Varvyra Chein
Después de una semana de llegar a Francia , las cosas para Gedeon han sido difíciles. Una tristeza profunda enmarca su rostro después de que la traumatólogo le dijo que sería muy difícil recuperar su voz , que le recomendaba ir aprendiendo lenguaje de señas.
-Gedo, te traje pastel -digo mientras entro a su habitación, sus ojos oscuros me miran con tanta ternura que mi pecho se calienta-. Es de chocolate.
Ebano está en la alfombra roja y levanta ligeramente su cara pero al ver que voy hacia Gedeon vuelve a bajarla.
Hay una molestia en los ojos de Gedeon al no poder responderme sin tener que escribir.
Es mi favorito, gracias muñeca.
Me siento al lado suyo y comienzo a darle trozos de pastel, el tragar fue difícil al principio pero ahora está siendo más fácil para el, se colocó un pañuelo amarrado en el cuello para que no se vea el hueco, supongo que eso le genera algo de inseguridad, pero puedo jurar que no existe nadie más sexy que Gedeon incluso con ese hueco en el cuello, sigue siendo malditamente hermoso.
Una sonrisa se posa en sus labios al ver que lo estoy devorando con la mirada, me quita el plato y lo pone en la mesa, sus dedos fuertes me agarran de las caderas subiendome encima. Su dureza me sorprende un poco nisiquiera lo he besado y ya está así.
Mis labios rozan los suyos, hay una necesidad inmensa de volver a sentirlo en mi interior, sin pensarlo, busco su boca con más desespero del que alguna vez pude sentir, sus manos viajan por mi cuerpo tocando cada lugar, como si supiera exactamente lo que necesito para dármelo. Mis manos viajan a su pecho y tocó sus pezones, me encanta tocar su pecho, beso su cuello, arrancando el estúpido pañuelo, sus ojos buscan los míos, hay miles de preguntas en esos ojos oscuros que tanto amo.
-Eres perfecto así, mucho más que antes -susurro mientras muerdo suavemente su oreja.
Sus manos viajan a mi ropa, y comienza a quitarmela.
-Te amo -su voz sale terriblemente dolorosa, puedo darme cuenta de cuanto le duele hacer eso, poso mis dedos en sus labios suavemente.
-Te amo mucho más mi hacker preferido, además yo siempre te ame, tu me amaste después -una sonrisa engreída se forma en su rostro haciendo que sus mejillas sean el paraíso.
Sus manos viajan a mi intimidad, haciendo que todo pensamiento racional me abandone, yo solo quiero más de esto, quiero estar siempre tan cerca de su boca, de su cuerpo, de todo lo que es el.
Su cuerpo me gira haciéndome caer abajo de el, sus manos comienzan a rozar mi intimidad, y no necesito las palabras, solo sus ojos oscuros, su mirada peligrosa audaz, esa mirada que me demanda cada gemido, que me demanda cada gota de placer, su boca atrapa la mía y se que solo pertenezco a él.
Su sexo se sumerge con cuidado al mío, es tan suave su entrada haciendo que me acostumbre a el, sus movimientos son tortuosamente lento, me aferró a su espalda, a sus nalgas, lo necesito , necesito que sea duro conmigo.
-Vamos Gedo, dame más de ti -susurro cerca de sus labios.
Sus ojos se vuelven tan hermosos como un atardecer ya decayendo. Sus labios buscan los míos con desespero, cuando su cuerpo comienza a golpear el mío una sonrisa se forma en mi rostro, esto es lo que necesito, sus manos viajan a mi cabello y lo envuelve en sus manos jalandolo para besar mi cuello, sus manos me someten mientras su intimidad golpea la mía haciéndome sentir plena, llena, cada embestida es una delicia, siempre quiero más de el, sus movimientos se vuelven profundos y un orgasmo me rompe en pedazos, no se lo que digo porque su boca atrapa la mía, cuando su cuerpo comienza a buscar su propia liberación el mío empieza a buscar la suya de nuevo y en medio de ese caos perfecto, vuelvo a romperme junto a el, sintiéndome completamente abrumada por lo que acabo de sentir. Definitivamente está será mi perdición.
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Peligrosa Audacia
Подростковая литератураVarrvyra Chein ha pasado años amando cada parte de Gedeon Korrat, cada minúsculo gesto. Hasta que de repente el empieza alejarse de ella, tanto que incluso su mera presencia lo hace salir huyendo. Algunos corazones son fuertes y duros, otros son bla...