CAP. 100

7 2 0
                                    

En la Villa, Victoria estaba haciendo algunas cosas en la casa cuando el empleado se acercó.

- ¿Señorita Victoria, necesita algo? —preguntó.

- No, gracias. Está bien. —respondió con una sonrisa.

El empleado asintió y se retiró. En ese momento, el teléfono de Victoria sonó. Al ver el nombre de Dafne en la pantalla, respondió rápidamente.

- Hola, Dafne. ¿Pasa algo? —preguntó.

- Hola, Victoria. ¿Estás en tu casa? —preguntó, con un tono serio.

- Sí, ¿por? —respondió, sintiendo un ligero nudo en el estómago.

- Perfecto. Estaré ahí en 20 minutos. Necesitamos hablar —dijo, sin rodeos.

- Está bien. Te espero —contestó Victoria, terminando la llamada. Miró el teléfono con preocupación— Ahora, ¿qué quiere hablar conmigo? —murmuró para sí misma, sintiéndose intranquila.

En la Mansión Özdemir, Miray estaba visiblemente alterada en la sala. No podía quedarse tranquila.

- No, no puedo, no puedo quedarme aquí tranquila. Necesito una explicación, y ahora tengo que ir a hablar con Victoria —decidió, levantándose de su asiento con determinación.

- Amor, ¿está todo bien? —preguntó Hamza, entrando en la sala.

- Sí, cariño. ¿Por qué lo preguntas? —respondió, intentando disimular su agitación.

- Te noto pálida desde hace días. ¿Pasa algo? —insistió, preocupado.

- No pasa nada, amor. —respondió, intentando sonar convincente.

- ¿Segura? —preguntó, con una ceja levantada.

- Sí, sí. Tengo algunos asuntos que resolver —dijo, levantándose rápidamente— Te amo —añadió, dándole un beso antes de salir de la casa.

En la Villa. Victoria estaba haciendo algunas tareas cuando el empleado le llamó la atención.

- Señorita, baje de ahí, se va a caer —advirtió la empleada.

- No me voy a caer, Juana. Deje de preocuparse —respondió Victoria, con una risa.

- Dejaré de preocuparme cuando baje de ahí —insistió, con firmeza.

- Está bien—Victoria bajó con cuidado—¿Contenta?

- Si, no vuela a subirse ahí, no es necesario

- Claro, Entonces, ayudaré con las copas.

- Señorita, no es necesario que me ayude. Nosotros podemos con todo esto.

- Por favor, sé que pueden, pero déjenme ayudarles —pidió.

- Está bien, señorita —accedió, aunque con cierta reticencia.

Victoria se puso a limpiar las copas de cristal, pero su tranquilidad se vio interrumpida cuando Miray entró en la sala.

- ¿Por qué no me dijiste que tú y mi hijo están casados por accidente? —preguntó, de repente.

Victoria se sobresaltó y dejó caer una copa, que se rompió en mil pedazos en el suelo.

- ¡Señora! ¡Perdón! ¡Suegra! —exclamó, visiblemente nerviosa.

- Contesta —exigió, con una mirada intensa.

En ese momento, Dafne entró en la sala, notando la tensión.

- Madre, ¿qué haces aquí? —preguntó Dafne, sorprendida.

- Vine a hablar con Victoria —respondió Miray, sin apartar la vista de Victoria.

CASADOS POR ACCIDENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora