- Buenos días, joven
- ¿Me puede servir el desayuno, por favor?
- Claro, joven —respondió Juana, sirviéndole el desayuno con diligencia.
Aarón se dirigió al comedor y se sentó, dispuesto a disfrutar de su desayuno. En ese momento, Victoria bajó a la cocina, su presencia siempre emanando una mezcla de gracia y tristeza.
- Buenos días, señorita —saludó Juana.
- Buenos días —respondió Victoria.
- ¿Se le ofrece algo? —preguntó Juana.
- Sí, Juana, ¿será que me puedes hacer un licuado de fresas?
- Lo siento, señorita, pero las fresas se acabaron. Iré a comprarlas ahora mismo.
- Está bien —dijo Victoria, asintiendo— Enseguida vuelve.
Juana se apresuró a salir a comprar las fresas, mientras Victoria agarraba una manzana y se dirigía al comedor. Aarón, que estaba desayunando tranquilamente, vio a Juana salir
- ¿A dónde se dirige? - pregunta
- a comprar las fresas para la señorita Victoria —respondió Juana.
En ese momento, Victoria salió de la cocina con la manzana en la mano, sin notar la presencia de Aarón. Se sentó en el comedor, ajena a los ojos que la observaban. Aarón no podía apartar la mirada de ella, pensando en lo hermosa que se veía incluso en su tristeza.
Victoria sintió una mirada sobre ella y levantó la vista, encontrándose con sus ojos. Aarón estaba al otro lado del comedor, vestido con un elegante traje negro, irradiando una presencia imponente y seductora. Durante casi cinco minutos, se miraron fijamente, atrapados en un torbellino de emociones y recuerdos.
Para Victoria, esos recuerdos eran dolorosos, imágenes de momentos felices que se habían desmoronado. Desvió la mirada, intentando alejarse de esos pensamientos, y se levantó rápidamente, dispuesta a irse.
- Amor —dijo Aarón con voz firme, deteniéndola en su camino.
El corazón de Victoria comenzó a latir con fuerza. Se dio la vuelta, enfrentándose a Aarón, que se acercaba a ella con una determinación inquebrantable.
- ¿Qué pasa, Aarón? —preguntó Victoria, intentando mantener la calma.
- Quiero hablar contigo —dijo Aarón, con la voz cargada de emociones.
- ¿Sobre qué? —preguntó Victoria, sintiendo una mezcla de esperanza y miedo.
- Sobre nosotros —dijo Aarón— ¿Hasta cuándo estaremos así de distanciados?
- En primer lugar, no existe un "nosotros" —respondió Victoria con frialdad— Y en segundo lugar, todo esto es una farsa.
- Pero lo que vivimos juntos, esos días tan bellos, esos días espectaculares...
- Eso ya es pasado, Aarón. Tú te encargaste de destruirlo todo.
Aarón bajó la mirada, sintiendo el peso de sus errores.
- Lo sé y te pido perdón. Sé que es mi culpa. Pero, Victoria, no aguanto más. Te juro que ya no puedo más con esto.
Victoria sintió una punzada de dolor en su corazón, pero no podía dejarse llevar por sus sentimientos.
- Lo siento. Pero esto no está bien. Tú sabes perfectamente que esto es una farsa. Que esto empezó todo mal. Y que este maldito matrimonio es una mentira. A veces pienso que un "nosotros" nunca existió.
ESTÁS LEYENDO
CASADOS POR ACCIDENTE
AléatoireLa vida de Victoria Somerset y Aarón Özdemir se entrelaza en una trama llena de pasión, intriga y giros inesperados. Victoria, una belleza deslumbrante y líder de las chicas populares en la universidad, y Aaron, un chico guapo y adinerado recién lle...