Capítulo 73

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Contar todo lo que sucede desde el momento en el que Roderick abre la puerta es duro. No porque pasara gran cosa sino más bien por el estado de shock en el que yo me encontraba en dicho momento.

Roderick entró con la esperanza de verme allí ya que cuando llegó, justo antes de abrir la puerta pudo ver una especie de derrame al lado de la puerta. Aunque la prensa no había hecho públicas ninguna foto mía aquel día, tenía la esperanza de que fuera yo.

Además de que mi padre le contó de que mi hermana había viajado a casa por su cumpleaños y que, aunque le había preguntado si quería pasarse por el entrenamiento ella le había dicho que estaba conmigo.

Digamos que mi querida hermana avisó a mi padre de que estaba en casa cuando me escuchó llegar a casa y no cuando hablamos y le dije que nadie sabía nada. Claro, después le dijo que no se lo dijera a Roderick, pero... él se lo dijo pensando que no iría a verlo hoy, sino mañana.

Y, eso fue lo que pasó.

Roderick entró conmigo presa del pánico. Le obligué a salir corriendo del apartamento y llamar a la policía.

Y sorprendentemente no tardaron demasiado en llegar. Supongo que al estar en la zona en la que está, así como siendo las personas que llamábamos, acudieron antes que quizás una persona desconocida. No lo sé, y la verdad es que no quiero pensar en las miles de posibilidades de que todo esto hubiera acabado mal.

¿Pudo haber acabado mal? Sí.

¿Pudo no haber llegado Roderick en aquel momento? Sí.

Se me ocurren muchísimas más preguntas, pero no puedo castigarme con esto. No puedo comerme tanto la cabeza con estas cosas porque no me harían ningún bien.

Ahora mismo nos encontramos en la casa de mis padres. En mi casa más bien porque la verdad es que no quiero ir a casa de Roderick.

Sé que Chris ya no está... pero ir allí solo me trae ansiedad y malos recuerdos. Y es cierto que ha pasado un día, pero no puedo ir.

Solo de pensarlo me da muchísima angustia, empiezo a sentir un dolor en el pecho y no sé si en algún momento volveré a entrar.

Estoy sentada en el sofá del salón con el gatito de Roderick mientras mis padres hablan con mi novio y sus padres.

Desde que llegué a casa ha sido bastante así. Necesitan hablar, valorar como me encuentro sin mí, pero sin dejarme a la vez sola.

Así que estamos en la misma habitación, pero algo alejados.

Y aunque todavía me siento extraña, después de todo no han pasado ni 24 horas desde entonces, en casa me siento a salvo.

Y Olaf me está haciendo compañía.

Sí, resulta que Roderick la adoptó el otro día, pero quería esperar a que volviera a casa para presentármela. Sabía que iba a alegrarme mucha de que tener una mascota.

Y aunque soy más de perros que de gatos, no sé si después de Finn estoy preparada para otro perrito así que mientras tanto tengo a Olaf.

Que es muy buena y le gusta mucho jugar.

Sumida en mis pensamientos, salto cuando noto el salto de mi hermana al lado mía.

—Perdón —se disculpa—, ¿cómo estás? ¿has dormido?

Niego con la cabeza.

—He dado cabezadas, pero entre las entrevistas con la policía y todo... la verdad es que poco.

Me abraza y me besa en la cabeza.

Mi hermano está fuera hablando con unos agentes. Vino nada más enterarse de todo esto.

Me siento muy afortunada de la familia que tengo y de cómo pudieron venir a mi socorro.

Después de un rato en el que Elle juega conmigo y la gatita, escucho como la puerta se cierra.

Es Max.

—He hablado con los agentes y por lo que parece Christopher es esquizofrénico y no lo sabía.

Me quedo en shock.

Todos nos quedamos en shock.

Y me entero de que Chris no sabía lo que tenía, que fue un brote psicótico el rapto, pero que sí que es cierto que ya había estado demasiado pendiente de mí con anterioridad y que es difícil probar si lo anterior es a causa de su enfermedad o no.

Una parte de mí se alegra de que haya sido por una enfermedad, de que realmente no sea una persona mala, de que el año ese que tuvimos que fingir fuese dentro de la falsedad de la relación, real. Pero otra... otra necesita ir a terapia para dejar de sentirse así.


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