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Si un jugador tiene miedo a reveses competitivos, nunca creará nada nuevo

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Si un jugador tiene miedo a reveses competitivos, nunca creará nada nuevo.


Rush

Cuando Arabella despertó de su coma sentí el alivio que apoderó de todo mi cuerpo, cuando no recordó la razón de su coma mi mente reconoció el sentimiento de las segundas oportunidades y, aunque Justine me había prevenido sobre sus cortas lagunas mentales antes de que ella despertara, agradecí fuertemente que así hubiese pasado.

¿Era una basura por ocultarle el hecho de que su padre la estaba cazando? Quizás, pero era una decisión que Harrison, Kendall y yo habíamos tomado unánimemente. Ella no podía indisponerse otra vez con el Boss pisándonos los talones y no sabíamos cómo iba a tomarlo nuevamente si le dábamos la información, por lo que concordamos con que Justine le dejaría saber que ella había colapsado por el estrés de los últimos días.

El cómo tomó eso sin chistar fue lo que me sorprendió, pero Justine había hecho un buen trabajo al momento de contárselo, así que Arabella lo dejó estar, además, Kendall avisó que ella había tenido unos episodios parecidos, por lo cual Arabella iba a tomarlo con calma.

Ahora, si hubiera tenido la oportunidad de encerrarme con ella en un lugar muy lejano lo hubiese hecho, pero ella tenía que saber la verdad. Se lo debía por todo lo que le estaba haciendo pasar, y aunque Riden y Mila estaban en contra, era lo mínimo que tenía que hacer por ella.

Me arrepentí al minuto que tocamos Nueva York, y me arrepentí más cuando el maldito chofer había recibido órdenes estrictas de Alexey luego de terminar la gala a la que el jodido hijo de perra no se había aparecido. El muy bastardo no iba a dejar pasar la maldita reunión por más que lo ignoré y eso me quedaba claro. Muy a mi pesar no pude impedir nada de esto, por lo que aquí estábamos.

Le revelé todo a ella, pero no vi venir su respuesta, por ende, aquí estábamos. La mirada que Arabella me dio fue todo lo que necesité para entender que lo había jodido todo, y en cuanto aquellas palabras se deslizaron por su boca sabía que había perdido la partida.

—¿Me usaste? —Habló lo suficientemente alto para que la escuchara.

Inmediatamente sacudí mi cabeza, negándolo. ¿Cómo diablos era eso lo primero que se le cruzaba por la cabeza?

—¿Cómo me preguntas eso? —Estaba incrédulo.

—¡Me trajiste a la maldita boca del lobo, hijo de puta! ¡¿Cómo no quieres que te pregunte eso?! —Tronó furiosa.

—Princesa... —Traté de calmarla.

—¡Y una mierda, Rush! —Se levantó de mi cama, y comenzó a caminar en círculos. Parecía una princesa enjaulada con aquel vestido, pero me tragué el comentario—. Me mentiste —se volteó a mirarme furiosa—. ¡Me ocultaste todo! Pudiste aclarar los puntos cuando te dejé saber quién era yo, pero no lo hiciste, así que ahora dime la verdad, ¿me usaste? Si sabías mi identidad desde un principio, ¿me estabas usando?

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