💐Bonus especial por el Día de los Enamorados💐
⚠️ ADVERTENCIA ⚠️:
‼️ Este capítulo no aporta nada significativo para la trama, es un añadido que escribí por diversión, y lo sucedido en estos bonus no afectará de ningúna manera a la historia. Si no te interesa y prefieres leer únicamente los capítulos que aporten a la trama, ¡sáltatelo! 🤍
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Deslizó la brocha con suavidad por la parte superior de sus mejillas, cubriéndolas del pigmento rosado. Siempre tendía a pasarse con el colorete, pero no le importaba. Le encantaba parecer que siempre estaba sonrojada.
Una vez estuvo satisfecha, cogió el iluminador en polvo y descargó su pigmento en sus sienes, su frente, el arco de cupido y la punta de su nariz.
Observó con detenimiento su reflejo en el espejo: volviendo en rostro para mirarse de todos los ángulos posibles. Recién maquillada a la perfección, y con el pelo hecho, se sentía más guapa que nunca.
Destapó el fijador y pulverizó una generosa cantidad en su rostro, para asegurarse de que el maquillaje le aguantaba todo el día.
Una prima segunda se casaba, por lo que toda la familia había acudido a Zarautz, donde tendría lugar la boda en una pequeña ermita cerca del mar. Hacía un día espléndido, de cielo azul, sol y un poco de calor, o, por lo menos, no tanto frío como el que solía azotar la provincia. Perfecto para darse el sí quiero.
Apagó la luz del baño. Se había puesto un vestido de satén rosa, con la parte de arriba ceñida y una falda larga, que se movía con fluidez con cada uno de sus pasos.
Se apoyó en el marco de la puerta mientras observaba a Robin, de pie frente al espejo de la habitación de hotel en la que iban a pasar la noche, mientras se ajustaba la corbata. Sobre la cama reposaba, perfectamente estirada, la americana negra que todavía no se había puesto.
Si Robin ya de por sí era guapo y estaba buenísimo, verlo vestido de traje daban ganas de comérselo vivo. La camisa blanca planchada con esmero se ajustaba a la perfección a su atlética figura, contrastando con el suave moreno que las horas de entreno bajo el sol primaveral habían dejado en su piel. De la misma forma, los pantalones de traje, algo sueltos, se ceñían a sus musculosas piernas. Los huesos del dorso de sus manos y las venas de sus antebrazos se hacían más prominentes con sus hábiles movimientos para colocarse la corbata en su sitio y hacerse el nudo. Era tan atractivo que era hasta obsceno. Desde que estaba con él, Ainara se sentía como un torrente de hormonas, como si siempre estuviese ovulando. Era hasta vergonzoso; bastaba con verlo para que le diesen ganas de tirarse encima de él y comérselo a besos.
-Qué guapo.- dijo, haciéndolo mirar en su dirección.
Robin la repasó con la mirada sin pudor alguno. Ella avanzó hacia él con pasos vacilantes, haciéndose la tímida.
-¿Qué tal estoy?- preguntó, dando una vuelta sobre sí misma, haciendo que la falda del vestido girase a su compás.
Robin parecía haberse quedado mudo.
-¿Estás bien, mi amor?- dijo, divertida, cogiéndole la cara con las manos.- ¿Te ha dado un chungo?
-Dios. Estás...- volvió a mirarla de arriba abajo, como si no terminara de creérselo.- Increíble. Estás guapísima, estás...Dios.
Ella rió, dándole un beso en los labios.
-Sí, pero ya vas a ver, todo el día con estos tacones...- refunfuñó, agachándose para recoger las sandalias con tacón del suelo. Preciosas, y quedaban ideales, pero para el final del día serían un auténtico mecanismo de tortura medieval en sus pies.
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𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐢𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐏𝐞𝐝𝐫𝐢
Fiksi Penggemar" 𝑺𝒆 𝒔𝒖𝒑𝒐𝒏𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒕𝒆 𝒆𝒏𝒂𝒎𝒐𝒓𝒂𝒔, 𝒏𝒐 𝒍𝒐 𝒆𝒍𝒊𝒈𝒆𝒔 " Pedro tiene una filosofía de vida muy clara: centrarse en su trabajo y disfrutar de su juventud sin ataduras. Sin embargo, cuando una noche de fiesta conoce a Ai...