Capítulo 29

51 4 1
                                    

Efectivamente, en cuanto acabamos de recoger, cojo una de las mantas y me salgo al porche. Concretamente a la esquina más alejada de la casa donde no está la puerta trasera y las ventanas están más apartadas. Las luces exteriores alumbran lo suficiente como para no fastidiarme la vista así que me sumo en la lectura. Está todo nevado y la vista es preciosa.

Mucha gente nos ha preguntado a mis hermanos y a mí si nunca nos ha llamado la atención escribir como hace mi madre. Y la verdad es que nunca nos lo hemos planteado, o al menos yo, para mí escribir es algo íntimo y personal, y me cuesta mucho separar quien soy de lo que escribo, por eso supongo que solo escribo diarios. Diarios que obviamente no me he traído aquí porque no me fío de esta gente. Están guardados en un cajón en el fondo del armario de mi cuarto. Donde nadie, especialmente Max que es muy cotilla, sabe dónde están.

No sé cuánto tiempo hace que estoy aquí fuera sumida entre las páginas cuando me percato de que las luces interiores parecen haberse apagado. Menos mal que no me han apagado las mías porque el móvil me lo dejé en mi habitación.

— ¿Qué haces aquí?

Me asusto y el cabrón se ríe.

—Un momento.

Vuelvo al libro, ya que solo me queda una hoja para terminar el capítulo.

— ¿Qué?

—Un momento, déjame terminar esto.

Se sienta a mi lado, pero no deja de mirarme, así que me vuelvo a él.

—Deja de mirarme.

— ¿Qué?

—Que dejes de mirarme, me desconcentras.

Vuelve a reírse, pero noto cómo se gira y yo me concentro en la última página que me deja con ganas de más pero que debo dejar para otro día porque debo ser sociable. Al menos con él.

—Ya.

— ¿Contenta?

—Más o menos, ahora tengo ganas de terminar esto, pero bueno...

— ¿Puedes aguantar un rato?

Suspiro mientras me paso la mano por el pelo para parecer más dramática.

—Te haré el favor.

—Vaya, gracias.

Noto su mirada sobre mí, pero cómo me sigue poniendo nerviosa, miro las estrellas en lo que él decide hablar.

— ¿Cómo es que has venido aquí? —Termino preguntando impaciente.

Roderick es demasiado tranquilo a veces.

—Pues... no te he visto en todo el día.

—Para cenar, sí.

—Tú me entiendes.

Me giro colocándome frente a él.

—No me gusta la forma en la que algunos de tu familia tratan a Gabe, y no me siento cómoda con ellos.

—Entiendo. —Asiente.

—Y Gabe dice que le da igual, que no pasa nada, pero a mí me importa.

—A mí también.

—Ya, pero... no quiero meterme donde no me llaman, pero... ¿nunca habéis hecho nada? Quiero decir, es mucho tiempo... y sé que defendiste a tu hermano, y me consta que no fue la primera vez, pero...

—No entiendes que no hayamos hablado con ellos y parar esto.

Asiento.

—Mis padres y yo hemos hablado con mi hermano y él ha sido el que ha reiterado que no pasa nada. —Quiero hablar, pero él no me deja—. Sí que pasa, pero Gabe quiere hacer a mi abuela feliz y estos días son los únicos en los que realmente estamos todos por tanto tiempo. No quiere dramas, no quiere peleas... He intentado razonar con él, mis padres le han dicho de no venir más, pero dice que puede aguantar unos días.

Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora