Capítulo 42

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Cuando despierto al día siguiente Roderick ya no está. Ni siquiera recuerdo el sonido de la alarma, quizás se despertó antes de que sonara... Tampoco sé cómo no me desperté cuando me quitó de encima suya, porque sí que dormí en la misma postura donde nos quedamos después de acostarnos. Supongo que estaba demasiado a gusto como para darme cuenta de nada de esto.

Miro el reloj y el entrenamiento ya debería haber empezado, pero tengo un mensaje de mi madre diciéndome que, aunque papá y los chicos marcharon, ella se ha quedado un rato más en la cama, a la espera de que la avise para ir a desayunar. Supongo que tiene tan pocas ganas como yo de ver un entrenamiento.

Debería ser fan del fútbol teniendo en cuenta que mi familia se dedica a ello, pero... lo soy a medias. En plan, me gusta ver los partidos, pero los entrenamientos y tal como que no. Si no entreno yo, ¿por qué me gustaría ver cómo lo hacen los demás? Pues eso. Además de que me hacen sentirme mal, recordándome que debería ser una chica deportista y no lo soy. Hago lo mínimo para que no me echen la bronca, y menos mal que tengo una buena constitución porque si no... Dudo mucho que tuviera estas oportunidades laborales y más aún, poderme dedicar a esto.

Me ducho, me pongo unos vaqueros y un jersey. Me planteo recogerme el pelo, pero la coleta no me sale como quiero, así que decido dejarlo para otro día o para la tarde, y marcho al dormitorio de mis padres con el pelo suelto. Guardo mis pertenencias en una mochila pequeña, en lo que llamo a la puerta.

—Has tardado en despertar. —Dice mi madre en lo que sale de la habitación.

No entro en la suya ni nada parecido, simplemente nos vamos ya al buffet que cierra en media hora. Sí, una parte de mí cree que mi subconsciente me ha despertado porque sabía que dentro de nada cerrarían el restaurante.

—La verdad es que sí, he dormido bastante bien.

—El colchón es muy cómodo, no me extraña. No he acompañado a tu padre en parte por ello.

Asiento con la cabeza, pero sinceramente no creo haber dormido tan bien por el colchón. No es que tenga problemas de sueño y cuando duermo con Roderick maravillosamente esos problemas, si tengo alguno, se eliminan. No, eso solo pasa en los libros o al menos no conozco a nadie que le haya pasado eso. Pero supongo que estoy más tranquila de tenerlo a mi lado. Y como estoy más tranquila, inevitablemente duermo más profundamente.

Y no me entero de nada.

Como cuando le sonó la alarma, se levantó, apartándome de su pecho, colocándome de nuevo en la cama, se levantó, se visitó y se fue.

Si lo pienso seriamente, esto podría ser preocupante.

Llegamos al restaurante, nos asignan la mesa y cogemos el desayuno. Sé que debería controlar mi alimentación, que no debería comer por comer... pero es un buffet. Y en los buffets, es inevitable no comer de más. Además... ¿no deberían contar estos dos días como vacaciones?

Miro unos croissants rellenos de chocolate sin saber bien qué hacer. Sé que no debería, ni siquiera es fin de semana, pero, huelen demasiado bien. Y no es algo que suela hacer.

—Cógelo. —Dice mi madre de repente a mi lado.

—Pero no debería, ni siquiera es fin de semana. —Dice mi lado racional.

—Estás de vacaciones.

—Mamá...

Mi madre arquea la ceja retándome a contradecirla y termino haciéndole caso. En situaciones como esta, es cuando decido hacer lo que me dijo papá en la carta que me escribió cuando nací y que me dieron cuando cumplí los dieciocho, hacer caso a mamá. Me gustaría decir que lo hago siempre, pero estaría mintiendo.

Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora