CAP. 72

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- ¿Dónde está mi esposa? —preguntó con voz tensa.

En ese momento, Victoria bajó las escaleras, con una expresión sombría. Estaba a punto de dirigirse a la cocina cuando el timbre de la puerta sonó. Luisa, la empleada, fue a atender.

- Señorita, la buscan —dijo Luisa.

Victoria se acercó y vio a Adolfo, el mensajero, con un gran paquete en las manos junto a un ramo de flores.

- Esto lo manda mi jefe para usted —dijo Adolfo, sin mencionar el nombre de William Wilson.

Victoria aceptó, intrigada y algo desconcertada.

- ¿Quién lo envía? —preguntó Aarón, visiblemente molesto.

- No lo sé, Aarón. No hay tarjeta, solo dice que es un regalo - miente

Adolfo se retiró, dejando a Aarón y Victoria solos en la entrada. Aarón estaba furioso, su rostro se había tornado rojo de ira.

- ¿Quién demonios te manda regalos y flores, Victoria? —gritó— ¡Dime la verdad!

- ¡Y a ti qué te importa! —respondió, alzando la voz— ¡No tengo por qué darte explicaciones!

- ¡No me mientas! —bramó, acercándose amenazadoramente— ¡Es tu amante! ¿Verdad? ¡Está tratando de meterse entre nosotros!

Victoria se quedó callada, las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos, pero se mantuvo firme.

- ¡Maldita sea, Victoria! ¡¿Por qué siempre tiene que haber algo entre nosotros?! —Aarón estaba fuera de sí, sus palabras llenas de rabia y dolor— ¡Primero me desprecias, ahora esto!

- ¡No te atrevas a hablarme así! —gritó Victoria, acercándose también— ¡No soy tu propiedad, Aarón! ¡No tengo que soportar tus celos y tus berrinches! ¡Y mucho menos tu violencia!

- ¡Violencia! —replicó Aarón, furioso— ¡¿Así le llamas a esto?! ¡Todo lo que hago es por ti, por nosotros!

- ¡No, Aarón! —Victoria lo interrumpió, su voz firme y decidida— ¡Todo lo que haces es por tu ego! ¡No puedes soportar que ya no te quiera como antes!

Aarón se quedó en silencio, impactado por las palabras de Victoria. La furia en sus ojos se mezclaba con una profunda tristeza.

- Victoria, yo... —intentó decir, pero Victoria no le dejó terminar.

- No, Aarón. No más excusas. No más mentiras. ¡Estoy cansada de vivir en esta farsa! ¡Estoy cansada de ti! —Victoria respiró hondo, tratando de calmarse, se da la vuelta y se va a su habitación

La casa Smith estaba iluminada por la cálida luz del amanecer. En la sala

- Hija, ¿estás bien? —preguntó la, observando la sonrisa que se dibujaba en el rostro de su hija.

- Claro, madre —respondió Isla, sin poder contener la sonrisa que se extendía por su rostro.

- ¿Se puede saber a qué se debe esa sonrisa? —insistió, con una mezcla de interés y preocupación.

- Esa sonrisa se debe a Aarón —dijo, sin ocultar su satisfacción. La madre frunció el ceño, preocupada.

- Hija, tienes que entender que Aarón no te quiere, y además está casado.

Isla se giró para mirar a su madre, su expresión se endureció.

- No por mucho tiempo, madre.

- ¿A qué te refieres con eso? —preguntó, alarmada.

- Yo me entiendo, madre —respondió con un tono misterioso y se levantó, saliendo de la habitación sin más explicaciones.

La madre se quedó en silencio, preocupada por el rumbo que estaban tomando los pensamientos de su hija.

CASADOS POR ACCIDENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora