revista, porque obviamente por el diseñador no.

Me pongo en posición siguiendo las indicaciones, pero estoy incómoda y mis movimientos son demasiado rígidos. Intento relajarme, pero es difícil cuando este señor tiene el ceño fruncido, suspira y niega con la cabeza cada tres fotos.

—Tomemos un descanso.

Voy a por agua en lo que me repito mentalmente que soy una modelo profesional, que este señor no va a arruinarme el día y que no es la primera piedra que encuentro en mi camino.

—Es imposible, no hay ángulo bueno. Se le hacen pliegues continuamente y así no puede ser. Está demasiado gorda para este trabajo... —El hombre sigue hablando y yo decido alejarme e irme al baño.

Cuando entro en el servicio, intento contener las lágrimas porque sé que lo que él dice no es cierto. Estoy sana. Quizás no dentro de lo que él querría, pero soy una modelo promedio. Ni más ni menos. Los que me han contratado saben que no pueden exigirme unas medidas específicas como también saben lo que pasa en el caso de que me digan algo. Saben que tengo una comunidad que me sigue y por ello es que deciden contratarme.

Escucho una serie de gritos que me hacen salir.

Y la veo gritándole al fotógrafo como una energúmena.

Mamá.

—Pero, ¿tú te crees que puedes decirle esas cosas a mi hija? ¿Sabes que por contrato no puedes decirle nada?

—No se lo estaba diciendo a ella. —Dice el hombre acobardado.

— ¡Estabas al lado para que te escuchara! ¿Crees que porque llegué más tarde y la vi irse corriendo no até cabos?

— ¿Mamá?

Me acerco algo cohibida. Sé que su ira no va hacia mí, pero me es inevitable no asustarme un poco. Mamá enfadada da miedo.

—Cariño, cámbiate, coge tus cosas que nos vamos.

—Pero, Eve no ha terminado... —Intenta decir una de las asistentas.

—Me da igual si no ha acabado, sabéis lo que pasa si le decís algo y eso habéis hecho. Voy a llamar ahora a nuestro agente para que hable con vuestro jefe para informarle del rompimiento de contrato.

No escucho nada más porque voy por mis cosas para cambiarme. Lo hago rápidamente y en cuanto salgo, me encuentro con mi madre que me está esperando en lo que parece estar hablando con Kevin.

Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora