Capítulo 45

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Nada más llegar tuve que preparar todas las maletas para mi viaje del día siguiente porque después de la sesión para la revista tenía que ir corriendo a montarme en otro avión. Odio cuando debo viajar de un lado para otro sin tiempo de descanso, pero bueno... trabajo es trabajo.

La sesión no fue mal, cambiaron de fotógrafo y a parte del equipo, sustituyendo a aquellos que habían participado en aquellas conversaciones, pero la verdad era que yo solo quería acabar de una vez.

Ya no me sentía cómoda en ese ambiente, sino juzgada por tener que repetir todo el proceso.

Y lo peor de todo es que en parte siento que no debería sentirme así. Fue mi madre la que se encontró con el panorama y fue la que me defendió. Yo me quedé callada sin decir nada. Y es como si por ello no debería sentirme mal.

Pero lo hago.

Necesité que mi madre me defendiera porque yo no fui capaz.

Sé que no debería castigarme por ello, que tampoco fue como si me hubiera dado tiempo a decirle nada... pero en ciertas circunstancias y con ciertas personas es como si me bloqueara. Porque una parte de mí sabe que en parte me dedico a esto por ser la hija de quiénes soy, que me han regalado todas estas oportunidades y soy una privilegiada.

Y lo soy... pero también he estado trabajando para seguir aquí.

Son sentimientos extraños.

Cuando aterrizo voy directa al hotel. Las chicas han salido a cenar por ahí, pero estoy agotada, así que pido servicio de habitaciones y me pongo el pijama. Ni siquiera son las diez de la noche, pero la verdad es que no puedo más.

Llaman a la puerta y aunque una parte de mí tiene la esperanza de encontrarme con Roderick como en París, pero sé que no es así. Esta semana debe quedarse en casa con el equipo y el día que tendrá libre, yo estaré ya volviendo para casa así que es para nada.

Supongo que debo empezar a acostumbrarme a esto.

— ¿Señorita Kilian? —Me llama uno de los camareros en lo que su compañero entra con el carrito.

— ¿Sí?

—Nos han dejado esto para usted.

Saca un ramo de flores: rosas, hortensias y petunias.

—Gracias.

Lo cojo y no leo la tarjeta hasta que marchan por miedo a que puedan leer algo que para mí es demasiado privado. Cuando compruebo que se han ido, miro el plato de verduras al vapor con arroz que me han traído. No es la mejor comida del mundo, pero debo cuidar lo que como sobre todo en estos días que todas las cámaras estarán sobre mí. Y no solo en el desfile.

Lorena ha dejado todos los conjuntos ya en el armario con etiquetas con los días y las horas a las que debo estar con ellos puestos. Igualmente vendrán a maquillarme y a peinarme antes de salir, excepto para el desfile que será en dos días.

Miro la tarjeta y sonrío.

Ojalá pudiera estar ahí. –R.

Sé que es un poco infantil, pero me acerco la tarjeta y me la aprieto contra el pecho. A veces no me creo que todo esto sea posible.

Me siento demasiado afortunada.

Llamo a Roderick pero no me lo coge, por la hora que es, seguramente esté dormido. Me entristece que no seamos capaces de hablar a causa de la distancia, pero me digo que debo ser paciente. Encontraremos la manera que mejor nos sirva.

Respiro.

Le mando una foto del ramo y le escribo un mensaje.

Gracias, huelen muy bien y son súper bonitas. Me hubiera gustado hablar contigo, pero es tarde y seguro que ya estás dormido. Espero que hablemos en estos días.

Antes de mandar el mensaje escribo un te quiero que termino por borrar.

Es demasiado pronto.

Es demasiado pronto

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