" 𝑺𝒆 𝒔𝒖𝒑𝒐𝒏𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒕𝒆 𝒆𝒏𝒂𝒎𝒐𝒓𝒂𝒔, 𝒏𝒐 𝒍𝒐 𝒆𝒍𝒊𝒈𝒆𝒔 "
Pedro tiene una filosofía de vida muy clara: centrarse en su trabajo y disfrutar de su juventud sin ataduras. Sin embargo, cuando una noche de fiesta conoce a Ai...
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-¿Qué?¿Tú también te has escapado?- una voz la sobresaltó mientras intentaba encenderse el cigarro. Del rebote, el mechero cayó sobre las baldosas mojadas por la lluvia. Lo recogió, retirándose el cigarrillo de los labios, y se volvió en dirección a la voz.
Sentado en uno de los bancos, y rodeado por tantas plantas que ni se había fijado en él al salir a la terraza, la miraba un chico con la piel aceitunada y el pelo oscuro. Sus ojos eran grandes y pardos, bordeados por pestañas tupidas, la nariz aguileña y los labios carnosos y rosados. Tenía el móvil encendido entre las manos.
-Joder, qué susto.- murmuró ella, atusándose el pelo.
-Perdona. Pensaba que me habías visto.- esbozó una media sonrisa. Tenía los dientes pequeños, y su sonrisa le recordaba a la de un niño.
-No, qué va.- volvió a llevarse el cigarro a los labios, esta vez, encendiéndolo con éxito. Dio una primera calada y expulsó una bocanadas de humo que se fundió con el frío aire de la noche.-¿Fumas?
-No. No puedo.- dijo, como si aquello fuese la mayor obviedad del mundo.
-Ah, bueno. Claro.
Su primo era igual. De chaval quizá fumaba algún cigarro de fiesta, pero en cuanto comenzó a tener una carrera seria en el fúbtol lo dejó por completo. No podía permitirse el lujo de joder su capacidad pulmonar, que era una de las cualidades más valiosas para cualquier deportista que se precie.
-¿Y qué haces aquí entonces?
-Me escabullí un rato. Ahí dentro hace mucho calor y me estaba agobiando.- tenía un acento que oscilaba entre canario y peninsular.- Soy Pedro, por cierto.
A Ainara le hizo gracia que sintiese la necesidad de presentarse. Quizá lo hacía por falsa modestia, e internamente esperase que todo el mundo supiese quién era, o quizá era realmente tan inocente para pensar que había alguien que no le conociese. También le llamó la atención que se presentase como Pedro. Quizá era la costumbre de ver a todos los medios e hinchas referirse a él como Pedri. Sabía de sobras quien era: una de las jóvenes promesas del Barça, y uno de los jugadores que más parecían haber calado en el público femenino. Cada vez que a una chica joven se le preguntaba quién era el jugador de fútbol más guapo, lo más probable era que respondiese Pedri. Recordaba el furor que causó allá por 2021, cuando recién empezó a ganar reconocimiento, además de por su talento para tan corta edad, por su atractivo. Quizá por eso tenía un número tan elevado de seguidores en Instagram.
Extendió uno de sus brazos. Ainara no entendía tanta formalidad para un chico tan joven. Quizá era la costumbre, de tanto saludar a entrenadores, ejecutivos y jugadores importantes, que se había quedado con el deje de saludar con un apretón. Ainara le estrechó la mano. Tenía las manos anchas, con unas protuberantes venas en el dorso, y al apretársela notó lo callosa y seca que era su palma.