CAP. 85

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Una sonrisa oscura se extendió por su rostro al recordar la reunión de ese día. Cada detalle de Victoria, desde su elegancia hasta su belleza, estaba grabado en su mente.

- Victoria... —dijo en voz baja, como si probara el nombre en sus labios. —No puedo dejar de pensar en ti. Eres todo lo que he deseado. No te preocupes, pronto estarás a mi lado.

Se levantó de su silla y comenzó a caminar por la habitación, sus pensamientos volviéndose cada vez más oscuros y obsesivos.

- Aarón no sabe lo que tiene. No aprecia la joya que tiene por esposa. Pero yo sí. Yo sé lo que vales, Victoria, y te voy a tener. No importa lo que cueste.

Connor se detuvo frente a un espejo grande y se miró a sí mismo, ajustándose la corbata con un aire de confianza.

- Aarón no podrá detenerme. Estoy más cerca de ti que nunca. Esta sociedad es solo el primer paso. Pronto, muy pronto, serás mía.

Volvió a su escritorio y tomó un vaso de whisky, mirándolo fijamente mientras continuaba hablando.

- Victoria, te prometo que no te faltará nada conmigo. Tendrás todo lo que siempre has deseado, y más. Te haré olvidar a Aarón. Él no puede darte lo que yo puedo.

Connor bebió un sorbo de whisky, sintiendo el calor del licor extenderse por su cuerpo, alimentando aún más su obsesión.

- Aarón es un obstáculo, pero no por mucho tiempo. Victoria, te mereces a alguien que realmente te aprecie, alguien que te valore como la reina que eres. Y ese alguien soy yo.

Se recostó en su silla, cerrando los ojos por un momento mientras imaginaba el futuro que deseaba.

- Pronto, muy pronto, estarás a mi lado, Victoria. Y cuando eso suceda, no habrá nada ni nadie que pueda separarnos.

Con una determinación renovada, Connor se levantó y se dirigió hacia la ventana, mirando hacia el horizonte con una expresión de triunfo.

- Prepárate, Victoria. Nuestro destino juntos está sellado. Aarón no podrá detener lo que es inevitable. Serás mía, y solo mía.

La risa baja y oscura de Connor llenó la habitación mientras sus pensamientos seguían obsesionados con la idea de Victoria. Para él, era solo cuestión de tiempo antes de que ella estuviera en sus brazos, donde creía que siempre había pertenecido.

En la universidad, Victoria, noto la ausencia de Max, pregunto a todos si lo habían visto, pero ninguno sabe de su paradero, así que ella lo buscó, pero no lo encontró. A la final victoria se cansó de buscar a Max, sé su al salón de Música, iluminando suavemente los instrumentos dispuestos a lo largo de la sala. Victoria abrió la puerta con la llave que tenía, ese salón es solamente para los populares y se quedó quieta en el umbral al ver a Max, sentado en un rincón, tocando una melodía melancólica en la guitarra.

Victoria observó a Max por unos momentos, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación. Había pasado más de dos semanas desde que Aarón la había sacado del juzgado, y no había visto a Max desde entonces. Se sentía culpable por no haber podido encontrar tiempo antes para buscarla.

Max levantó la vista y se sobresaltó al ver a Victoria, deteniendo bruscamente su melodía. Se levantó de un salto y dejó la guitarra a un lado.

- Bonita... —dijo, visiblemente incómoda.

Max dio un paso hacia atrás, indecisa, antes de girar para irse.

- ¿Qué te pasa? —preguntó con urgencia.

- A mí nada, bonita —respondió con frialdad, aunque su voz temblaba ligeramente.

- Max, por favor, ¿qué está sucediendo? —insistió Victoria, acercándose y agarrándole el brazo.

CASADOS POR ACCIDENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora