Capítulo 14

63 6 0
                                    

Finalmente llegamos a la fiesta. Los mayores llegarían algo más tarde porque habían salido por ahí a cenar. Así son ellos.

Mi hermana y yo, sin separarnos, entramos a buscar al cumpleañero.

Cuando por fin lo vemos, Gabe está bailando con copa en mano con Lucas y no sé cuántos chicos más.

Le damos un pellizco, nos sonríe y nos da un abrazo piña.

—No sabéis el regalo que me ha hecho vuestro hermano. Casi lo mato. Lo hubiera matado, pero el cabrón no está aquí para hacerlo.

Max no ha podido venir esta vez ya que tiene partido mañana.

Mi hermana comienza a reírse.

— ¿Lo sabes? —Pregunto dolida.

—Puede ser que me llamara el otro día y que se le escapara.

— ¡Traidores! ¡Haciendo videollamada sin mí! —Eso me ha dolido más que el que Elle supiera la sorpresa.

—Te recuerdo que tú estabas haciendo una entrevista y no nos lo cogiste.

— ¡Pero os llamé después y me dijisteis que no fue nada!

—No fue nada.

La miro mal dolida por la traición.

—Bueno, volvamos a mí que soy el protagonista. ¿Queréis saberlo?

—Técnicamente yo ya lo sé.

— ¡Elle! ¿Quieres dejarme escucharlo por lo menos?

Mi hermana acaba asintiendo entre risas.

—Eran las siete de la mañana. Todos durmiendo, incluso Roderick se quedó a dormir a casa... ¡Joder! Seguro que se quedó dormido porque sabía lo que Max había planeado, ¿a que sí? —Mi hermana asiente divertida y yo la miro aún más dolida, lo que ocasiona que me dé una caricia en el brazo como si pudiera arreglar esto, cuando obviamente el daño está hecho—. ¡Cabrón! Total, que nadie abría porque mis padres son marmotas, y mi hermano estaba esperando a ver lo que pasaba, aunque se suponía que no se había enterado... La cosa es que abrí la puerta y un stripper entró, puso la música con su móvil y ahí en medio del pasillo comenzó a bailarme. Me sentó en un escalón de la escalera y empezó ahí a quitarse la ropa.

—Buena forma de despertarse, ¿no? —Pregunto en medio de las risas.

—Sí, sobre todo cuando Roderick bajó descojonado a grabarlo todo y mis padres se quedaron con la boca abierta ante semejante espectáculo.

No puedo dejar de reír.

—Y cuando por fin termina, porque cada vez que intentaba decirle que se había equivocado, me interrumpía con sus tocamientos, le digo eso, que se ha equivocado. Y me dice, eres Gabe Lambert, ¿no? Y yo sí, y él, es un regalo de Max.

Se me saltan las lágrimas.

—Ay, Gabe. —Dice mi hermana.

—Pero antes de irse, lo invité a la fiesta y ahí está.

Nos señala a un chico monísimo, de piel trigueña, alto y musculado. Con pelo y ojos castaños. Mi hermano sabe elegir. Menos a Rita. Pero bueno, todo el mundo tiene una mancha en su expediente.

Incluso yo.

— ¿Ya tienes pensado lo que vas a hacer esta noche? —Pregunta mi hermana.

—Puede ser, nunca se sabe.

—No tienes remedio. —Le digo mientras niego con la cabeza.

Gabe se ríe.

—Por cierto, ¿dónde está tu hermano?

Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora