Capítulo 19

50 3 1
                                    


Estoy sentada en mi escritorio con libros, por un lado, artículos por otro, apuntes y el ordenador en medio. Que ganas de acabar ya con todo esto. No puedo más.

Llevo no sé cuántas horas aquí intentando terminar todas las tareas que tengo pendientes para antes de Navidad. Con suerte solo tengo un par de sesiones fotográficas hasta el año que viene. Por lo que tengo tiempo para organizarme bien.

Tengo tiempo, pero no las ganas.

Suspiro.

Es cierto que he avanzado bastante, no voy a quitarme el mérito, pero quería acabar con al menos esta última redacción.

Así que eso es lo que hago hasta que es la hora de cenar. Hoy no hay nadie en casa, mi madre tuvo que viajar por una cosa de uno de sus libros y mi padre fue con ella en cuanto pudo escaquearse del entrenamiento. Supongo que deja que los técnicos hagan parte de su trabajo.

Bajo a la cocina y me pongo una pizza en el horno, en lo que preparo la serie que quiero ver en la televisión.

Algo que antes odiaba y ahora disfruto, son mis ratos a solas en casa. Antes, cuando mis hermanos vivían aquí, solía sentirse la casa demasiado vacía cuando no había cinco personas continuamente, ahora que estoy solo yo con mis padres, y ellos la verdad es que salen bastante, aprecio estos ratos en silencio donde no tengo que pelearme con nadie por qué serie ver, qué comer y muchas cosas más. Aunque a veces, cuando están demasiado tiempo fuera, se me hace una vida un tanto solitaria, pero eso es en los tiempos en los que estoy en casa... que no suelen ser demasiados la verdad.

Y cuando acabe la universidad serán muchos días menos por casa, porque ahora he tenido que aparcar proyectos por falta de tiempo, y podré enfocarme más en lo que quiero.

Y eso que solo debo preocuparme de la parte laboral, y algo más familiar.

Cuando la pizza está, la llevo al salón y empiezo a comer mientras que veo la serie. Trata sobre un asesino en serie.

Estoy tan metida dentro de todo lo que está pasando en la pantalla de que no me doy cuenta de que mi móvil empieza a sonar. Pego el salto del siglo y por poco me mojo entera porque me pilló justo bebiendo agua.

— ¿Eve?

— ¿Sí? —Pregunto en lo que miro la pantalla para saber quién me ha pegado uno de los sustos de mi vida.

— ¿Estás en casa?

—Sí. —Digo antes de pensar en una respuesta.

—Abre. —Y me cuelga.

Mierda.

Ahora tendré que poner esto en pausa.

Miro la mesa y me quedan unas cuantas porciones. Seguramente se coma alguna, así que me cojo una y voy comiendo en lo que me encuentro con él en la puerta.

Cuando abro la puerta, Roderick entra y me recorre con la mirada.

Más mierda para mí.

Llevo el pijama de coralina de color azul con nubes blancas, un moño mal hecho, sin zapatillas, pero con calcetines calentitos y los bordes de una pizza en la mano.

Soy un puñetero cuadro.

Y tan torpe que ni siquiera pensé en parecer algo más decente. No sé, podría haberme puesto un chándal o haberme hecho una coleta. Yo qué sé.

—Pasa. —Digo actuando como si nada.

Entra y se me queda esperando mientras cierro la puerta.

— ¿Te pillo mal?

Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora