CAP. 98

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En Özdemir Tower, Carlos estaba hablando con Aarón, mientras él estaba, visiblemente molesto y caminando con dificultad.

- No manches, amigo. ¿En serio te hizo eso? - preguntó Carlos, tratando de contener la risa.

- No te rías. No es chistoso - respondió, claramente irritado.

- Lo siento, pero no puedo evitarlo. Es bien chistoso, verte así - dijo Carlos, riendo abiertamente.

- No es nada chistoso. Mi esposa jugó sucio. Lo que hizo fue un golpe muy bajo - dijo Aarón, sentándose con cuidado.

- ¿Te castigó? - preguntó Carlos, interesado.

- Al parecer, sí - respondió Aarón, suspirando.

- Te dejó sin... ¿Sin sexo salvaje? - dijo Carlos, tratando de contener una carcajada.

- No te rías, idiota. Y lo peor de todo es que aún me duele. Me duele mi miembro - dijo Aarón, tomando unas pastillas para calmar el dolor.

- Neta, Victoria sí sabe cómo vengarse - dijo, saliendo de la oficina.

- Deja de reírte - dijo, serio.

- Es que no puedo. Te ves bien chistoso. Se ve que no pudiste dormir - respondió, riendo.

- ¿Cómo voy a dormir si por culpa de mi esposa no pegué los ojos toda la noche? - dijo, frotándose los ojos cansados.

- Creo que ahora tienes que pensar antes de hablar tonterías - dijo.

- Sí, pero... lo de las pastillas dije hace semanas. - respondió, suspirando.

- Hermano, las mujeres tardan, pero si llega la hora en que se las cobran todas. Y esta no es la excepción - dijo, riendo.

- Aún no sé cómo, pero no volveré a caer en su juego de nuevo - dijo, decidido.

- Bueno, ¿y qué harás al respecto? ¿Vas a vengarte? - preguntó.

- Aún no sé, pero no volveré a caer en su juego - repitió.

Carlos se ríe.

- Neta, aún no puedo creerlo - dijo, saliendo de la oficina.

- Carlos, deja de reírte de mi desgracia. - gritó.

- ¡Te dejaron con las ganas!

- ¡Cállate! - respondió - te voy a matar - dijo, frustrado.

Mientras tanto, en la mansión Moore, Ivett estaba llorando en su habitación cuando su Nana entró.

- ¿Pasa algo, mi niña? - preguntó con suavidad.

- No pasa nada - respondió, sollozando.

- Te conozco, mi niña, y sé que pasa algo. Anda, cuéntame - insistió la Nana.

- Tenías razón, Nana - dijo, con lágrimas en los ojos.

- ¿En qué, mi niña? - preguntó, acariciando su cabello.

- Sobre Max. Max ya no me ama - dijo, llorando aún más.

- ¿verdad, mi niña?

- Sí, Nana. Él ya no me ama - dijo, abrazándola.

- Ya, mi niña, cálmate. Todo estará bien - dijo, abrazándola fuertemente.

- ¿Qué haré sin él, Nana? - preguntó, desesperada.

- Debes superarlo, mi niña - respondió.

- No puedo, Nana. No puedo - dijo, sollozando.

- Debes hacerlo. El tiempo lo cura todo - dijo, con una sonrisa triste.

CASADOS POR ACCIDENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora