Capítulo 58

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Me quedo mirando a Roderick sin saber qué decir. Supongo que habrá venido a ver a mi hermano, ¿no? Él me mira divertido, estudiando mi reacción, aunque está callado como si esperara a que yo dé el primer paso.

Menos mal que son mis hermanos los que rompen el hielo.

— ¿Ya habéis hablado? —Pregunta Elle.

—Sí, todo bien. Aunque contigo tendré que hablar. —Le dice Max a Roderick.

— ¿Vas a ponerte en modo hermano sobre protector? —Sonríe el susodicho divertido.

Mi hermano frunce el ceño.

—Depende de cómo vaya vuestra conversación.

—Pues entonces dejemos que hablen. —Comenta mi hermana en lo que se va yendo hacia lo que supongo que será su cuarto.

Mi hermano la sigue, pero no puedo evitar seguir escuchando su conversación en lo que evito mirar nuevamente a Roderick.

— ¿Me perdonas entonces?

—Lo que dijiste estuvo muy feo porque sabes que me he sentido mal durante mucho tiempo.

—Lo siento, por eso es que te estoy pidiendo perdón. Tienes razón, eso no tenía que habértelo echado en cara.

— ¿Y cuándo no tengo razón? A la vista está.

— ¿Me perdonas entonces?

—Depende. ¿Me harás la comida de un mes?

—Elle, tengo que volver, sabes que no puedo quedarme un mes aquí.

—A veces pienso que eres un poco tonto. ¿Sabes la existencia de fiambreras y de congelar la comida?

—Obviamente, pero ¿no deberías saber cocinar ya?

— ¿Qué lo dices porque soy mujer?

No veo bien a mi hermano, pero seguro que ha puesto los ojos en blanco.

—No, lo digo porque llevas desde los dieciocho viviendo sola y sigues sin saber cocinar ni un huevo frito.

—Hago lo que puedo.

— ¿Cuándo aprenderás a cocinar?

—Cuando Eve lo haga.

— ¡Oye! ¡Qué yo sé cocinar! —Me defiendo.

—Eve, por favor, no mientas. —Dice mi hermana.

—Eve dentro de lo que cabe siempre ha vivido con papá y mamá, y ha podido escaquearse, pero ¿tú?

—Max, deja de decir tonterías. ¿Vas a hacerme la comida o no?

Suspira.

—De acuerdo, pero ¿si lo hago, vas a perdonarme?

—Sí, si haces mis platos favoritos.

—De acuerdo, pero lo haré mañana que estoy cansado del vuelo.

Y desaparecieron.

—No me sorprende que no sepas cocinar. —Dice Roderick haciendo que mi atención recaiga sobre él.

Está apoyado en la parte trasera del sofá, yo me he quedado de espaldas a la puerta. Como me quedé cuando lo vi aquí.

— ¿Qué vas a saber tú si nunca te he intentado hacer nada?

—Porque cuando hice la pizza no hiciste ningún intento en hacerlo tú.

—Sé sobrevivir. —Digo frunciendo el ceño ante su actitud divertida—. Además, era tu invitada.

Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora