Capítulo 59

55 7 1
                                    

Roderick y yo nos separamos un momento para coger aire. Un mechón de mi pelo se coloca en mis labios y él lo aparta. Nos miramos y parece que el azul de sus ojos está mucho más intenso. Sigo sintiendo a mi corazón ir muy rápido, no he conseguido calmarme aún después de todos los acontecimientos, y creo que aún sigo roja.

— ¿Entonces qué somos? —Me atrevo a preguntar.

Sí, hemos dicho lo que sentimos, pero he leído demasiados libros cómo para saber que tener esta clase de sentimientos no significa que vayamos a formalizar nada.

— ¿Crees que después de descubrir que estás enamorada de mí voy a seguir queriendo una relación "casual"? Estamos en una relación seria, muy seria, todo lo seria que quieras.

—Entonces, ¿si te hubiera dicho cómo me sentía antes de todo esto, no hubiera estado comiéndome tanto el coco y ya habríamos establecido nuestra relación?

Se ríe.

—Sí, pero eso es falta de comunicación por ambas partes. Yo pensaba que al hacerse público y después de haberte ido a ver, de llevarte las flores cuando estuviste fuera y de que vinieras a visitarme, estaba ya claro que nuestra relación era seria porque me daba reparo planteártelo así sin más. Así que bueno... —echa el brazo por detrás del cuello— la culpa también ha sido mía por asumir las cosas sin hablarlo contigo por miedo a asustarte con mis sentimientos.

Mi madre tenía razón, pero bueno ella siempre suele tenerla.

Nos levantamos y vamos hacia la habitación cogidos de la mano. No hace falta decir nada para saber qué vamos a hacer. Porque sí, vamos a hacerlo.

A celebrar que por fin somos pareja, que nuestros sentimientos son correspondidos y que bueno, la vida es bonita.

¿Me gusta aprovechar cualquier cosa para celebrarla? Puede ser. Pero porque hay que disfrutar de los placeres de la vida.

Cuando vamos a abrir la puerta de la habitación, escuchamos como otra se abre. La del cuarto de mi hermana, y efectivamente las cabezas de los mellizos se asoman.

— ¿Ya habéis hablado? —Pregunta Elle.

—Sí. —Respondemos a la vez.

— ¿Y? —Quiere saber Max.

—Estamos juntos. —Contesta Roderick.

Mis hermanos asienten.

— ¿Vais a quedaros ahí toda la noche? —Pregunta mi hermano.

Mi ahora novio (¡novio!) y yo nos miramos y asentimos.

—De acuerdo, mañana saldremos ¿no? Es mi última noche aquí.

—Sí, también es la mía.

—Y yo también debería volver a casa pronto... —Digo.

—Bien, pues mañana saldremos todos. —Comenta mi hermana feliz—. Ahora me llevo a Max por ahí.

— ¡Elle! ¡Estoy cansado!

— ¿Quieres escuchar como follan?

Mi hermano suspira.

—Voy por mi chaqueta, anda.

Ambos marchan y cuando los escuchamos salir del apartamento finalmente entramos los dos en la habitación.

— ¿Estás seguro de dónde te has metido? —Pregunto en lo que me siento en la cama.

Roderick se apoya en la pared, mirándome fijamente. Lo que provoca que empiece a sonrojarme.

No me gusta sonrojarme con tanta facilidad.

—Segurísimo.

Entonces se acerca a mí, echándome hacia atrás colocando mi espalda sobre el colchón. Mi corazón va a mil y no debería ser así, hemos hecho esto demasiadas veces como para seguir poniéndome así siempre, pero parece ser que es imposible. Es como si en el momento en el que estamos en la misma habitación, en el momento en el que se aproxima hacia mí, todas mis células le reclamaran, como si mi piel rogara por el contacto de la suya, como si todas y cada una de las partes de mí reclamaran su nombre.

Eso ha sonado demasiado cursi, pero es así cómo lo siento. Quizás se me ha pegado el "alma escritural" de mi madre.

Es así y me parece irreal que algo así pudiera sucederme en tan poco tiempo.

Pero quizás... quizás no llevo tan poco tiempo enamorada de él. Quizás lo llevo también desde pequeña solo que nunca me había fijado en ello. Nunca me había fijado en lo que me hacía sentir. Simplemente... simplemente me había dejado llevar por el rencor por lo que dijo, por lo que supongo que implicaría para todos que tuviéramos algo más allá de una amistad...

Quizás siempre fue así y yo solo estaba demasiado ciega como para querer ver la realidad. Porque durante todo ese tiempo me había negado a ver la realidad.

Y ahora no.

Ahora parecía ser incapaz.

— ¿En qué piensas? Es como si de repente te has dejado llevar por tus pensamientos. —La voz de Roderick me devuelve a la realidad.

Tengo su cara a centímetros de la mía. Se ha quedado quieto estudiándome.

Coloco mis manos sobre su cara.

—Estaba pensado en que quizás yo también he estado enamorada de ti todo este tiempo. En que quizás no quería verlo... porque es como si ahora todo tuviera sentido.

No dejo que replique porque lo atraigo hacia mí para juntar nuestros labios. En un intento por que se dé cuenta de que no quiero hablar más, de que quiero disfrutar de este momento que es solo nuestro.

Sus manos se deslizan por mi ropa para quitármela, le facilito todo lo que puedo y hago mismo que él. Acaricio sus brazos fuertes, su abdomen definido y siento que nos tomamos nuestro tiempo, que vamos más lentos que de costumbre, porque esto, es más, mucho más. Estamos desnudos, pero no solo físicamente, sino que nos hemos desnudado el uno con el otro, que hemos dicho lo que sentíamos y que ya no queda más por decir. Ya no hay secretos, solo nosotros. Lo que pase ahora es entre los dos.

Roderick vuelve a besarme para colocarme nuevamente sobre la cama, me abre delicadamente las piernas para colocarse entre ellas, noto su erección contra mi entrada, pero eso no parece hacer que quiera penetrarme más. Está entretenido besando cada parte de mi cuerpo, succionando mis pechos y quemándome la piel con el contacto de sus dedos.

Acaricio su espalda atrayéndolo más contra mí, como si aún hubiera espacio entre nosotros, como si los milímetros que hay, fuesen hectáreas de distancia.

Escucho una carcajada, haciéndome que lo separe un poco de mí.

—Evie, si sigues así vas a terminar por asfixiarme.

Me muerdo el labio en lo que estudio su cara: pelo despeinado, ojos dilatados, mejillas sonrojadas y labios hinchados. Ojalá se me diera bien pintar para enmarcar esta imagen.

—No quieres matarme, ¿no?

Niego con la cabeza sonriendo.

—Porque si me matas no podría hacer esto.

Y sin previo aviso, como parece que le gusta hacer, noto como su erección entra en mi entrada y me embiste de una. Supongo que me quedé tan embobada que no me di cuenta de cómo se posicionaba.

Me sale un gemido, y Ro-Ro vuelve a agacharse para besarme la frente, ojos, nariz, mejillas, labios, cuello... así mientras me penetra una y otra vez lentamente. Saboreando el momento.

En otra situación, en otro contexto, le exigiría que lo hiciera más rápido, que estoy cansada de esta tortura, pero no puedo. Se siente demasiado bien, demasiado especial.

Me sube las piernas para colocármelas en su cintura y así embestirme de forma más profunda. Me muevo con él, en lo que succiona mis pechos.

Noto cómo mi interior me pide una liberación, y parece que Roderick entiende cada una de las señales de mi cuerpo porque su mano se desliza sobre mi clítoris. Se mueve sobre él y yo me dejo ir.

Llego al orgasmo en lo que él sigue embistiéndome una y otra vez. Entre gemidos, jadeos y puede que algún que otro arañazo en su espalda a causa de mis uñas. Llegamos a la vez y Roderick cae a mi lado, atrayéndome hacia él.

—Te quiero. —Dice mientras me da un beso en la frente.

—Con todo mi corazón. —Le respondo.

—Y el mío.

Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora