CAP. 53

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La siguiente llamada fue a un viejo conocido, alguien con habilidades en el mundo del chantaje y la manipulación.

- Raúl, necesito un favor. Algo grande —dijo William, su voz fría y calculadora—. Necesito que encuentres algo, cualquier cosa, que pueda destruir la reputación de Aarón y alejar a Victoria de él para siempre.

Raúl, del otro lado de la línea, rio suavemente.

- Siempre tienes planes oscuros, William. Pero me gusta. Dime más detalles.

- Aarón tiene que parecer un monstruo a los ojos de Victoria. Quiero que ella lo vea como realmente es... o al menos, como lo haremos parecer —respondió William, con una sonrisa siniestra—. Victoria se fue porque pensó que Aarón, con su dinero y poder, podría darle más de lo que yo podía. Pero no dejaré que eso se interponga. Ella es mía.

Raúl asintió al otro lado de la línea.

- Entendido. Dejaré que el veneno se esparza lentamente. En unos días, empezarás a ver los resultados.

William colgó el teléfono y se reclinó en su silla, una sensación de poder recorriéndole el cuerpo. Sus pensamientos giraban en torno a Victoria, a la idea de que ella le pertenecía y que nadie más podía tenerla.

- Victoria, querida, pronto te darás cuenta de que Aarón no es el hombre que piensas —murmuró—. Y cuando eso suceda, estarás rogándome que vuelva a tu vida

En la finca Aarón seguía caminando en la habitación en bóxer

- ¡Aarón, por favor, ya cámbiate! —dijo, cubriéndose la cara con las manos— ¡Qué vergüenza que te vean así los empleados!

Aarón rio y se acercó a la cama.

- ¿Por qué? Esta es mi casa. Y yo me pongo como quiera.

Victoria suspiró, un poco desesperada.

- En serio, Aarón, ya cámbiate. No quiero que todos te vean así.

Aarón se sentó en el borde de la cama y la miró con ojos juguetones.

- Me encanta lo celosa que puedes llegar a ser —dijo, inclinándose para besarla suavemente.

- No estoy celosa —dijo Victoria, apartando la mirada.

Aarón la abrazó y la besó en la frente.

- A mí me encantas tú. Pero bueno, vamos a desayunar, tengo hambre.

Aarón se levantó, aún un poco molesta.

- No quiero ir a desayunar. Quiero estar contigo aquí, disfrutando de ti – alza a victoria y la acuesta en la cama – acariciar tu cuerpo, y hacerte nuevamente mía - Victoria río, levantándose.

- Pues no se va a poder. Tengo hambre.

- Está bien, tú ganas —dijo, levantándose a regañadientes, se acercó y la miró con una sonrisa traviesa - Pero aún no me has respondido. ¿Qué hacía mi esposa viendo hombres encuerados que no era yo?

Victoria levantó una ceja, desafiándolo.

- ¿Acaso no puedo ver otros hombres encuerados?

Aarón frunció el ceño, fingiendo molestia.

- No. Porque soy muy celoso y no me gusta que mi esposa vea a otros hombres, y menos encuerados.

Victoria se rio y se acercó a él, rodeando su cuello con los brazos.

- El único cuerpo que me encanta es el de mi esposo —dijo, besándolo suavemente.

Aarón la abrazó más fuerte, sonriendo contra sus labios.

CASADOS POR ACCIDENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora