Ella no es de embriagarse, pero ella bebe.
Ella no es de apostar, pero ella juega.
Ella no es de ir a fiestas, pero ella baila.
Ella no es de enamorarse, pero ella enamora.
Ella es muy buena con las armas, por ende ella asesina.
Ella no cree en el d...
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Él era todo lo que yo apostaba por encontrar, pero... ¿qué era lo que yo no apostaba por encontrar?
Kendall
No podía. Lo intenté. Y fueron varias veces. Pero decirle a él que no era mentirme a mí misma porque... ¿Por qué diablos no? ¿Por qué rayos no solo iba contra la corriente por una vez en mi vida y aceptaba estar con él? ¿Por qué me costaba tanto? Él era...
—Un mujeriego que le encanta saltar de mujer en mujer —me recordé en un murmullo, rodando sobre el amplio colchón quedando bocarriba—. Y por eso es un jodido no.
Entonces, si era un jodido no, ¿por qué siquiera pensar en él? ¿Por qué siquiera dejar que esas horribles mariposas se apoderan de mi estómago cada vez que lo sentía detrás de mí, esperando que me volteara para poder acallar cualquier pensamiento o estrés que tenía del día?
¿Por qué me molestaba en recordar el cómo fui una completa perra y lo dejé ahí después de escuchar esas palabras que solo Arabella me decía?
—Te amo —volvió a susurrar contra mi pelo y yo salí de su pecho para contemplarlo, dándole mi mejor mirada incrédula y burlona—. ¿Impresionada, verdad?
—Se lo dices a todas —resoplé con burla, tratando de salir de mi estupor y escepticismo—. Te apuesto que hasta se lo dijiste a Anastasia ayer.
No esperé a que me respondiera. Necesitaba salir de aquí. Ya.
Me incorporé por completo, levantándome de la cama para buscar mis cosas y vestirme. Gracias a Dios todo estaba cerca y ésta vez no me había dado el gusto de perder una sola cosa.
—No es así —él, con su cuerpo completamente desnudo, tomó mi muñeca cuando intentaba meter una de mis piernas en mi pantalón—. ¿Qué fue lo primero que te dije cuando te lanzaste sobre mi toda mojada, frustrada y necesitada, Kendall? —Sus ojos reflejaban ese algo que yo no podía...
—"No" —respondí volviendo a mi tarea una vez que me solté de su agarre, sin desviar mis ojos al sur de su...—. No fue uno de mis momentos favoritos, pero fue entendible —dije terminando de colocarme el pantalón.
Escuché su resoplido, pero antes siquiera poder colocarme la sudadera, él ya estaba enfrente de mí otra vez con ganas de querer desnudarme de nuevo. Y no me negaba a eso. Si no hubiese matado el ambiente con palabras que él le decía a toda la población femenina de Miami y, por supuesto que sí, mundial.
—¿Qué fue lo que te dije? —Atrapó mi mentón entre sus dedos y lo mantuvo fijo ahí. Enarqué una ceja—. No fue un "no". Fue un "solo por esta vez".
—¿Cuál es la diferencia? —Resoplé—. Es la misma mierda.
Su mano libre bajó por mi cuello, pasó por mis tetas, pellizcó un pezón y terminó en mi cintura. Traté de no perderme en esas caricias pero esas gemas de jade que tenía como ojos me desconcentraban en cantidades industriales y se me hacía algo difícil salir del lugar... O pensar.