Capítulo 11

58 4 0
                                    

Charles nos lleva en coche hasta el hotel donde tiene lugar la gala. Mi acompañante y yo no hemos hablado.

— ¿No había nadie disponible? —No puedo evitar preguntar.

—No sé si debería dolerme tu falta de tacto.

Mierda. Pensé que no lo había dicho en voz alta.

—Y no sé si había alguien disponible, según tu padre yo he sido su primera opción.

Lo miro mal.

— ¿Y no tenías nada mejor que hacer?

Niega con la cabeza.

Durante todo el trayecto seguimos en silencio. Él con su móvil y yo miro por la ventana deseando que estas horas pasen lo más rápido posible porque van a ser una tortura. Y lo peor de todo es que creo que él será el menor de mis problemas.

Disimuladamente lo miro, reparando en el traje que le queda demasiado bien, en su pelo peinado hacia atrás... me reprendo en el momento en el que le miro los labios y me doy cuenta de que sonríe divertido.

Mierda.

— ¿Cumplo tus expectativas para esta noche?

Mierda.

—No estás mal. —Digo intentando sonar lo más indiferente posible.

No dice nada para la sonrisa de estúpido no se le quita de la cara.

Cojo el móvil y le escribo a su hermano para reprocharle que se haya ido por ahí a maquillar a no sé quién. Obviamente me alegro por él, pero si hubiera estado aquí, hubiese ido con él y no con el soso que tengo aquí al lado.

Charles para.

—Hemos llegado. Ya me avisáis cuándo queráis que os recoja.

—No creo que tengas que esperar mucho. —Le digo mientras me despido con un toque en su hombro.

Él se ríe mientras que yo salgo. Sorprendentemente Roderick me da la mano para ayudarme a salir.

—Gracias, no me lo esperaba.

—A veces me da miedo preguntar la opinión que tienes de mí.

Nos soltamos la mano.

—Tengo la que tú me has dado de ti. —Respondo.

Los fotógrafos hacen fotos, y puede que mañana haya algún que otro tabloide inventándose historias de por qué he venido acompañada de Roderick, pero no me importa. Entre los dos no hay nada y nunca lo ha habido. Y, además, todo el que tiene que saber esto, ya lo hace.

No nos detenemos demasiado porque es una gala privada, por lo que los paparazis solo están aquí por cotilleo y exclusivas más que por la causa.

Entramos y los anfitriones nos dan la bienvenida.

—Eve, tu padre nos avisó de que tu madre enfermó.

—Sí, se ha quedado con ella. Ya sabes cómo son, no pueden estar separados.

La señora Larsen me sonríe.

—Bueno, no estás mal acompañada.

—Roderick es un amigo de la infancia, como un hermano.

Un hermano al que me he tirado.

Borracha.

Pero lo he hecho.

Madre, mía lo acabo de comparar con un incesto.

Esto me está superando y estoy empezando a delirar.

Entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora