Capítulo 12

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Cuando estoy arreglada, marcho hacia el lugar donde tendrá lugar la entrevista. Sé de algunas de las chicas que van a entrevistar, pero hay otras que desconozco. Aunque no me extrañaría que apareciera alguna sorpresa. Así es el mundo: cuando menos te apetece encontrarte con alguien ¡pum! aparece. Por lo que, aunque tenga la esperanza de que todo vaya bien, no se sabe.

Llego al recinto junto con mi asistente.

— ¿Está todo bien, Eve? —Me pregunta Lorena.

—Sí... Me da un poco de reparo las preguntas que puedan hacerme, pero sabes que es algo normal en mí.

Asiente.

—Tranquila. Siempre puedes negarte a responder alguna, así que no te preocupes.

Me acerco la mano para morderme las uñas, pero antes de que lleguen a tocar mis labios me doy cuenta de que me destrozaría el esmalte y el pintalabios. Así que las devuelvo a su sitio... Pero entonces me fijo en que me he empezado a morder el labio. Como consecuencia, cojo el móvil y poniendo la cámara compruebo que no me he manchado los labios y que todo está bien. Que por suerte lo está.

Cuando me pongo nerviosa tiendo a hacer las dos cosas. Es cierto que ya apenas me muerdo las uñas, aprendí a no hacerlo en el momento en el que comencé a modelar ya que no quedaba bonito que me hicieran fotos con las uñas hechas un desastre. Y entonces pasé a morderme el labio inferior... y bueno, más o menos se me iba quitando la manía. Pero a veces, como ahora me es inevitable no hacerlo.

Mi hermana dice que es mi subconsciente intentando demostrarle a los demás lo sexy que soy. Yo creo que está loca.

La encargada de la revista viene a recibirnos.

—Hola, Eve, estamos encantadas de que te hayas animado a participar. En unos minutos terminamos nuestra entrevista con Charlotte y comenzaremos con la tuya, ¿de acuerdo?
—Claro.

Charlotte Tisson era una reconocida modelo de 26 años. Había saltado a la fama cuando su representante fue de vacaciones a Kenia. Le dio una segunda oportunidad permitiéndole que ella junto a toda su familia pudiera salir de la pobreza y poder estudiar. La organización de mis padres, junto con ella, ha colaborado en numerosas ocasiones para recaudar fondos para poder ayudar a su país, y ella sola ha hecho muchísimas cosas. La admiro muchísimo.

Mientras la entrevistan, la observo, cómo habla, se gira y levemente me saluda. Le correspondo el gesto.

Entonces una voz chillona me interrumpe los pensamientos.

—Hola, Eve. ¡Qué de tiempo!

—Hola, Rita. No sabía que venías también.

Como dije antes, el día que menos quieres encontrarte a alguien, aparece.

—Sí, también me han ofrecido realizar la entrevista. Y no iba a decir que no.

—Claro.

Aunque me jodiera admitirlo, Rita sabía vestir. Y era bastante mona. Pero no era modelo porque había decidido vivir de la cuenta de sus padres y gastarse ese dinero, hasta que se casara con un ricachón que la mantuviera. Cada una puede hacer lo que quiera, y no me lo estaba inventando, ella misma me lo había contado una noche en la que borrachas comenzamos a hablar.

Lo único que me molestaba de tenerla aquí era que en la entrevista no iba a decir nada de esto sino que se dedicaba a organizar galas y no sé qué para ayudar a sus padres. Cuando aunque era relativamente cierto, no ofrecía nada para que las demás chicas que leyeran su entrevista se sintieran motivadas para seguir sus pasos y luchar por lo que quisieran. A Rita se lo habían dado todo, pero ella había decidido no aprovechar esas oportunidades que muchas mujeres matarían por tener.

Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora