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Porque pelear es jugar, y yo quiero seguir jugando

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Porque pelear es jugar, y yo quiero seguir jugando.


—No los culpes —empecé a hablar—. No fue su culpa. Yo fui quien les dije que me dejaran entrar. Te juro que ellos querían devolverse porque un edificio plagado de perros no era nada, absolutamente nada de lo que estaba planeado enfrentarse, pero yo los convencí y ellos aceptaron a regañadientes, ¡te lo juro! —Con cada palabra que soltaba, peor el semblante del espécimen se colocaba, pero si paraba ahora moriría, y quería antes de morir, poder defender a mi grupo—. Además, había que darle tiempo a Rise para que volviera a bajar las defensas para poder salir con el helicóptero de ahí porque mejoraron todo a último momento.

"La misión iba bien. Yo me encargaría de colocar el explosivo en el sótano y salir de ahí en cuanto tuviera la oportunidad, pero nadie se esperaba que Dardan apareciera —el espacio se estaba haciendo más pequeño con cada pisada lenta que Rush empezó a dar hacia mí, por lo que terminé balbuceando más rápido—. Tuve que dispararle. Rise me prohibió hacerlo porque llamaría la atención de todo el mundo, pero tuve que hacerlo. No tenía tiempo para una pelea limpia con él porque el tiempo de la bomba estaba corriendo y le disparé.

"¡Fue mi error! —Las lágrimas a este punto no las pude detener y los pasos de Rush se hicieron más lentos—. ¡Te juro que fue mi culpa! No la de ellos. Salí del sótano con una bala en mi pierna por algún estúpido perro por una puerta que no debió de estar ahí, pero gracias a Dios que sí, sin embargo las cosas estaban peor afuera. Rise se encontraba disparando desde el helicóptero para darme paso hacia ellos y Riden me lanzó la cuerda con el gancho. No me di cuenta que me habían disparado hasta que empezaron a subirme con la cuerda y cuando llegué al interior del helicóptero quedé inconsciente.

Rush ya se encontraba al lado de mí para cuando terminé de hablar y su mirada me gritaba de todo. Desde preocupación, ira, frustración hasta decepción, terror y más ira. ¿En dónde demonios yo podía esconderme para evitar todos esos sentimientos que enmarcaban sus preciosos ojos grises? No los quería ver.

Jesús, ya lo había dicho todo, ¿por qué aun no me has llevado?

Cerré los ojos con fuerza, evitando así su mirada turbia y conté mentalmente hasta que viera el blanco brillo del cielo llamándome. ¡Necesitaba que eso llegara de una maldita vez!

—Arabella —si su mirada era horrible, su tono de voz era peor. Me encogí más en la camilla, absorbiendo todo el dolor de mi cuerpo porque de verdad no lo quería ver—. Arabella, mírame. —No—. Joder, Arabella. Abre los malditos ojos y dame la cara.

—No —musité.

—¿No? —Repitió él destapando por completo esa ira que tenía guardada y reservada especialmente para mí—. ¿No? Maldita sea, ¿cómo no? Casi atropello a peatones saliendo de la casa de la Nostravik, volé dos horas para venir a verte, le saqué la mierda a Rise, amenacé a tu soldato, le grité cosas a Riden que jamás en mi vida se me ocurrirían volver a gritarle, ¿y tú te estás negando a verme porque no puedes soportar las consecuencias que trajeron tus actos? ¡¿Me estas jodiendo?! ¡Dame la jodida cara, Arabella! Es lo mínimo que tienes que darme después de ser tan malditamente...

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