Ella no es de embriagarse, pero ella bebe.
Ella no es de apostar, pero ella juega.
Ella no es de ir a fiestas, pero ella baila.
Ella no es de enamorarse, pero ella enamora.
Ella es muy buena con las armas, por ende ella asesina.
Ella no cree en el d...
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No se me permite apostar, pero si pudiera, apostaría por ti
Arabella
Decir que las cosas se volvieron más sencillas después del operativo exitoso que se tuvo con el Linea D'Acciaio sería una gran mentira. Uno pensaría que, luego de que mi cerebro decidiera funcionar a las pocas horas de quedar inconsciente por la follada salvaje que Rush decidió regalarme, el ambiente estaría relajado, armonioso incluso. Riden ya podía levantarse con escasa ayuda (no es como si se dejara ayudar, de igual forma) y caminar cuatro pasos sin caer exhausto, Mila estaba más apegada a Nathaniel gracias al desplante estúpido de su hermano, y Kendall y Rise... bueno, ellos ni se miraban, pero la tensión sexual que ambos desprendían al estar en una misma habitación era tan grande que me volvía loca. ¿Cómo diablos ambos podían aguantar tanta tensión? A veces me preguntaba si habían firmado una cláusula de celibato porque no era normal aguantar tantas ganas de follar con alguien y al final no hacerlo. Kendall era idiota.
Sin embargo, esa ilusión de un "ambiente armonioso" que nos acompañó momentáneamente se fue a la mierda cuando hace cinco días apenas pude levantarme de la cama enorme de Rush, quejándome por el dolor que palpitaba en el único orificio por el que ya no era virgen. Al espécimen no fue que le importó mucho mi sufrimiento; él y los demás se pasaron mis quejas por el culo durante los primeros tres días, pero como decía, el humor distendido desapareció por completo cuando todos nos reunimos en la bonita y ordenada oficina (para nada como se había dejado en la madrugada) de Rush para una reunión importante.
Harrison, junto con las otras diez personas del consejo, nos observaban desde la pantalla gigante de la oficina, sus rostros graves. Bueno, era mi jefe quien tenía esa expresión, pero ¿cuándo no? Los demás nos estaban mirando quizás con una pizca de orgullo. Aun así, no duró mucho ese brillo bonito en el rostro de los demás. El orgullo y desconcierto que mostraban al principio se transformó en terror e incredulidad cuando Rush sugirió que Nikolay y Alexey podrían estar colaborando, basándose en las balas encontradas en el chaleco de Riden. Ahí todo empezó a ir cuesta abajo.
A decir verdad, Rush había dejado a todo el equipo boquiabierto por la noticia, por ende, la mañana se desvaneció en una serie de discusiones acaloradas, con Harrison exigiendo nuestro regreso para manejar la situación que se estaba descontrolando debido a las especulaciones de Rush. Pese a mi desconcierto, ni el espécimen ni yo dimos nuestro brazo a torcer. Salir de Chicago para volar ocho horas de regreso a Escocia no era una opción hasta que el doctor Mason diera el visto bueno para Riden.
A Harrison no le gustó nuestra negativa, como era de esperarse. Continuó exigiendo nuestro regreso, incluso después de colgar la llamada con el consejo. Me tomó una hora "convencerlo" de que lo mejor para Riden y para manejar el desastre mediático que había provocado la caída del jodido edificio era quedarnos en el penthouse de Rush, manteniéndonos ocultos y de bajo perfil hasta que las cosas se calmaran un poco, pero...