CAP. 55

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- ¿Qué pasa, hijos? —preguntó Miray, mientras seguía cenando, sin darse cuenta del bochornoso momento que acababa de crear.

Aarón trató de mantener la compostura, pero su mente estaba en un torbellino de confusión y vergüenza. Hamza, por otro lado, no parecía darse cuenta del impacto de sus palabras y continuó como si nada.

- No nada, madre —respondió Aarón, tratando de ocultar su incomodidad bajo una máscara de normalidad.

- Bueno, pero... Aún no nos han respondido para cuándo los nietos —dijo Hamza con una sonrisa traviesa, sin percatarse del efecto que sus palabras tenían en la atmósfera.

Victoria intervino, tratando de aliviar la tensión con una explicación razonable.

- Todo a su tiempo, suegro. Además, por la hora, no creo que sea conveniente tener un hijo —dijo Victoria con una sonrisa forzada, tratando de mantener la compostura mientras sus mejillas se ruborizaban de vergüenza.

Aarón la miró con incredulidad, sintiéndose atrapado entre el deseo de defender a su esposa y el temor a empeorar la situación.

- ¿Por qué? —preguntó Aarón, tratando de comprender la lógica detrás de la declaración de Victoria.

Ella le devolvió la mirada, rogándole con los ojos que entendiera su intento desesperado de desviar la conversación.

- Ya saben, aún nos falta terminar la universidad —continuó Victoria, luchando por encontrar las palabras adecuadas mientras sentía la mirada inquisitiva de la familia sobre ella—entre otras cosas, ¿no? Por ejemplo, Aarón, tú estás en la universidad y trabajando, y yo también estoy estudiando y tengo cosas pendientes. No creo que sea conveniente todavía tener un hijo.

Intentó mantener una sonrisa, pero la incomodidad se reflejaba claramente en su rostro.

Miray asintió comprensivamente, tratando de suavizar la situación.

- Lo entendemos, hija —dijo con dulzura—. Y si tienes razón, todo a su tiempo.

Victoria aprovechó la oportunidad para despedirse educadamente y poner fin a la conversación incómoda.

- Gracias, y si no les importa, me voy a descansar —dijo, alzándose de la mesa y alejándose rápidamente de la escena.

Miray y Hamza intercambiaron miradas cómplices, reconociendo el momento incómodo pero decididos a mantener el buen humor.

- Eso quiere decir que yo me voy a morir sin ver a mis nietos —bromeó Hamza, intentando romper la tensión con una broma, aunque no logró el efecto deseado.

Aarón se sintió aún más avergonzado por la falta de tacto de su padre, deseando desesperadamente que la tierra lo tragara en ese momento.

- Padre, no digas eso —murmuró, su voz apenas un susurro mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas para expresar su incomodidad.

- Bueno, hijo, nosotros nos vamos —dijo Miray, poniéndose de pie y dando por terminada la cena - Solo vinimos a ver cómo estaba Victoria —añadió, intentando suavizar la situación.

Aarón sintió un atisbo de alivio al saber que la incómoda cena finalmente llegaría a su fin.

- Pero, madre, ya es tarde, lo mejor será que se queden —intervino, tratando de mantener a su familia a su lado para evitar enfrentarse solo a su padre.

- No, hijo, claro que no, mejor nos iremos, y cuida a tu esposa —dijo Miray, dándole una mirada significativa a Aarón antes de despedirse.

- Está bien, madre.

CASADOS POR ACCIDENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora