Capítulo 35

54 2 1
                                    

— ¡Eve, ábreme! Sé que estás ahí, me lo ha dicho tu abuela.

—Tienes que esperar veinte minutos.

Se pasa una mano por el pelo.

— ¿Se puede saber por qué?

—Porque me he puesto una mascarilla y estoy en pijama, y no quiero que me veas así.

—Eve, ya te he visto en pijama.

—Pero porque fue inesperado...

—Venga, ¿cómo es?

Suspiro.

—Es beige con huellas de perros.

—Venga, Eve... No he cogido un avión para quedarme aquí, me voy mañana por la noche.

—Pero no te rías.

—No me reiré.

Abro la puerta, sonríe divertido y me tiende un ramo de flores.

—No hay mucha diferencia a cómo te veo normalmente. —Me dice divertido.

— ¡Oye! —Le doy en el brazo antes de coger las flores.

Cierra la puerta y se acerca para darme un beso, pero yo me echo para atrás.

—No quiero mancharte con esto. —Me señalo la cara.

Huelo las flores y las dejo en uno de los muebles que hay al lado del espejo.

—No me importa...

Se me ocurre una idea y sonrío en lo que le cojo de la mano y me lo llevo al baño para sentarlo en el váter.

—Eve...

— ¡Venga! ¡Veinte minutos no son nada!

—No estoy muy...

No le da tiempo a acabar porque cojo un poco y se lo extiendo en la frente.

—Podrías al menos amortiguarme el rato.

Arquearía la ceja si pudiera, pero la mascarilla la tengo bastante seca, así que sin decirle nada voy a poner la calefacción porque la verdad es que no la había puesto, y hace fresquito.

Vuelvo al baño y Roderick me mira sin entender. Como el pijama es de botones, los desabrocho dejando mis pechos al aire. Vuelvo por la mascarilla para echársela.

— ¿Contento?

—Mucho. —Sonríe travieso en lo que coloca las manos sobre ellos.

Eve, concéntrate.

Cuando acabo, lo miro contenta.

—Listo, ahora a esperar.

—No puedo creer que haya cogido un avión para esto.

Cojo mi móvil y le hago una foto desprevenido.

— ¡Oye!

—Una debe estar preparada para cualquier cosa.

Me coge de la cintura y me sienta sobre su pierna y coloca la cámara para hacernos una foto. No es la primera foto que tenemos juntos desde que comenzamos a ¿salir? pero no tenemos demasiadas.

Me abrocho la camiseta.

— ¿Por qué haces eso?

—Porque no vamos a hacer nada.

— ¿No? —Pregunta desilusionado.

—Después, vamos.

De la mano, me lo llevo al sofá que está frente al televisor.

— ¿Cómo has venido y qué tiene que ver mi abuela en esto? —Antes de que hable, le interrumpo—. ¿Has comido?

—Sí, en el avión me dieron de comer.

— ¿Y?

—Pues no quería esperar a volver para verte así que aprovechando que tu abuela sabe lo nuestro le pedí los datos del hotel. Ella habló con tu padre y no sé qué excusa le dio que he volado en su avión y mañana vuelvo en él.

— ¿Mañana?

Asiente.

—Tu padre solo me dio el día. Mañana vuelo por la noche para llegar de madrugada donde están los demás.

Mi alarma suena y nos levantamos para quitarnos las cosas de la cara. Cuando finalmente lo hacemos, me pongo de puntillas con las dos manos en su cara para atraerlo hacia mí y darle un beso. En principio iba a ser corto, pero Roderick me pone las manos en el culo apretándome más contra él y abre camino en mi boca y lo dejo entrar.

—Tienes la cara muy suave. —Digo en un momento corto en el que nos paramos para coger aire.

Se ríe en mi cuello antes de alzarme y llevarme a la cama.

—Debería decir que mereció la pena.

Nos besamos de nuevo en lo que comenzamos a quitarnos la ropa. No me percato en lo que hacemos ni cómo lo hacemos. Solo sé que no puedo dejar de tocarlo, de sentir su piel contra la mía, ni de mirar esos ojos azules que me hacen sentir diferente.

Me aprieta un pecho mientras que succiona el otro. No sé en qué momento me levantó los brazos para no poder tocarlo.

Noto su erección y me restriego contra ella, pero parece que no le importa mi desesperación porque cambia de pecho.

—Mantén los brazos ahí. —Me dice en lo que con esa mano libre me inserta dos dedos en mi interior.

Muerdo mi labio.

—No quiero. —Respondo intentando bajarlos.

Sus dedos salen de mí y vuelve a colocarlos ahí, pero gimo. Él se ríe.

—Estate quieta.

—No quiero.

—Pórtate bien. —Dice dándome un beso en los labios.

Noto como se va colocando para entrar y me embiste. Intento de nuevo bajar los brazos, pero me lo vuelve a impedir.

—Eve... pórtate bien.

—Roderick, quiero tocarte.

Levanta mi barbilla con los dedos.

—Déjame que te toque yo, al menos ahora.

Termino asintiendo.

—Pero porque has cogido un vuelo para verme.

Sonríe divertido.

Vuelve a besarme y dejo que me toque, lama y acaricie todo mi cuerpo.

Sus embestidas son cada vez más rápidas al igual que los sonidos que ambos soltamos sin darnos cuenta. Su mano se desliza por mi clítoris en lo que me succiona el cuello.

El orgasmo llega y después le toca a él. Por fin puedo bajar los brazos para abrazarlo sobre mí, me duelen de la tensión.

Nos ponemos de lado.

—Gracias por venir por unas horas, es de las cosas más bonitas que me han hecho nunca.

Volvemos a acercar nuestras caras para darnos otro beso que vuelve a provocarnos las ganas de más.

Volvemos a acercar nuestras caras para darnos otro beso que vuelve a provocarnos las ganas de más

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora