CAP. 43

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Finalmente, el helicóptero comenzó a descender, acercándose a la finca Somerset. Max se preparó mentalmente, listo para cualquier cosa que pudiera encontrar al llegar. Su único objetivo era llegar a Victoria y asegurarle que no estaba sola, que él siempre estaría a su lado, pase lo que pase.

En la empresa Özdemir, Aarón estaba en su oficina, su mente una vorágine de celos y furia. No podía soportar la idea de Max cerca de Victoria, aunque sabía que eran amigos cercanos. Pero había una línea muy delgada entre la amistad y algo más, y la posibilidad de que esa línea se cruzara lo estaba volviendo loco. Se quedó en silencio por un momento, intentando calmar sus pensamientos. Sabía que necesitaba hablar con Victoria y aclarar las cosas, pero la presencia de Max lo hacía sentir amenazado y traicionado.

Carlos y Félix intercambiaron miradas de asombro mientras Aarón se dirigía a la puerta.

- Me tengo que ir —dijo Aarón, furioso, levantándose de su asiento con un aire de determinación. Estaba furioso, sus pensamientos consumidos por la imagen de Max y Victoria juntos

- Pero aún no terminamos de hablar —protestó Félix

- No me importa - respondió Aarón con frialdad, ignorando a Félix y saliendo de la oficina con pasos firmes

- Claro, claro, escápate —dijo Carlos en tono sarcástico— No sé cómo una belleza como Victoria te soporta.

Aarón no respondió. Lo único que importaba era llegar a la finca antes de que Max lo hiciera. La idea de Max con Victoria era como un veneno en su mente. Salió del edificio y se subió a su auto, su furia alimentando su determinación.

- "Max... siempre metiéndose donde no lo llaman" - pensó Aarón, sus manos apretando con fuerza el volante - "¿Qué se cree? ¿Qué puede venir y solucionar todos nuestros problemas?"

Cada kilómetro que recorría parecía aumentar su ira.

- "Victoria es mi esposa. Ella me pertenece. No dejaré que nadie, ni siquiera Max, se interponga entre nosotros."

Max llegó rápidamente a la finca Somerset en el helicóptero, ya era de noche. La oscuridad y el silencio solo aumentaban su ansiedad. Saltó del helicóptero, apenas aterrizó y se dirigió apresuradamente hacia la casa principal. Su corazón latía con fuerza mientras recorría los pasillos y habitaciones, buscando desesperadamente a Victoria.

- ¡Bonita! —gritó Max, su voz resonando en el vacío de la casa— ¡Bonita, ¿dónde estás?!

No había rastro de ella en el interior. La preocupación en su rostro se intensificó mientras corría hacia el exterior, iluminando el camino con una linterna. La finca parecía desierta, y la desesperación de Max crecía con cada minuto que pasaba sin encontrarla.

Finalmente, llegó al área de la piscina. La luz de la luna reflejaba sobre el agua, creando un ambiente inquietante. Max escaneó la zona rápidamente, hasta que algo llamó su atención: una figura encogida detrás de un arbusto, temblando visiblemente.

- ¡Bonita! —exclamó, corriendo hacia ella.

Victoria estaba acurrucada en el suelo, detrás del arbusto, abrazando sus rodillas y temblando de miedo. Sus ojos estaban desorbitados y llenos de terror, respiraba con dificultad, atrapada en una crisis de ansiedad. Estaba completamente perdida en su pánico.

- ¡Bonita, tranquila! Estoy aquí, ya estoy aquí —dijo Max con voz suave, intentando calmarla mientras se arrodillaba a su lado.

Intentó tomarle la mano, pero Victoria la retiró bruscamente, aún sumida en su ataque de ansiedad. Max sentía una punzada de dolor al ver el estado en que se encontraba. Sabía que tenía que actuar rápido.

CASADOS POR ACCIDENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora