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Se juega con la precisión de quien no teme a la derrota, pero, ¿qué queda cuando el precio del juego es más alto de lo que se puede pagar?

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Se juega con la precisión de quien no teme a la derrota, pero, ¿qué queda cuando el precio del juego es más alto de lo que se puede pagar?

Drake

Diciembre, 28

Mi sentido del olfato fue lo primero que despertó, aunque desearía que no lo hubiera hecho. El hedor era tan intenso que sentí como si me abofeteara, obligándome a toser y abrir los ojos de golpe. La cabeza me daba vueltas y el cuerpo me dolía como si hubiera sido golpeado sin piedad, pero ese malestar quedó relegado al fondo de mi mente. El dolor, la fatiga, el cansancio... Todo lo demás desapareció frente al olor, una fetidez tan insoportable que me arañaba la garganta y me apuñalaba los sentidos.

Parpadeé repetidas veces, cegado por la cantidad absurda de luz en la habitación. Era blanca, fría, inhumana. Intenté moverme, pero la cama en la que estaba parecía diseñada para alguien más pequeño. Esta no era mi habitación. No tenía luces tan deslumbrantes, ni máquinas que pitaban con un ritmo constante y monótono, como si marcaran la cuenta regresiva hacia algo que prefería no imaginar.

Mi cabeza quería analizar en dónde estaba, pero otra ola de ese hedor me cortó la respiración, obligándome a enfocarme en una sola cosa: ¿qué diablos era lo que olía tan mal?

Intenté buscar la fuente, pero fue inútil. La luz era demasiado intensa, y gracias a la nula cooperación de mis ojos, todo se veía borroso.

—¿Qué rayos es lo que huele así de...?

No terminé. Una voz profunda, rasposa, cargada de veneno interrumpió mi pensamiento, helándome la sangre con una sola palabra:

—Finalmente.

El sonido me atravesó como una hoja afilada, inundando mi cabeza con una película de recuerdos: Zach y Rush, Kendall, Bells y Rise, disparos, gritos, amenazas... Las alarmas en mi mente se encendieron y por fin entendí en donde, quizás, me encontraba.

Gracias a la voz, mi cabeza giró hacia donde creía que provenía. En una esquina de la habitación, más allá del alcance de la luz, había un rincón oscuro. Un vacío tangible que parecía absorber todo a su alrededor, un vacío que te gritaba que miraras hacia otro lado. E intenté hacerlo. Traté de apartar la vista, pero no pude.

Clavé la mirada, tratando de enfocar, de ver más allá de la nula luminiscencia que tenía ese espacio. Tardé más de lo esperado, pero aun así lo conseguí, y desearía no haberlo hecho. Había sido un error de mi parte. Lo único que quería saber era quién había hablado, pero mientras más miraba, más esos ojos me consumían.

No sé si fue el pitido incesable del monitor cardíaco lo que lo hizo sonreír como si estuviera a punto de despellejar a su presa, o que mi olor a miedo absoluto y paralizante le dio todo lo que necesitaba para disfrutar su papel de cazador, pero eso fue todo lo que necesitó para salir de las sombras con una calma que hizo que mi corazón se encogiera. Se inclinó sobre el extremo inferior de la camilla, sus manos firmes, como si reclamara el espacio.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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