CAP. 50

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- No, no pude... lo siento —respondió Victoria con sinceridad.

- ¡Por qué!

- Tengo miedo de que él no sienta lo mismo por mí, que solo haya sido una noche más —confesó Victoria, revelando sus temores más profundos.

- Entonces deja ese miedo y enfrenta la realidad —instó Max, tratando de infundirle valor.

- No puedo... —respondió Victoria con desesperación.

La frustración y la incomunicación entre ellos alcanzaron su punto máximo cuando Max la acusó de ser una cobarde, desencadenando una reacción emocional en Victoria.

- ¿Qué pasa contigo? Tú no eres así, Victoria. Te desconozco... —dijo Max, visiblemente afectado por la situación.

- Max – intenta hablar

- Nada de Max, deja ese miedo y enfrenta la realidad —instó con firmeza.

- No puedo... —respondió, su voz apenas un susurro cargado de desesperación.

- Que sí lo harás. Ve y habla con él ahora mismo —insistió, tratando de empujarla a la acción.

- ¡Que no lo haré! —replicó Victoria furiosa— ¿Qué te pasa? Tú no eres la Victoria que conozco ¿Qué pasó con esa Victoria que enfrentaba todo y no le tenía miedo a nada?

- Por favor... sigo siendo la misma... deja de decir tonterías —respondió Victoria, su voz temblando.

- Sí, cómo no... Si tú quieres creer eso, pues hazlo. Engáñate a ti misma... Sabes, eres una cobarde, eso es lo que eres —dijo, molesto, sin medir el impacto de sus palabras.

- ¿Eso es lo que piensas de mí? Está bien, entonces soy una maldita cobarde —replicó, su voz quebrándose.

- Lo siento bonita, no quise decir eso —intentó disculparse, su tono suavizándose al darse cuenta del daño que había causado.

- Lo que pasa es que tú nunca, tú no sabes cómo se siente tener este miedo —dijo, frustrada y al borde de las lágrimas.

- Tal vez no, pero... —empezó, intentando reconducir la conversación.

- Mejor no digas nada —lo interrumpió Victoria, su voz cortante.

- Bonita, escúchame... —intentó nuevamente, su tono implorante.

- ¿Para qué? ¿Para volver a decirme que soy una cobarde? No es necesario, ya sé que soy una cobarde, no es necesario que me lo repitas —habló Victoria, su voz llena de dolor.

- bonita, no quise decir eso, pero... —intentó, pero la llamada ya se había cortado.

Max quedó mirando el teléfono en su mano, sintiéndose impotente y lleno de remordimientos. La intensidad de la conversación lo había dejado sin aliento, y sabía que había herido profundamente a Victoria. Mientras tanto, Victoria se derrumbaba en el sofá, las lágrimas rodando por sus mejillas, sintiendo que su mundo se desmoronaba a su alrededor. Después de estar así como dos horas, decidió salir a despejarse. Mientras tanto en mossman Gorge

- ¡Eres un idiota, Max! —se recriminó en voz alta— ¡Eres un idiota! Sabiendo cómo es tu bonita, se te ocurre decirle semejante cosa. Me mata la preocupación. ¿Cómo estará? Se escuchaba mal...

Golpeó la mesa con frustración, tira todas las cosas de ahí, sintiendo la culpa y la impotencia arremolinarse en su interior. Justo en ese momento, la puerta de su oficina se abrió y Dafne entró con una expresión mezcla de curiosidad y preocupación.

- ¡Uy! ¡Qué genio! ¿Qué pasó? ¿Qué te pasó? —preguntó, tratando de sonar casual.

- ¡Nada que te importe! —respondió Max bruscamente—. ¿Y dime, a qué viniste?

CASADOS POR ACCIDENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora