Las lágrimas comenzaron a llenar los ojos de Victoria. Cada vez que pensaba en sus pesadillas, sentía que se abría una herida profunda y dolorosa.
- No lo entiendes, Max. No quiero recordar esas cosas. Me hacen daño —dijo entre sollozos.
Max sintió un nudo en el estómago al ver a Victoria tan afectada. Sin embargo, sabía que enfrentar esos demonios era la única manera de avanzar.
- Lo sé, bonita. Pero a veces, enfrentar nuestros miedos es la única manera de superarlos. Estoy aquí para ti, para apoyarte en todo momento —le dijo, acariciando su rostro con ternura.
Victoria apartó la mano de Max, su tristeza transformándose en frustración.
- ¡No, Max! No entiendes. No quiero hablar de esto. No quiero que nadie sepa lo que pasa por mi cabeza —gritó, su voz llena de desesperación.
Max se sorprendió por la intensidad de su reacción, pero no se echó atrás.
- Victoria, necesito saber. No puedo quedarme al margen mientras sufres. Por favor, déjame ayudarte —rogó, sus ojos llenos de preocupación.
- ¡No! —gritó Victoria, sus lágrimas fluyendo libremente ahora—. No puedes ayudarme. Nadie puede.
Max se sintió impotente, su deseo de protegerla, chocando con la muralla de dolor que ella había erigido.
- Bonita, eres lo más importante para mí. Haré lo que sea necesario para verte bien. Pero necesito que confíes en mí. No estás sola en esto —dijo, su voz temblando con la intensidad de sus sentimientos.
Victoria, abrumada por sus propias emociones, se cubrió el rostro con las manos, sollozando incontrolablemente.
- Lo siento, Max. Lo siento tanto. No quiero que veas esta parte de mí. No quiero que sepas lo rota que estoy —susurró entre lágrimas.
Max la abrazó, sosteniéndola con fuerza.
- No me importa cuán rota creas que estás. Estoy aquí para ti, para recoger los pedazos y ayudarte a sanar. Juntos podemos enfrentar lo que sea —dijo, su voz cargada de amor y determinación.
Victoria, aun llorando, se dejó llevar por el abrazo de Max, sintiendo una pequeña chispa de esperanza en medio de su tormento.
- Está bien, Max. Lo intentaré —dijo finalmente, su voz apenas audible.
Max la besó en la frente, agradecido por su valentía.
- Eso es todo lo que pido, bonita. Juntos, podemos con todo – se levanta y baja a la cocina por una botella de agua cuando regresó a la habitación, encontró a Victoria sentada en la cama, con lágrimas en los ojos.
- Bonita, ¿estás bien? —preguntó, acercándose rápidamente a ella.
Victoria lo miró, sus ojos llenos de gratitud y tristeza. Y tiene la manera perfecta de cambiar el tema para no contarle a Max lo de sus pesadillas.
- Escuché todo, Max. No quiero ser una carga para ti. Si necesitas volver a tu trabajo, lo entenderé —dijo, su voz temblando.
Max se sentó junto a ella, tomando sus manos entre las suyas. Él sabía a qué se refería
- Victoria, no eres una carga. Eres lo más importante para mí. No voy a dejarte sola. Estaré aquí contigo, pase lo que pase —dijo con firmeza, mirándola a los ojos – cuando pase todo esto, prometo volver al trabajo si
Victoria dejó escapar un suspiro de alivio, sintiendo el cariño y la dedicación de Max.
- Gracias, Max. No sé qué haría sin ti —dijo, apoyando su cabeza en su hombro.
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CASADOS POR ACCIDENTE
CasualeLa vida de Victoria Somerset y Aarón Özdemir se entrelaza en una trama llena de pasión, intriga y giros inesperados. Victoria, una belleza deslumbrante y líder de las chicas populares en la universidad, y Aaron, un chico guapo y adinerado recién lle...