Capítulo 22

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Al final mi padre convence a mis abuelos para que se queden lo que queda de días hasta las vacaciones. La verdad es que me alegro ya que así estoy más con ellos y al quedarse más tiempo puedo seguir haciendo mis cosas mientras los veo cuando puedo. Me da cierta libertad.

En estos momentos me encuentro en una sesión fotográfica para una línea de joyas. Una parte de mí me considera un poco hipócrita ya que yo no suelo llevar muchas. Vamos, rara vez algo a excepción del colgante que me regalaron mis padres con las estrellas del día de mi nacimiento. Solo lo tengo yo, ya que soy la única obsesionada con la luna, estrellas y planetas.

Y horóscopos.

Pero no como las típicas revistas que te dicen tonterías del tipo "hoy tendrás una sorpresa inesperada" o "ten cuidado con las salidas". No, esas cosas son tonterías.

A mí gusta lo otro. Ver la compatibilidad entre signos, conocerme más a mí gracias a mis signos y cosas de esas. La astrología no es una verdad absoluta, pero me ayuda a conocerme más a mí y a los demás.

—Ya hemos terminado. Gracias, Eve. —Me informan.

—Perfecto, gracias a vosotros.

Me cambio de ropa por la que traía puesta, me dejo el maquillaje ya que ya me desmaquillaré si eso en casa y me dirijo hacia el coche.

— ¿A dónde, Evie? —Pregunta Charles.

—A casa. —Respondo.

Pero justo en ese momento recibo un mensaje de Roderick preguntándome si me apetece ir a su casa y respondo que sí. No es la primera vez que quedamos después de aquella noche en casa.

Hemos quedado como tres veces ya y la verdad es que a pesar de que las dos primeras veces el principio fue algo raro e incómodo, para la última vez, todo eso se quedó atrás.

Pensé en decirle a Charles que me dejara en su casa, pero eso es llamar demasiado la atención y es algo que no quiero. Como la barriada tiene un control de seguridad, puedo ir a su apartamento sin problemas y sin guardaespaldas. Así que decido que Charles me deje en casa y después ir andando hacia allá.

Cuando llego, saludo a mi familia y me despido de ellos inventándome una excusa que no sé si llegan a creer del todo, aunque poco me importa la verdad. Técnicamente no tengo que dar explicaciones, pero es inevitable no hacerlo.

De camino al apartamento, Gabe me llama.

—Mi madre me ha dado la noticia.

— ¿De qué?

—De que tu familia y tú pasaréis las vacaciones con nosotros.

Me paso una mano por el pelo.

—Sí, ¿a qué es genial? —Miento.

—Eve, podrías intentar fingir mejor.

—Gabe, no me malinterpretes, os quiero mucho pero tu familia paterna es muy grande y...

—Lo sé, mis primos son pesados y mi tío Stewart también.

—Mierda. No me acordé de él.

Comienza a reírse.

—Ya verás que no estarás tan mal.

Llamo al timbre y Ro-Ro me deja entrar.

Compruebo que no hay paparazis ni nada, porque, aunque se supone que no pueden entrar, pueden hacer cosas para colarse.

No sería la primera vez que aparecen en las noticias cómo los paparazis han esperado dentro del apartamento de un famoso.

A veces no tienen ningún tipo de respeto.

Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora