Capítulo 46

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Antes de marchar al desfile, me detengo a oler los ramos de flores que he recibido. Sí, ramos, en plural. Roderick me ha enviado uno por día. Podría acostumbrarme a esto. O quizás lo correcto sería malacostumbrarme. Creo que puedo vivir con ello.

Como no puedo llevarme todos los ramos a casa, he decidido coger una flor de cada uno de ellos, igual que las tarjetas y pegarlos en mi diario que me llevo a todos lados. Así los tengo para siempre.

O hasta que rompamos, si lo hacemos, y lo queme todo.

Sí, soy un poco dramática, pero lo hice con mi primer novio y se sintió demasiado bien. Claro que después no tuve más novios... y no pude quemar nada más, pero se sintió bien. Sé que es un poco raro, pero Elle fue la que me animó a hacerlo y bueno... razón no le faltaba.

Aunque ahora que lo pienso... he dicho romper y no sé si lo que tenemos si quiera puede romperse... pero no voy a pensar en ello. Aunque realmente si terminamos lo que sea que tenemos, será romper también.

Me avisan de que el coche ya está preparado para mí, así que cojo mis cosas y marcho.

Hoy desfilo, así que debo prepararme mentalmente para lo que todo ello conlleva.

Llego y rápidamente comienzan a ajustarme la ropa, peinarme y maquillarme. Lorena supervisa que todo esté bien conmigo mientras escribe con el móvil, también hace alguna que otra llamada, pero no se aparta demasiado de mí. Desde lo que pasó el otro día, me siento más segura cuando tengo a alguien conmigo.

Me es inevitable no mirar a algunos de mis compañeros, tan altos, con cuerpos esbeltos, delgados e incluso fibrosos. Sé que yo no soy tan diferente a ellos, soy delgada y finita sin muchas curvas ni muy voluptuosa. La verdad es que entro dentro del canon de lo que se espera dentro de este mundo.

Y sé que me repito, pero cuando vives de tu imagen, en un mundo tan competitivo, es inevitable no compararse. Y eso es lo que hago viendo a mis compañeros mirándose en el espejo con caras largas, estudiándose y probablemente enumerando cuáles son cada uno de sus defectos imperceptibles para los demás, pero notorios tanto para ellos como para su agencia y probablemente diseñador.

A veces, los que están por encima de uno se olvidan de que al final todos somos personas.

Miro en el espejo todo lo que me están haciendo. Hace algunos días que me cogieron las medidas por lo que no debería tener ningún problema, pero aun así no puedo evitar compararme un poco con la chica que tengo al lado. Es bastante más delgada que yo, más alta y tiene una postura envidiable. Supongo que mi vestido le quedaría muchísimo mejor que a mí, aunque el suyo le sienta divino.

Cuando estoy lista, respiro profundamente y Lorena me pasa mi móvil. No es para llamar a alguien, ya que eso suele ponerme aún más nerviosa, sino más bien para comprobar los mensajes que me mandan. Tanto mis padres como mis hermanos siempre me escriben para darme ánimos cuando no pueden venir, y esta no es la excepción. Gabe también me mandó uno, me alegra ver que se ha acordado ya que alguna que otra vez se le ha olvidado por su apretada agenda, no le guardo rencor, pero muchas veces me gusta recordárselo solo para molestarle. Roderick también me ha escrito y siento cómo mi sonrisa se agranda y mis inseguridades se van por el retrete. Una parte de mí piensa que debería preocuparme un poco por el poder que tienen sus palabras sobre mí, pero intento restarle importancia. Es una persona importante para mí, así que es normal que lo que me diga tenga un impacto sobre mí.

Estos días nos ha sido imposible hablar, y no porque no lo hayamos intentado. Cuando él me llamaba, o yo estaba en un desfile, me estaban preparando o estaba durmiendo, y él más de lo mismo: entrenamientos, algún acto publicitario, partidos o estaba dormido.

Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora