CAP. 52

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Victoria, pálida y temblorosa, no supo qué decir. En ese momento, Miray, entró en la cocina, alarmada por la expresión de Victoria.

- ¿Hija, estás bien? —preguntó, acercándose a Victoria con preocupación.

Aarón se giró hacia su madre, decidido.

- Madre, se acabó la fiesta —anunció firmemente.

- ¿Qué? ¿Por qué? —preguntó, sorprendida.

- Mi mujer no se siente bien, y es mejor que terminemos la fiesta —dijo con un tono autoritario.

- ¿Cómo que no se siente bien? —se acercó más a Victoria, tocándole la frente con una mano— Llamaré al doctor en este mismo instante para que la revisen —dijo, preocupada.

- No es necesario, madre. Yo ya lo hice. Mejor ve y diles a los invitados que la fiesta se acabó. Mi esposa necesita descansar —dijo, manteniendo la calma.

- Entiendo, está bien. Iré a decirles que la fiesta se acabó —dijo, resignada

- Está bien, madre. Después, si quieren, pueden quedarse a dormir —agregó

- No es necesario, hijo. Tu padre y yo volveremos a casa. Mañana venimos a ver a Victoria —respondió.

- Está bien, madre —dijo

Miray se dirigió a los invitados y les informó que la fiesta había terminado. Después de un rato, los invitados comenzaron a irse. Miray volvió a la cocina junto con Hamza, el padre de Aarón.

- Hijo, ya está. Los invitados ya se fueron —dijo

- Gracias, madre

- Espero que te mejores, Victoria —dijo Hamza.

- Buenas noches, hija. Espero que te sientas mejor mañana —agregó Miray.

- Buenas noches, madre, padre. Gracias — respondió Aarón

- Buenas noches, hijos —dijo Hamza, y ambos se retiraron.

Aarón cerró la puerta tras sus padres y se giró hacia Victoria, su rostro lleno de determinación.

- Victoria, tenemos que hablar —dijo.

Victoria intentó esquivar el conflicto.

- Claro que no. Buenas noches, Aarón —dijo, intentando irse.

- Claro que sí. Ahora mismo —dijo Aarón, agarrándola de la muñeca y llevándola hasta la habitación.

- ¡Auch, me lastimas! —se quejó.

- Ahora habla — la soltó, pero su mirada seguía intensa

- No tenemos nada de que hablar —dijo, intentando mantener su compostura.

- Claro que sí. Dime, ¿Por qué carajos pensaste que solo fue sexo para mí? ¿Por qué demonios pensaste eso de mí? ¿Por qué demonios piensas algo que yo nunca te dije? — alzó la voz, su frustración evidente.

- Porque es la verdad, ¿o lo vas a negar? —le gritó

- Claro que lo voy a negar, porque no es cierto —respondió con firmeza.

- Ajá, ¿sabes qué? Ve a otro perro con ese hueso —dijo, furiosa— Deja de hacerme más preguntas. Será mejor que duermas en otra habitación - empezó a caminar hacia la puerta, pero Aarón la detuvo.

- Tú no te vas — la jaló suavemente, sin querer lastimarla— Tú te quedas aquí. Ahora mismo arreglamos esto.

- Victoria, pálida y temblorosa, intentó encontrar las palabras adecuadas.

CASADOS POR ACCIDENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora